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Vista exterior del ábside de Sant Bartomeu de Pugis

Identificador
25079_01_013
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.815403,0.934823
Idioma
Autor
Raquel Cardona Segura
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Bartomeu de Pugis

Localidad
Cubells
Municipio
Cubells
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Bartomeu de Pugis

Descripción

CUBELLS

Iglesia de Sant Bartomeu de Pugis

Cerca del valle del río Sió, en el extremo sur del municipio, se encuentra el pequeño y deshabitado pueblo de Pugis, al Este del cual, y sobre una colina, se alzan los vestigios de esta iglesia dedicada a san Bartolomé. Para llegar desde Cubells se debe salir en sentido este por la carretera C-26, girar a la derecha en el primer cruce en dirección a Montgai y, tras 3 km desviarse hacia el Suroeste para continuar 2,7 km.

 

Se tiene conocimiento, gracias a los hallazgos arqueológicos de útiles y restos cerámicos, de que en la colina de levante de Pugis hubo un asentamiento en la Edad de Bronce y en época ibérica. Seguramente, a finales del siglo xi, el conde Ermengol IV de Urgell, enfeudaría el castillo y el término de Pugis, así como el cercano poblado de Flix, al castellano Arnau Balaguer, quien en su testamento de 1116, que representa la primera noticia del lugar, otorgaba a su mujer las dos fortalezas. Posteriormente, en una carta de población fechada de 1183 que concedieron los condes de Urgell, Ermengol VII y Dolça, al caserío y castillo de Bellcaire d’Urgell, Pugis y Flix se mencionan como términos limítrofes. Más adelante, el caserío en cuestión aparece en algunos documentos de permuta y venta como la realizada en 1120 por Guerau, el abad de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, a Arnau, abad de Poblet. Sin embargo, no se conserva información alguna sobre la iglesia, cuyos restos se reducen en la actualidad al sector oriental de la misma, formado por el primer tramo de la nave y la cabecera.

 

Se trata de un edificio de una sola nave, cuyas dimensiones originales debían de ser de unos 20 m de largo por 8 m de ancho, cubierta con bóveda de cañón apuntada que contaba, al menos, con un arco fajón, del que se conserva el arranque en el lado sur, y con la cabecera formada por un ábside semicircular liso cubierto con bóveda de cuarto de esfera, que presenta una ventana de doble derrame que exteriormente tiene forma rectangular, mientras que en el interior está compuesta por un arco de medio punto monolítico fracturado en dos mitades y con moldura de media caña. Se abre la cabecera a la nave por medio de un arco absidal, también apuntado, que resuelve la diferente anchura de ambos espacios. El ábside y los muros laterales presentan, tanto al exterior como al interior, un zócalo de una altura aproximada de unos 60 cm, que en la parte exterior, salvo en el muro norte, se asienta sobre dos hiladas de sillares que sobresalen y que corresponden a los cimientos que han quedado al descubierto. A pesar de que se ha perdido buena parte del paramento superficial del lienzo meridional y de la parte superior del ábside, en el primero se aprecian todavía los vestigios de los sillares que enmarcaban una portada, actualmente desaparecida, pero cuya configuración conocemos gracias a una fotografía realizada entre 1890 y 1920 por Eduard Royo i Crespo y conservada en el archivo fotográfico del Centre Excursionista de Catalunya. Dicha puerta estaba formada por dos arcos de medio punto en degradación, con una chambrana biselada que enmarcaba el perímetro hasta la línea de impostas. A ambos lados del primer tramo de la nave se localizan sendas ventanas cuadrangulares de doble derrame.

 

Los muros interiores, exentos de decoración, presentan diferentes orificios como dos credencias situadas en la parte inferior del ábside y algunos mechinales. Sendas hileras de orificios cuadrados en la base de la bóveda permitieron en su momento albergar las vigas sobre las que se soportó la cimbra utilizada para la construcción de aquella.

 

Los retos del templo presentan una desoladora y nada halagüeña situación, con una amenazante grieta que atraviesa verticalmente el ábside, el espacio de la nave invadido por los derrumbes y la vegetación y los paramentos exteriores desaparecidos en buena parte de sus lienzos.

 

El material utilizado en Sant Bartomeu es sillar de gres de tamaño mediano, muy bien trabajado en los paramentos exteriores con un relleno de argamasa. Presenta ciertas similitudes estructurales y materiales con la cercana iglesia de Sant Miquel que, casualmente, también perdió su parte oeste. Las características de la edificación han llevado a situar su construcción a finales del siglo xii o inicios del siglo xiii.

 

Cerca del templo, en sentido oeste, hay excavada en una roca de gres en posición vertical una tumba de extremos redondeados o de tipo bañera que tiene mutilada su parte izquierda.

 

 

Bloque de piedra esculpido

 

Procedente de las ruinas de esta iglesia hay una pieza tallada sobre piedra arenisca, cuyas medidas son 98 x 66 x 47 cm, que fue encontrada en 1960 y que hoy se conserva en el fondo del Instituto de Estudios Ilerdenses de Lleida. Presenta en tres de sus cuatro caras representaciones con figuración humana muy desgastada. La mutilación en forma de orificio que tiene en la cara frontal, ha servido como motivo para especular que fue reutilizado posteriormente como base pasiva de un molino, aunque no hay rasgos de erosión alguna. Peig i Ginabreda ha considerado que al tener trabajados únicamente el frontal y los laterales, la pieza podría ser el pie de una mesa de altar que fue encajado en la pared más tarde o bien que formaría parte de algún otro tipo de soporte adosado al muro. Otros autores han opinado que pudo ser el ara de un altar.

 

Las partes decoradas presentan unas esquemáticas figuras humanas de pie, con cabeza triangular, sin rasgos marcados y con un cuerpo desproporcionado, realizadas en bajorrelieve poco diestro. A pesar de su estado de deterioro, se puede apreciar que están enmarcadas por una moldura plana, a excepción del lateral izquierdo respecto al espectador, que carece de ella en uno de sus extremos. La imagen de este lateral viste una túnica que le cubre hasta los pies y tiene unos brazos que, aparentemente, le cuelgan de forma desmedida, salvo que se trate de un personaje femenino ataviado con un vestido de largas mangas. En el extremo izquierdo hay una cruz cuyo brazo inferior acaba en punta. La efigie del costado derecho difiere de la anterior al carecer de este símbolo, por ser más erguida y por sostener entre sus brazos a un bebé en posición horizontal ataviado con una túnica.

 

La cara central y más grande exhibe a un individuo con su brazo derecho alzado y con el izquierdo delante de su torso, justo encima del orificio que mutila la pieza y que elimina la posibilidad de saber si sostenía algún objeto. Tampoco se distingue ninguna marca de ropaje, por lo que parece que está desnudo y con las piernas separadas. En cuanto a su interpretación, Lara Peinado ha propuesto que se trata de un pantocrátor en actitud de bendición, opinión que rebate Peig i Ginabreda al carecer la figura de ropaje, por lo que seguramente estaríamos ante la representación del alma de un difunto o personaje orante, tema que aparece en otras piezas románicas como en la pintura del ábside de Sant Quirze de Pedret o la pila bautismal de Sant Jaume dels Domenys. Para las otras dos figuras se ha propuesto una identificación del santo titular de la iglesia o san Miguel en el lateral izquierdo y con la Virgen con su hijo en brazos, en la diestra, propuesta que podría ponerse en duda de confirmarse el carácter femenino del atuendo del primer personaje.

 

En el primer estudio que realiza Lara Peinado sobre la pieza se sitúa en el arte visigodo, opinión discutida por Peig i Ginabreda, quien la considera románica, pese a su primitivismo técnico, por los temas que presenta.

 

Textos y fotos: Raquel Cardona Segura

Bibliografía

Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 361-362; Lara Peinado, F., 1970a, pp. 82 y 89; Macías i Solé, J. M., Menchón i Bes, J. y Muñoz i Melgar, A., 1995, pp. 93-103.