Identificador
47420_01_057
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 21' 50.79'' , -4º 31' 50.89''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Íscar
Municipio
Íscar
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
ESTA IGLESIA, QUE REÚNE también la advocación de San Pedro, tras haberse anexionado esa extinta parroquia, se halla en el sector oriental de la población, rodeada de un alto atrio que la hace inaccesible por cualquier lado que no sea la escalinata. Es posible que un par de documentos relacionados con el monasterio palentino de San Zoilo de Carrión de los Condes nos refieran las primeras noticias del templo, si es que podemos identificarlo con el monasterio que se menciona en ellos. Así el 14 de septiembre de 1089 el conde Martín Alfonso dona al monasterio carrionés el cenobio de Santa María de Íscar, con su iglesia y el cementerio anejo, aunque pocos años después, en 1101, San Zoilo permutará el monasterio de Íscar y sus propiedades –que habían sido acrecentadas por Urraca Martínez, hija del conde– con Santa María de Valladolid, sin que tengamos después otras noticias de esa comunidad. Nada quedaría de aquella antigua fábrica y lo que hoy podemos contemplar es un edificio en cuya construcción se ha empleado piedra y ladrillo, según los sectores, y que consta de cabecera con ábside semicircular, tramo presbiterial y tres naves de tres tramos, separadas por arcos apuntados que apoyan en gruesas columnas cilíndricas. Una torre de planta cuadrada se adosa a la fachada sur, lo mismo que la sacristía, y también a ese lado se halla la portada. Sin embargo del estilo que nos interesa es únicamente la cabecera. Exteriormente el ábside se asienta sobre un zócalo de sillería caliza, sobre el que se levanta otro sector de mampuesto antes de dar paso a la fábrica de ladrillo, articulada ésta con tres cuerpos de arcos de medio punto, doblados, dispuestos al tresbolillo, todos ciegos. El muro semicircular está formado en realidad, de forma muy evidente, mediante doce planos rectos, el mismo número de arcos que se disponen en cada cuerpo. Finalmente un friso de segmentos en esquinilla precede al alero, formado por ladrillos aplantillados en nacela. El presbiterio, también con zócalo de piedra, está muy enmascarado por los añadidos posteriores. Es ligeramente más ancho que el ábside y de la misma altura, con un cuerpo inferior formado por tres arcos doblados, de medio punto, dentro de casetones, idéntico al segundo, que se dispone en la misma vertical y rematado por un tercero en el que los arcos han sido sustituidos por dos casetones rectangulares, paralelos, dentro de otro de mayor tamaño. El alero, plano, debe ser completamente nuevo, fruto de modernas restauraciones que han debido afectar también a buena parte de los paramentos. En el interior todo aparece con un revoco de época barroca. El ábside se cubre con la habitual bóveda de horno mientras que el presbiterio lo hace con una bóveda de cañón de dos tramos, separados mediante un fajón central. Los muros de este sector, que han sido desprovistos del revoco, están decorados en cada lado por sendos arcos de medio punto doblados. Una pilastra separa ambos arcos, mientras que otra de triple escalonamiento sirve de tránsito al ábside, idéntica a la que conforma los soportes del arco triunfal, rematado en lo que parece una triple arquivolta, actualmente revocada. Las tres naves están construidas en piedra, siendo la central de la misma anchura que la cabecera y las dos laterales más estrechas, en origen además más bajas. A ellas se asocia la sencilla portada de arco apuntado, de cronología gótica. La existencia de dos construcciones bien diferenciadas, cabecera por un lado y naves por otro –al margen de añadidos postmedievales–, con empleo de dos materiales distintos, parecen evidenciar dos etapas en la fábrica de la iglesia, en las que una cronología de fines del XIII o XIV para las naves resulta evidente. Más complejas pueden ser las fechas de la cabecera, a la que Valdés encuadra dentro de la “fase manierista” del mudéjar, con una data en la segunda mitad del siglo XIII o comienzos del XIV, es decir, muy similar a la que suponemos para las naves. Sin duda es difícil precisar si estamos ante dos momentos bien diferenciados , con una clara permanencia de modelos románicos en el ábside y formas netamente góticas en las naves, acompañado todo además de una cambio evidente de materiales o, por el contrario, son obras prácticamente coetáneas y sólo hay un cambio de estilo que se refleja en el empleo de dos distintas tipologías artísticas que conviven en toda la comarca. Ciertamente, según la opinión de Valdés, habría que abogar por esta segunda posibilidad y en este sentido el empleo de determinadas técnicas de trabajo de la piedra en el zócalo de la cabecera hacen indiscutibles, también a nuestro juicio, unas fechas de al menos mediados del XIII.