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Identificador
34829_04_005
Tipo
Fecha
Cobertura
42º 56' 27.09'' , -4º 16' 28.46''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín Obispo

Localidad
Salcedillo
Municipio
Brañosera
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
AUNQUE NO CONSERVADA en la actualidad, autores como Navarro y Rodríguez Muñoz recogen en sus estudios noticias de la existencia de una inscripción en el interior del templo. En ella figuraba la dedicación y consagración del edificio, el 11 de febrero del año 1118, por parte del obispo de Burgos, D. Pascual, quien ese mismo año consagraría también Santa Eugenia de Cordovilla y San Miguel de Brañosera. Esta zona de la actual provincia de Palencia formaba parte -en el siglo XII- de la diócesis burgalesa. Según estos mismos autores, Salcedillo perteneció al monasterio premonstratense de Santa María la Real de Aguilar de Campoo y al alfoz de esta misma villa, tal y como consta en un privilegio de Alfonso X (1255) recogido por González de Fauve. Su actual disposición en planta es el resultado de múltiples y profundas transformaciones, tal y como ocurre con otras iglesias de la zona del valle de Santullán. Posee dos naves, ábside semicircular precedido de presbiterio, un cuerpo de acceso a la espadaña (esta última adosada a los pies) y, por último, una sacristía cuadrangular adosada al lado sur de la nave. Exceptuando otros materiales localizados en lugares muy concretos (ladrillo, hormigón, mampostería y sillarejo), en la construcción de época medieval predomina la sillería arenisca de un grano muy fino, similar a la de Brañosera. Los distintos percances y reformas sufridas por el templo -como la de 1931- han supuesto profundas alteraciones de su fábrica primitiva. El hecho más importante, sin lugar a dudas, fue su voladura con dinamita en 1934, que supuso la práctica destrucción del edificio, como ocurrió con Santa Eulalia de Brañosera y Santo Tomás de Barruelo. Pocos años después, en la década de los 40, distintas obras de reconstrucción intentarían devolverle -con mayor o menor acierto- su aspecto original. La iglesia de San Martín contaba, al parecer, con dos naves separadas entre sí por dos grandes arcos formeros apuntados: una principal y otra añadida al lado sur. En esta última se abren, además de la portada, tres vanos de medio punto y ambas se cubren con hormigón que posteriormente se retocó con un enlucido de yeso. Al norte de la nave principal se conserva semiderruida la que debió ser otra nave abierta mediante un gran arco apuntado. Un arco triunfal de medio punto, con triple arquivolta lisa y restos de policromía en sus dovelas, da acceso a la cabecera que a su vez se compone de presbiterio recto y semicírculo absidal, cubriéndose el primero con una simple bóveda de cañón apuntado, mientras que el segundo lo hace con la característica bóveda de horno o de cuarto de esfera, en este caso iluminada por un óculo que ayuda a dar un poco más de luz al ya de por sí oscuro edificio. Al exterior sendos contrafuertes (el del lado sur oculto por la sacristía) contrarrestan el empuje del arco triunfal y una única ventana de medio punto abierta en el centro dinamiza el paramento absidal, que se asienta sobre un doble zócalo o basamento. El conjunto se completará con la presencia de una sacristía y de la espadaña, de perfil escalonado y relativamente moderna, con doble nivel de campanas, a la que se adosó una torre prismática del siglo XVIII. La portada, abierta en un antecuerpo saliente del muro meridional, es el vestigio más íntegro del edificio medieval y condensa la práctica totalidad de la ornamentación escultórica. Está formada por arco de medio punto y tres arquivoltas protegidas por guardapolvo decorado con doble banda de semibezantes separados por una línea. Las arquivoltas reciben decoración de bocel abilletado la externa, bocel sogueado entre medias cañas con bolas la media y banda de flores heptapétalas inscritas en roleos la interna. Descansan sobre jambas y una pareja de columnas acodilladas cuyos capiteles, muy erosionados, se decoran, el de la derecha, con dos leones rampantes afrontados sobre hojas lisas con volutas, mientras que el de la izquierda, prácticamente ilegible, desarrolla el mismo motivo de animales afrontados. Las basas descansan sobre altos plintos. El cimacio se desarrolla como imposta por las jambas y se decora con un friso de flores cuatripétalas inscritas en círculos que recuerdan a las de Pozancos y Rebolledo de la Torre. Todavía son visibles, tanto en este muro norte de la nave como en el del lado sur, una serie de canecillos que no hemos de catalogar como medievales, sino como modernos pues presentan la misma talla que los actualmente existentes en la iglesia de Barruelo de Santullán y fueron obra de los mismos canteros que trabajaron en la restauración de estos edificios en la década de 1940. Otro tanto ocurre con la ornamentación de dientes de sierra que decora las cornisas. Tan sólo los canecillos del exterior del ábside podemos considerarlos originales. Merece señalarse la existencia de un pequeño relieve probablemente descontextualizado, aparentemente un cuadrúpedo situado en el ángulo noreste de la nave principal, por encima del tambor absidal. Pese a la dificultad de lectura que supone su complicada historia, la primera fase constructiva, románica del siglo XII, dotaría al edificio de la que habría de ser su configuración original y comprendería la nave y la cabecera, si bien García Guinea sólo considera románico -y por tanto lo único que resta de la primitiva iglesia consagrada por el obispo burgalés- el ábside y la portada. En una segunda campaña, que podríamos datar a lo largo de los siglos XVII-XVIII, se llevaría a cabo la construcción de la torre, espadaña y sacristía. Analizando detenidamente su planta se podría afirmar que la iglesia constaba en origen de una sola nave, en cuyo muro sur se localizaría la portada, ahora desplazada y abierta en el muro meridional de la nave añadida. Navarro García nos habla de la existencia de una Virgen románica sedente “anterior a la iglesia, que procedía de una ermita desaparecida, más antigua que el templo que reseñamos...”, así como de “una primorosa pila bautismal, entre las de más mérito en la copiosa serie palentina”. Ambas piezas han desaparecido.