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Puente romano

Identificador
33550_01_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 20' 58.11" , -5º 7' 34.5"
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Puente romano

Localidad
Cangas de Onís
Municipio
Cangas de Onís
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
EN SUS INICIOS, los primigenios lugares de práctica cultual cristiana en Asturias tenían una estructura de fábrica humilde, con una pobreza evidente de materiales. Es obvia la existencia de rudimentarios hábitat rupestres o las más sencillas y humildes cabañas indígenas. Un ejemplo conocido lo encontramos en la primitiva fábrica de Covadonga dedicada a la Virgen María, iniciada en una cueva rupestre. El ejemplo de la modesta iglesia de Santa Cruz en Cangas de Onís, edificada por Fáfila en 737, constituye otro modelo de alto valor. Ésta se levantaría sobre un templo o santuario más antiguo, previsiblemente pagano relacionado con una estructura megalítica. Un proceso coherente con los procesos tardorromanos o altomedievales de cristianización: sustitución de los centros de culto indígena precristianos por los de la nueva religión. Es preciso tener en cuenta que un número indeterminado de iglesias con asentamiento en la comarca del Sella serían construidas sobre o muy próximas a construcciones megalíticas. Cuestión relevante la tiene la práctica constructiva de hábitat religioso en edificaciones castreñas. En todos los casos la pretensión es clara: erradicar de esos poblamientos las creencias paganas que pudieran albergar y sustituirlas por una cristianización en progresivo afianzamiento. El Cristianismo astur durante la época tardorromana y altomedieval es evidente que contiene núcleos importantes de religiosidad pagana, romana o indígena, lo cual es coherente con el complejo proceso de implantación, a partir del siglo III, de las estructuras socio-culturales indígenas. Hecho muy unido, como es conocido, al declive de la presencia de Roma. La iglesia de la Santa Cruz sería, pues, edificada por el rey Fáfila, sucesor de su padre Pelayo, y su mujer Froliuba el 27 de octubre de 737, en la margen derecha del río Bueña, en Cangas de Onís, por entonces primera capital del incipiente reino, y consagrada a la Santa Cruz por el obispo Asterio. Se trata pues de la primera iglesia de patrocinio real del nuevo reino de Asturias. La primera referencia documental sobre la iglesia la encontramos en la Crónica Rotense (hacia el año 885). En ella se nos dice que Fáfila Basilicam in honore Sancte Crucis miro opere construxit (“Edificó, en una obra admirable, una basílica en honor de la Santa Cruz”). Según recoge la tradición, este templo fue depositario de la cruz de roble que Pelayo portó durante la batalla de Covadonga y que, más tarde, en el 908, sería recubierta por láminas de oro y piedras preciosas en el Castillo de Gauzón por el rey Alfonso III, pasando a llamarse Cruz de la Victoria. Construida sobre un montículo, emplazamiento que encerraba un antiguo dolmen del neolítico, la iglesia sufrió sucesivas transformaciones que la alteraron profundamente llevándola finalmente a la ruina. Tras ser reedificada en 1663, según constaba en las inscripciones grabadas en las pilastras de su arco central, durante la guerra civil española sería totalmente destruida. En la actualidad, sobre su emplazamiento se levanta una ermita moderna construida bajo la dirección de los arquitectos Emilio Antonio G. Capitel y Luis Menéndez Pidal en colaboración con el escultor Gerardo A. Zaragoza en el año 1950. Antes de su total desaparición en el año 1936 conservaba aún una lápida fundacional conteniendo una inscripción en un latín corrompido. La lápida se encontraba situada primitivamente en el arco toral siendo colocada con posterioridad en el lado del Evangelio presentando unas dimensiones de 0,68 m de alto por 0,89 m de largo. La inscripción de la lápida, hoy perdida, la conocemos gracias a haber sido copiada fielmente por Roberto Frassinelli, para la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Oviedo creada en 1844 y reproducida por Ciriaco Miguel Vigil. Se trata de una de las inscripciones más antiguas conservadas del reino cristiano de Asturias y su texto es el siguiente: (RESURGIT) EX PRECEPTIS DIVINIS HEC MACINA SA(CRA) OPERE EXIGUO COMTUM FIDELIBUS VOTIS PRESPICUE CLAREAT OC TEMPLUM OBTUTIBUS SACRIS DEMONSTRANS FIGURALITER SIGNACULUM ALME CRUCIS SIT CHRISTO PLACENS EC AULA SUB CRUCIS TROPHEO SACRATA QUAM FAMULUS FAFEFILA SIC CONDIDIT FIDE PROMTA CUM FROLIUBA CONIUGE AC SUORUM PROLIUM PIGNERA NATA QUIBUS CHRISTE TUIS MUNERIBUS PRO HOC SIT GRATIA PLENA AC POST UIUS VITE DECURSUM PRE(V)ENIAT MISERICORDIA LARGA HIC VATE ASTERIO SACRATA SUNT ALTARIA CRISTO DIEI REVOLUTI TEMPORIS ANNIS CCC SECULI ETATE PORRECTA PER HORDI(EM) SEXTA CURRENTE ERA SEPTINGENTESIMA SEPTAGESI M(A) QUINTAQUE Su trascripción es la siguiente: “Ved aquí restaurado, según los preceptos divinos, este edificio sagrado. Que con su modesta construcción y adornado con las oraciones de la fe, brille este templo con esplendor, ofreciendo a las santas miradas la señal de la Santa Cruz. Plazca a Cristo este santuario consagrado al pie del trofeo de la Cruz, que tu servidor Favila construyó con fe sincera, en unión de su esposa Froliuba y de sus amados hijos. Como recompensa de estos dones que te presentamos, ¡Oh Cristo! derrama plenamente tu gracia y que después del transcurso de esta vida, podamos gozar de tu generosa misericordia. En este lugar, por el obispo Asterius fueron consagrados unos altares a Jesucristo, al término de trescientos años mientras transcurría, según el orden (de los tiempos), la sexta edad de este mundo, el año 775 de la era hispánica”, o sea el domingo 27 de octubre del año 737. Esta inscripción ha suscitado numerosos problemas en cuanto a los datos expuestos en ella. Un ejemplo lo tenemos en la forma de reflejar la fecha que, aunque especifica de forma concreta el año 775 (737 d. C.), apunta cierto hermetismo en cuanto al día y al mes. Vigil propone respecto a este dato que sería una evocación a la primera consagración de los altares, 360 años antes, apoyándose en el vocablo resurgit para afirmar que esta inscripción alude a la reconstrucción de la iglesia y no a la consagración de un edificio exnovo. Sin embargo A. Lambert, da una interpretación mucho más sencilla que la de Vigil. Si partimos de que la costumbre de la época era realizar la liturgia de consagración en domingo, y realizando los cálculos sobre los datos expuestos textualmente en el texto de la inscripción, “Estos altares fueron consagrados a Cristo por el obispo Alterio el tricentésimo día transcurrido del año, en la sexta edad del mundo, corriendo la era 775”, la fecha exacta de consagración es el 27 de octubre de 737, que obviamente coincide con un domingo. En cuanto a la mención del obispo se señalan dos problemas, uno menor en cuanto al nombre, Asterio o Astemo, optándose como la más correcta la primera acepción, y otra mayor en cuanto a contextualizar el momento de la consagración. Hemos de recordar que Asturias en ese momento contaba con una reducida nómina episcopal en el siglo VIII, sin embargo la inscripción remarca la condición de obispo del oficiante aunque sin especificar la cronología de su pontificado, por lo que con toda probabilidad se tratase de un obispo trasladado a la región para realizar sus funciones episcopales, ya que de tratarse de su diócesis habitual no se omitiría ese dato. Otra cuestión nos es propuesta por la mención del oferente, Faffila, que si tenemos en cuenta el año de la inscripción podemos identificar con el rey Favila, hijo de Don Pelayo, que reina únicamente dos años y muere en el año 739. El carácter poético de la inscripción compuesta en versos hexamétricos indica la intención de los donantes de dar el máximo esplendor a la consagración del templo a pesar de la penuria reinante en Asturias en este momento. Además nos da ciertas pistas para reconocer un autor culto formado en ambientes refinados que trabaja al servicio del gobernante, con toda probabilidad un clérigo. Como bien indica Díaz y Díaz, esta incorporación literaria al servicio de la corte constituye una muestra de perduración de la tradición de los reinos anteriores, dentro y fuera de la Península, algo que confirman las investigaciones de García de Castro que encuentra paralelismos entre esta inscripción y la de San Juan de Baños. No es extraña la existencia de un templo precedente de culto cristiano, de hecho, la comarca donde se asienta la ermita era un activo centro de cristianización en los años previos a la penetración musulmana, siendo habitual, ya desde el siglo VI, la presencia de cuevas cenobíticas e iglesias rupestres. Sobre su tipología tenemos el testimonio del P. Carvallo, el cual asegura que “no es más que un humilladero, o capilla de sillería de ocho pies de largo y ocho de ancho, que yo la medí y toda es de sillería y después se le ha arrimado el cuerpo de la iglesia que tiene, porque no es de la traça de las iglesias de aquellos tiempos”. Según Ciriaco Miguel Vigil la iglesia tendría unas dimensiones de 15 x 15 m disponiéndose una sacristía en el costado de la Epístola cubierta con bóveda de cañón, todo el suelo estaría empedrado. Para Caveda y Nava según las escasas memorias existentes se habría edificado sobre otra construcción de igual tamaño, siguiendo la configuración de Santa María de Naranco, con una sola nave, a la que se le adosaba la capilla mayor. El inicio de la inscripción, perspicue clareat oc templum obtutibus sacris demonstrans figuraliter signaculum alme crucis sit Christo placens ec aula sub crucis tropheo sacrata, ha supuesto, para algunos autores, una clara referencia a la hipotética planta cruciforme que la iglesia de la Santa Cruz presentaría en origen. Schlunk cree que debía de corresponderse con una iglesia en la que permaneció la tradición del tipo visigodo de templo al estilo de Santa Comba de Bande y San Pedro de la Mata. De este modo podríamos vincular la arquitectura asturiana a la tradición hispanovisigoda, sin embargo, resulta difícil deducir la configuración original del templo con la documentación existente en la actualidad. A este respecto Vives es de la opinión de que la iglesia habría tenido “como objeto principal del culto una cruz, quizá de grandes proporciones”. A juicio de Schlunk una cruz de tales dimensiones difícilmente podría ser construida en piedra o madera, únicamente podría ser representada en pintura, algo prácticamente imposible para la época. Aunque nos encontremos con el primer templo construido bajo instancias reales, ello no debe hacer suponer que estemos ante uno de los primeros ejemplos de Arquitectura Asturiana. Con mucha probabilidad la iglesia de la Santa Cruz se trate de una obra modesta resultado de la aplicación de tradiciones constructivas locales. Para Javier Fernández Conde este texto de la inscripción fundacional, constituye el primer monumento escrito después de la invasión del 711 y el episodio de Covadonga. Nos proporciona una precisa información a pesar de que la inscripción se encuentra sujeta a controversias. El estudio de Fernández Conde tiene el gran valor de estar basado sobre una reproducción fotográfica del original actualmente perdido, como es conocido y realizada por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid. Para Fernández Conde la expresión del primer verso: Resurgit... hec macina sacra, puede interpretarse literalmente: “se construyó de nuevo esta fábrica”, es decir, se restauró esta iglesia a partir de una edificación preexistente, o de forma genérica: “se levantó” o “se construyó” esta iglesia.” Adoptar la primera lectura presupone aceptar la existencia de un santuario previo. Ello a su vez, admite la posibilidad de que el epigrafista esté refiriéndose a un lugar de culto pagano (previa construcción funeraria megalítica). El final del epígrafe expresa la data de su consagración: el año trescientos de la “sexta edad del mundo” -300 después de Cristo- y el primero del reino de Favila o sea, 737. Fernández Conde considera que las “cinco últimas líneas del texto actual no se corresponden con el primigenio, ya que esta parte del soporte parece estar alterada”. Por ello, cualquier lectura que intente compaginar ambas dataciones debe ser estudiada con prudencia. “Pero si era la data original, y todo parece indicar que lo fuera realmente” encontraríamos en esa doble fórmula cronológica el indicio de la existencia de un doble santuario en aquel lugar: el primero correspondería al datado por las “edades del mundo”, y el segundo a los comienzos de la jefatura política de Favila. A favor de esta tesis tenemos “el hecho de que existan en las localidades vecinas varios santuarios paganos a la vera de iglesias cristianas lo cual hace más razonable la hipótesis de Fernández Conde sobre la realidad de dos santuarios sucesivos, pagano y cristiano. El nombre de Asterio o Astemio, recogido con el título de “vate” consagrando la iglesia de la Santa Cruz, constituye una prueba de la existencia de obispos giróvagos, sin sede episcopal circunscrita a un territorio determinado, en los primeros tiempos de la resistencia cristiana contra el dominio islámico.