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Pila bautismal

Identificador
40237_01_006
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 29' 39.18" , -3º 57' 39.56"
Idioma
Autor
Raimundo Moreno Blanco
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Sacramenia
Municipio
Sacramenia
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SAN MARTÍN está ubicada en la parte alta del caserío, a escasos metros del edificio de Ayuntamiento. Se encuentra rodeada por un pretil que delimita el atrio que a su vez está abierto al este por un arco de grandes dovelas. A la misma altura en la trama urbana y unida a esta por la calle de las Iglesias como se ha dicho, se encuentra la de Santa Marina, dejando patente la pujanza de Sacramenia en época medieval ya que a estos edificios habría que unir la ermita de San Miguel y el cercano monasterio de Santa María en el coto de San Bernardo. A mediados del siglo XIX el culto estaba suprimido en ella. El presente edificio ha experimentado la variación en su estructura tantas veces repetida en la arquitectura románica rural segoviana, esto es, se ha conservado de la primitiva fábrica la cabecera, siendo por completo modificados y ampliados el cuerpo de la nave, la torre y la sacristía en tiempos del barroco. En cualquier caso, la planta del primitivo San Martín en poco diferiría del modelo de cabecera semicircular adosado a una nave rectangular y sacristía al sur. No quedan restos del pórtico que, de existir, no alcanzaría un gran desarrollo por lo escarpado del terreno en el costado meridional; no parece descabellado que la torre se situara a los pies dadas las características del terreno o adosada al costado septentrional de la nave como en el caso de la cercana Santa Marina. Al exterior son exiguos sus restos, reduciéndose como hemos dicho a la cabecera y alguna pieza reaprovechada con perfil de bocel o marcas de labra a hacha incrustada en los muros, preferentemente en el meridional. El ábside se divide mediante dos semicolumnas que lo articulan en tres tramos y apoyan en basas formadas mediante un toro, escocia, y otro toro oblongo de mayor diámetro y con garras sobre plinto y basamento; los capiteles, hoy segados, alcanzaban la línea de cornisa primitiva. Cada uno de los tramos está presidido por un ventanal habiéndose agrandado el vano de los dos extremos en reformas posteriores. En su diseño primitivo los tres responderían a la misma estructura de aspillera bajo un arco de medio punto y arista cóncava que apea en columnillas, todo acogido por una chambrana abiselada. Sólo se decoran los capiteles de los ventanales sur y este, todos ellos con toscos y carnosos motivos vegetales que recuerdan la escultura del monasterio de Santa María. La primitiva línea de cornisa conserva sus canes con perfil en nacela, a excepción de uno de temática fálica; el recrecimiento pertenece a época posterior a la que aquí se trata. A este caso como a pocos se adapta el verbo al decir que el cuerpo de la nave ha sufrido intervenciones hasta llegar al estado que hoy nos muestra. No hay rastro en él de obra románica. Únicamente sirven de peanas a distintas imágenes una basa y dos capiteles de los que desconocemos la procedencia. En el muro oeste se encuentra dispuesta la columna, invertida, cuya basa formada por un toro achatado y deteriorados plinto y basamento sostiene un San Sebastián barroco. Arrimada al muro del evangelio y cercana al de los pies, hace las mismas funciones una cesta torpemente superpuesta y unida con cemento a una columna con la que nunca convivió, dado que el capitel se diseñó para recibir columnillas pareadas, al igual que su compañero de fatiga. En el lado más ancho muestra dos aves con la cabeza vuelta, picoteando unos racimos de uvas en alusión eucarística. En la cara más corta, hoy dispuesta hacia el oeste y con las lógicas limitaciones de espacio, se repite el anterior tema, mientras que en el opuesto se dispone un batracio, quizá en contraposición como alusión al maligno. La cronología parece tardía, perteneciente a bien entrado el siglo XIII, a juzgar por el movimiento de las aves y el trato que recibe el plumaje. En cualquier caso es obvio que nada tienen que ver su factura, de mayor calidad, y temática con la del resto de la escultura conservada del templo. Similares conclusiones transmite el segundo de los capiteles, proveniente a juzgar por sus dimensiones y disposición del mismo lugar que el primero. En este caso la escena que representa en las tres caras que quedan vistas es la psicostasis. En el lado mayor se representa el núcleo principal de la escena, donde San Miguel sostiene con la mano izquierda la balanza del peso de las almas ante una figura deteriorada que hemos de entender como el demonio valiéndose de argucias para desequilibrarla en su favor. La figura del arcángel es de canon achaparrado, limitado por el marco espacial de la cesta, de su rostro las únicas facciones aún reconocibles son unos grandes ojos almendrados y orejas circulares y despegadas de la cabeza. Viste túnica de pliegues circulares en la parte inferior y cuenta con grandes alas que en el caso de la derecha se explaya por todo el frente menor del capitel para servir de base a la representación de los justos -de esquemático rostro circular y disposición isocefálica-. En el lado opuesto se disponen los condenados representados por dos personajes que se encuentran muy deteriorados. La cabecera es la zona del templo que, aunque retocada en sus bóvedas -hoy yeserías barrocas de medio cañón y horno-, se conserva con una mayor fidelidad a sus orígenes medievales. Se forma mediante los usuales tramos recto presbiterial y curvo absidal. Da paso a ella el triunfal de medio punto sustentado por esbeltas columnas pareadas que comparten capitel a ambos lados: el del norte se desfiguró por completo al picarlo para realizar el enyesado de la zona aunque aún se intuyen motivos vegetales; el del sur conserva una escena de tosca labra donde una pareja de dragones de aspecto “naif” con colas terminadas en bucle y carentes de estudio anatómico, acechan a un personaje humano arrinconado en el costado este. El mismo tipo de representación de animales monstruosos se emplea en la cercana iglesia parroquial de Castro de Fuentidueña. El muro del tramo presbiterial se articula mediante una teoría de tres arquillos por lado de medio punto, compartiendo apeos los tangentes. Ninguno de ellos ha conservado la decoración de sus capiteles y sus basas se forman mediante una escocia entre dos toros, aplastado el inferior sobre un plinto y garras en las esquinas. Al sur la arquería se ha abierto en su arco más occidental para abrir la puerta de la actual sacristía. Las bóvedas arrancan de una imposta de nacela y listel que debió correr por la totalidad del ábside. El hemiciclo se encuentra oculto por un retablo barroco dedicado a San Martín obispo, titular de la parroquia. En la zona de los pies se conserva la pila bautismal de traza románica, que al decir del actual párroco fue intercambiada con la de Santa Marina en el tercer cuarto del siglo pasado tras un intento de venta. Se trata de una pieza de copa semicircular de 117 cm de diámetro sobre pie cilíndrico de 43,5 cm de altura. Ostenta una de las ornamentaciones más descollantes en las pilas segovianas de la época, decorándose con grandes gallones bajo una cenefa de palmetas y tallo ondulante. Asoman en las enjutas entre gallones rostros, de la misma manera que en Sebúlcor, o Castroserracín, o en la provincia de Burgos en los casos de Fuentelisendo (procedente del despoblado de Corcos), Hontangas, Torregalindo y una de las de Moradillo de Roa; con la diferencia de que en este caso en el frontal se dispone un gran ángel de alas explayadas, vestido con túnica de gruesos pliegues y portando una tela. Entre los rostros destaca uno barbado que comparte características formales con el Moisés de San Miguel de Fuentidueña y el mismo personaje en Pecharromán, lo que unido a los rostros y cabellos de las demás figuras nos hacen pensar en un escultor ligado al denominado por Ruiz Montejo taller de Fuentidueña. El pie también está decorado, representándose rosetas terapétalas con botón central insertas en clípeos, a excepción de una cruz patada que aparece en zona cercana al ángel, al modo de la pila del antiguo poblado de Corcos y ahora ubicada en Fuentelisendo (Burgos).