Sant Girvès de la Torre de Rialb
LA BARONIA DE RIALB
Iglesia de Sant Girvés de la Torra de Rialb
El templo de Sant Girvés se alza en una zona elevada a orillas del río Rialb, junto al pantano en el que se han embalsado las aguas de dicho cauce fluvial. El acceso más directo a la iglesia se realiza desde Gualter, donde se coge el camino perimetral señalizado ubicado a la derecha de la carretera que bordea el pantano. Debajo de la iglesia, y a la izquierda del camino, hay una senda de unos 50 m no apta para vehículos, que conduce directamente a la misma.
No se ha conservado noticia alguna sobre el pasado medieval de este edificio. De un documento del año 1027 se deduce que Sant Girvés estaba vinculado al monasterio de Santa Cecília de Elins por la donación de unas propiedades que se hallaban en Sant Gervàs que los clérigos Lidegis y Senogolf otorgaban al cenobio de Elins. La primera noticia del templo data de 1789, cuando ya había perdido su función como edificio religioso. La advocación a san Gervasio no parece haber sido muy frecuente, pues tan sólo se conocen doce iglesias en toda Cataluña, todas ellas construidas antes de 1050, las cuales formaban parte de los obispados de Urgell y Solsona. Dicha advocación aparece relacionada con la Baronía de Rialb en la donación de la masía Caserra por parte del párroco Pere y su sobrina Guillelma en el año 1200, y en la que se menciona a uno de los testigos, de nombre Berenguer de Sant Gervasi. Más tardíamente, en 1279, en el listado de la décima beneficial, entre las parroquias de Pallerols y Vilaplana, aparece la décima de Bernat de Sant Girvés, canónigo de Guissona. Con posterioridad, posiblemente por el despoblamiento de la zona o el traspaso del culto a otro templo, Sant Girvés perdió su función religiosa. En el siglo xviii se acometieron reformas con el objetivo de convertir el edificio en vivienda. Así, de compartimentó el espacio para crear habitaciones, se construyó un horno de pan en uno de los ábsides, se habilitó un hogar en una esquina, se abrió una nueva puerta y se excavaron siete silos de almacenamiento. Abandonado de nuevo, se convirtió en refugio de pastores y cazadores. La construcción del embalse de Rialb cambió el destino del templo, que pasó de estar en el olvido a formar parte del proyecto de restauración y traslado de los restos arqueológicos afectados por dicha obra, promovido por el Ministerio de Medio Ambiente y la Confederación Hidrográfica del Ebro entre febrero y junio de 1999, y que incluía la restauración y la excavación su interior y de su entorno más cercano.
Sant Girvés fue erigido sobre un cementerio, tal y como lo pone de manifiesto el hecho de que la cimentación del muro norte se asiente sobre un enterramiento anterior. Alrededor del templo, salvo en su lado oriental, se encontró una necrópolis con ochenta y cuatro tumbas.
El edificio, que antes de la restauración se encontraba en un estado de conservación lamentable, con numerosas grietas en sus muros, tiene planta basilical de tres naves, inscritas en un perímetro casi cuadrado, y cabecera con tres ábsides semicirculares, de los que el central es algo más alto y ancho que los laterales. El meridional es una recreación realizada a imagen del septentrional en el curso de la restauración, pues había desaparecido como consecuencia de la construcción del horno. El conjunto de la cabecera se asienta sobre un zócalo rocoso. Los lisos paramentos absidales están coronados por sendos frisos de amplios arquillos ciegos, siete en el central y cuatro en los laterales, los cuales, si bien conservaban bastantes restos, han sido muy restaurados y algunos de ellos repuestos en su totalidad. Dos ventanas se abren en el ábside central y una en el septentrional, todas ellas de doble derrame, antepecho plano y arco de medio punto. El frontispicio oriental destaca sobre manera por encima de la cabecera. En el centro del mismo se abre una ventana cruciforme.
El resto de paramentos exteriores son lisos, presentan sendas ventanas, una de doble derrame y arco de medio punto en cada uno de los muros laterales y otra, cruciforme, en la fachada occidental, y cuentan con mechinales distribuidos en una y dos hileras en los lienzos meridional y septentrional, respectivamente, y de una forma algo más aleatoria, en el de poniente. La puerta, que se halla más o menos en el centro del muro sur, está formada por un arco de medio punto. La cubierta a doble vertiente está totalmente restaurada.
En el interior, la restauración eliminó todo rastro de los diferentes usos no religiosos que el edificio ha tenido a lo largo del tiempo. Los tres ábsides están cubiertos por tres bóvedas de cuarto de esfera rehechas en su totalidad. La nave central es algo más ancha que las laterales. Todas ellas están cubiertas con bóvedas de cañón y dividas por sendas parejas de arcos formeros de medio punto que se unen y apoyan en el centro en dos pilares. La evidente diferencia que se observa entre los bien trabajados y escuadrados sillares que conforman las dovelas de estos arcos en relación al aparejo utilizado en el resto del templo, y el hecho de que estos arcos tan amplios sean una solución habitual que se utilizaba a la hora de ampliar el aforo de los templos, podrían llevar a pensar que los mismos son resultado de una reforma posterior. Sin embargo, las excavaciones realizadas no han aportado indicios que justifiquen que estos tramos de arcos no sean de época románica.
Joan-Albert Adell ha visto en esta singular tipología de planta basilical de tres naves inscritas en un perímetro cuadrado, un paralelismo, aunque mucho menos monumental, con la iglesia del monasterio de Sant Pere de Casserres. Si bien este mismo autor ha datado el edificio en el siglo xi, los informes asociados al proyecto de excavación y restauración lo fechan en el siglo xii.
Texto: Nuria Font Marco /Juan Antonio Olañeta Molina - Fotos: Nuria Font Marco - Planos: Marc Santacreu Ortet
Bibliografía
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