Santa Maria de les Sogues
BELLVIS
El término municipal de Bellvís comprende parte del valle bajo del Riu Corb y es también irrigado por la acequia Tercera del canal de Urgell. El municipio incluye, además de la población de Bellvís, la localidad de Els Arcs, el antiguo convento trinitario de Les Sogues, la casa de Les Tarroges y el enclave de Remolins, entre otras partidas.
El topónimo Bellvís proviene del latino Bellu Visu (bella vista) y aparece ya documentado en la forma actual en el instrumento Termini antiqui Civitatis Ilerde (1168-1172), que parece describir las delimitaciones del territorio de Lleida en una época poco anterior a su conquista por parte de los condes cristianos (1149).
Antiguo santuario de Santa Maria de les Sogues
Los restos del antiguo santuario de Santa Maria de les Sogues se hallan muy cerca de la bifurcación del camino que, saliendo de Bellvís, dirige un ramal a Balaguer y otro hacia Els Arcs.
El lugar de Les Sogues aparece mencionado por primera vez en 1147, en un documento de cesión de un castillo situado en el campo de Masançà hecho por Guillem de Ponts, en el que se cita como de Arcs et de Turres de Sogas. De más adelante, y según las informaciones que proporciona A. M. Parramón, existe una manda testamentaria operi ecclesie Sante Marie de les Sogues hecha en 1285 por el ilerdense Ramon de Bellvís, aunque la extensa tradición que ha fornido los orígenes legendarios del templo señala que el inicio de la fábrica se remonta a 1191. En 1595 los trinitarios se instalaron en el santuario y permanecieron en el lugar hasta su exclaustración en 1835. En la actualidad en el lugar hay una construcción moderna, edificada en 1983, dedicada a la Virgen de les Sogues.
Los restos arqueológicos de las antiguas estructuras religiosas, desaparecidas posiblemente a finales del siglo xix o principios del siglo xx, se conservan en el entorno de la edificación actual. De la época primitiva quedan los vestigios del perímetro de lo que debió de ser el antiguo templo, que se conoce gracias a unas excavaciones efectuadas en la década de 1970. El trazado de la planta de este edificio, de nave única y cabecera cuadrangular, se dibuja al lado de la construcción moderna. Josep Torrentó describió de este modo el antiguo templo: “Sobre un rectángulo cuya base mide 21 palmos y su lado 41 se levanta la iglesia de Nuestra Señora con todos los caracteres de las fábricas de remota antigüedad, majestuosa y sólida, como la devoción que la erigiera en los días de la Aparición: los muros cobijan bajo arco dos capillas por lado: corónalos una cornisa de poco vuelo, desde la que arrancan las bóvedas, tomando punto proporcional al área del templo y á la altura de las dovelas, que corta perpendicularmente la pared del frontis, y arquean con gracia en el ábside sobre el presbiterio y altar mayor”.
Los estudios arqueológicos constatan que en la zona correspondiente al interior del antiguo templo existen restos de las bases de los pilares que sostenían la cubierta. La puerta de acceso se abría en el muro sur y, a tenor de las evidencias materiales, se ha interpretado que el nivel de la nave se situaba dos escalones más abajo, mientras que la cabecera presentaba una posición elevada. Los vestigios también permiten reconocer que la cabecera tenía una notable profundidad y que era más estrecha que la nave. El aspecto más destacable del templo era la solución de esta cabecera, que remite a otros templos de la zona leridana, tales como Santa Maria de Vilanova de Segrià, Santa Maria de Sunyer o la iglesia del convento de la Mare de Déu dels Àngels de Avinganya, por lo que su construcción podría situarse en el siglo xiii. En el subsuelo del que fue el templo románico y en sus alrededores se han hallado varias tumbas excavadas, nueve de ellas individuales y otras ocho colectivas (osarios), las primeras de las cuales se consideran correspondientes a la fase medieval del templo, mientras que las otras parecen ser de época moderna.
Para finalizar, hay que señalar que resultan muy interesantes algunas informaciones proporcionadas a principios del siglo xx por Barraquer y Roviralta, según las cuales el conjunto tenía una un pórtico “al que se entraba por siete arcos iguales, adornados de sencillos calados en la ojiva y un claustro gótico con galerías sólo en el piso bajo, y con columnas de sección cuatrilobada”, datos que invitan a imaginar un relevante conjunto que requeriría un estudio arqueológico e histórico en profundidad.
Texto y foto: Meritxell Niña Jové
Bibliografia
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