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Planta

Identificador
09200_01_013
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 41' 3.02'' , - 2º 57' 0.29''
Idioma
Autor
Mónica Prada Corral
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Nicolás

Localidad
Miranda de Ebro
Municipio
Miranda de Ebro
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SAN NICOLÁS se encuentra en la margen izquierda del Ebro a la que podemos acceder desde el núcleo más antiguo de la ciudad atravesando el puente o bien seguir la margen izquierda y acceder directamente al templo. Aparece ya citada en el Fuero de Miranda junto a la de San Martín siendo ambas juraderas. En la que nos ocupa prestaban juramento los querellantes que vivían en la orilla izquierda del río en que se incluían también a los de Álava. El templo histórico al que se refieren los documentos debe corresponder con el actual del Espíritu Santo. La iglesia que vemos en la actualidad es fruto de una importante reconstrucción pues fue destruida durante la última guerra civil. La misma, ubicada sobre el templo al que se refieren los documentos medievales, parece una obra de finales del siglo XII o muy comienzos del XIII. A pesar de ello se puede decir que las trazas y formas actuales respetan las anteriores, si bien únicamente el ábside y la portada son románicos, el primero construido probablemente antes que la segunda. El ábside es poligonal y tanto su estructura como la articulación de sus paramentos exteriores nos indican un momento avanzado dentro del románico, tal vez comienzos del siglo XIII. Sobre los ángulos que se forman en la unión de los cinco lados del polígono, se superponen unos soportes que son columna doble en dos terceras partes y sencilla en el tercio superior. A su vez estos soportes y todo el ábside se apean en un destacado banco. En cada uno de los cinco paños se abre una arcada que ocupa toda su anchura; estas arcadas cobijan cinco ventanas de tipo portada con doble arquivolta. Además dos líneas de imposta dividen el ábside en tres cuerpos: una corre a la altura de la base de las ventanas y otra a la altura del cimacio de sus capiteles y de los que rematan las dobles columnas que se adosan a los ángulos del polígono. E1 resultado es un ábside cargado de elementos arquitectónicos que apenas dejan trozos de su paramento desocupados. La ornamentación escultórica, presente en capiteles y canecillos, ofrece poco interés, además de estar muy deteriorada. Por el interior el ábside nos presenta un amplio presbiterio dividido en dos tramos y una capilla absidal donde volvemos a ver las cinco ventanas exteriores, separadas por unas columnas que llegan hasta el suelo. Del capitel de cada una de ellas arranca un nervio que va a juntarse con los demás en la clave superior; sobre estos nervios va la bóveda de horno. La portada se ubica en el muro sur, ligeramente adelantada respecto a la línea general del muro. Consta de tres arquivoltas apuntadas en cuya decoración predominan las puntas de diamante y los dientes de sierra. El guardapolvo lleva una serie de hojas de acanto muy geometrizadas dispuestas en sentido radial. En cada lado hay tres columnas acodilladas dispuestas entre jambas de aristas aboceladas. En los capiteles del lado izquierdo -aunque muy deteriorados- se distinguen varias escenas de tipo ejemplar. En uno de ellos aparece, en una de sus caras, un diablo arrastrando a un personaje semidesnudo, mientras que la otra la ocupan dos reptiles que muerden a un hombre que lleva una bolsita colgada al cuello. El otro capitel muestra en un lateral a un diablo agarrando por los pelos a una mujer a la que, a su vez, una serpiente muerde el pecho, y en el otro lado a un monstruo con las fauces abiertas al que un diablo se dispone a lanzar a un ser humano. Es claro el simbolismo relacionado con distintos pecados (avaricia, lujuria...) que tienen estos capiteles. Por otra parte, los capiteles del lado derecho de la portada se decoran con hojas de elegante factura rematadas en caulículos, salvo uno de ellos en el que aparecen un león y un castillo, lo que ha sido puesto en relación por algunos autores con la unión de Castilla y León a partir de 1230. El tejadillo de la portada se apea en ocho canecillos adornados con flores cuatripétales, un buho o lechuza, varios rombos inscritos unos en otros y varias cabezas antropomorfas, algunas de las cuales están dotadas ya de rasgos más naturalistas que nos anuncian unos presupuestos estéticos que ya no son los típicamente románicos. Una de ellas destaca además por el curioso gorro cónico que la cubre. J. Vélez Chaurri considera que estamos ante un templo románico de transición cuyo ábside se levantó en el segundo decenio del siglo XIII, mientras que la portada podría ser de los comienzos del segundo tercio de siglo. Destaca también la categoría arquitectónica del ábside.