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Pinturas murales de la torre

Identificador
49800_01_058
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 31' 23.12'' , -5º 23' 48.37''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro del Olmo

Localidad
Toro
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LOS RESTOS DE LA QUE FUERA iglesia de San Pedro se hallan entre la plaza de su mismo nombre, el colegio Amor de Dios y la calle Abrazamozas, cerca de la puerta de la primera muralla que daba salida hacia Pozoantiguo, de ahí que en un documento de1260 aparezca citada como Sanctus Petrus de Porta Putei. Se trata de un edificio construido en sus partes más antiguas con ladrillo recubierto por un enfoscado de cal y arena, salvo los frisos y los arcos que quedan a la vista. Su construcción se enmarcaría en los primeros años del siglo XIII en correspondencia con los templos de San Salvador de los Caballeros y Nuestra Señora de la Vega -consagrada en 1208- con los que guarda gran afinidad estilística. Una donación hecha por Domingo Levita a la encomienda sanjuanista de Santa María de la Vega y a su criado converso Juan Domínguez certifica su existencia en la primera mitad del siglo XIII: Insuper hec omnia mando et dono a Johane Dominguez illas meas casas qui sunt circa Sancto Petro. A esos momentos corresponden la cabecera, la portada meridional y la torre. En el siglo XIV se abrió la portada occidental y se reformó el cuerpo de iglesia con la construcción de tres naves separadas por cuatro arcos formeros soportados por pilares cilíndricos y prismáticos. En 1896 fue suprimida como parroquia y en 1911 se vinieron abajo las cubiertas de la nave. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional por Real Orden de 16 de mayo de 1929. Actualmente se encuentra en estado de ruina consolidada, manteniéndose únicamente en pie el ábside, los muros de la nave y parte de la torre. El elemento más significativo y mejor conservado es la cabecera cuya visión de conjunto se ve entorpecida por la tapia de un edificio colindante. Sus paramentos exteriores se decoran con un único orden de arquerías ciegas formadas por arcos de medio punto doblados que cubren por igual el muro sur del presbiterio y el tambor absidal, excepto tres de ellos que cobijan a su vez una aspillera enmarcada por otro arco de medio punto. Este ritmo se ve igualmente alterado en el tramo recto del lado norte donde además de los arcos aparecen recuadros. Coronando los muros se dispone un alero escalonado y bajo éste frisos de sardineles, esquinillas y nacelas, de modo muy parecido a los ábsides de San Salvador de los Caballeros. Al interior de la capilla se accede por un arco triunfal apuntado de triple rosca enmarcado por un alfiz rematado por dos frisos de sardineles separados por uno de esquinillas. El muro del hemiciclo se articula en dos niveles de arquerías separados por otro friso también de esquinillas. La inferior consta de cinco arcos de medio punto doblados y la superior de otros siete más sencillos, tres de los cuales corresponden a las antiguas aspilleras cegadas mientras que otros cuatro más estrechos se colocan entre ellas. Estos arcos aparecen cubiertos por unas pinturas murales de finales del siglo XIII o principios del XIV que fueron descubiertas en 1911 al retirarse el retablo mayor que las ocultaba. Representan al Pantócrator acompañado del colegio apostólico al completo. Un arco apuntado y doblado separa el hemiciclo absidal del presbiterio cuyos muros se decoran con dos arcos doblados ligeramente apuntados. Se cubre todo este espacio con una bóveda de cañón apuntado y otra de horno que arrancan en ambos casos de un friso de ladrillos en esquinilla al que se superpone otro de nacelas. A la izquierda del arco triunfal, coincidiendo con la parte baja de la torre, se abre una pequeña capilla abovedada decorada con pinturas murales del mismo momento que las del ábside. Escenifican la Presentación en el templo -con apenas unos trazos dibujísticos- y un cielo estrellado presidido por el Agnus Dei. Post relacionó este conjunto con el de Alcazarén ( Valladolid) y lo dató en los años finales del siglo XIV, opinión que comparte Luis Grau que lo considera contemporáneo de la reforma y ampliación del templo. Por su parte Navarro Talegón encuadra estos murales en los primeros años de la misma centuria. Según este mismo autor, Llopart Castells trasladó a lienzo en 1973 un fragmento de mural con la Virgen y el Niño lactante acompañados por una pareja de ángeles ceroferarios, actualmente en paradero desconocido. El muro sur, actualmente revocado, está construido a base de hormigón de cantos rodados con encintados de ladrillo en su tramo más oriental, al igual que ocurre en el Santo Sepulcro y en Santa María de Arbas. En este lado se abre una portada de ladrillo -muy restaurada- flanqueada por dos pilastras y formada por un arco de ingreso apuntado y tres arquivoltas que descansan sobre impostas de nacela en su intradós. Por encima corren dos frisos de esquinillas separados por uno de sardineles, exactamente igual que en la portada septentrional de San Salvador. Esta portada quedó inutilizada en el siglo XVIII al colocarse por la parte de dentro un retablo con su mesa de altar. En torno al XIV se procedió a la reforma y ampliación del edificio lo que motivó, entre otras cosas, la apertura en el hastial occidental de una puerta de piedra con arco apuntado y otra más sencilla en el muro norte que fue tapiada a mediados del siglo XVIII y descubierta en 1990. Al mismo tiempo se compartimentó el interior en tres naves separadas por pilares cilíndricos y prismáticos y cubiertas por una armadura de par y nudillo. Gómez- Moreno que llegó a ver la iglesia en pie describía su interior así: “Las naves son posteriores, y atan mal con el ancho de la capilla; divídenlas dos grandes arcos alancetados por banda y arrancando en medio sobre una robusta columna, y la armadura es morisca, de par y nudillo, con cuatro pares de tirantes perfiladas, cuyos canes revelan grande antigüedad; el almizate resulta estrechísimo, y el arrocabe se compone de dos aliceres pintados groseramente, como también la tabicas y las calles de la armadura, ostentando, entre atauriques, escudos de Castilla y León, más otros en banda. Quizá date del siglo XIV, en que estas naves se hicieron, como acredita su portada gótica de piedra con arco agudo y molduras”. Según Navarro Talegón esta reconstrucción nunca se concluyó en el estilo de la cabecera y ésta, del siglo XIII, se habría antepuesto al cuerpo de un templo más antiguo, extremo éste que no pudo certificar la excavación realizada en 1990. En cualquier caso, parece que el proyecto inicial sólo comprendió una nave al igual que otras iglesias de Toro que siguen el mismo patrón arquitectónico. La consagración de la ermita de Nuestra Señora de la Vega en 1208 puede servir de referencia para establecer una cronología aproximada de la iglesia de San Pedro. Para Manuel Valdés Fernández dataría del primer tercio del siglo XIII y formaría parte de la que él denomina “fase clásica zamorana” del mudéjar castellanoleonés.