Torre del Castillo de Mallabecs
Castillo de Mallabecs
En lo más alto de una escarpada peña que se asoma peligrosamente al valle, a medio camino de la cima del Montsec de Ares, encima del pueblo de la Ametlla, se encuentran los restos del castillo de Mallabecs. Desde Àger al castillo hay unos 8 km, que se salvan por una pista de tierra que aparece a mano derecha cuando se está subiendo al Montsec.
El castillo de Mallabecs únicamente aparece citado, como una de las posesiones del castillo de Àger, en la donación que de éste y su término realizan Arnau Mir de Tost y su mujer en 1068 a la abadía de Sant Pere de Àger.
Es una pequeña y alargada edificación orientada de Este a Oeste. La adaptación a la irregularidad del terreno llevo a que en lugar de la habitual planta rectangular, adquiriera la forma de un polígono de siete lados. Los extremos más cortos son rectos y no llegan a los 5 m de lado, mientras que los muros laterales, más largos, tienen unos 12 m formados por dos y tres paños rectos, respectivamente. Seguramente debió de tener un único piso, por lo que los muros sólo han perdido unos 2 m de su altura original. El grosor de las paredes es de unos 70 cm, aunque la del lado oeste es el doble de ancha y posee una aspillera de derrame simple, por lo que se supone que era el lado más sólido de la fortaleza que recibiría, en caso de ataque, las primeras envestidas, y desde el cual se tenía una mejor visibilidad del terreno. El muro opuesto se ha perdido por completo y se supone que debió de alojar el acceso. El aparejo utilizado es tosco y da pistas sobre su cronología ya que se conforma de piedras irregulares sin trabajar y más bien pequeñas, unidas con mortero de cal en hiladas más o menos horizontales que conservan restos de rebozado, más propias ciertamente de torres circulares que de castillos de este tipo.
Se trata de una construcción bastante antigua, seguramente del siglo x, que debe enmarcarse en el contexto de la Reconquista y relacionarse o bien con un origen musulmán o bien con alguna comunidad cristiana primitiva que pronto pasó a formar parte de la línea defensiva que existió en este lado del Montsec.
Texto y fotos: Juan Antonio Campos
Bibliografía
Buron i Llorens, V., 1989, p. 176; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 159-160; Fité i Llevot, F., 1993, p. 24.