Identificador
34810_07_007
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 50' 3.25'' , -4º 15' 45.72''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Matalbaniega
Municipio
Aguilar de Campoo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA ANTIGUA IGLESIA MONÁSTICA aparece hoy como un templo de carácter eminentemente rural, de nave única, ábside semicircular precedido por presbiterio rectangular, portada abierta en el muro norte y torre cuadrada a los pies, todo ello realizado en sillería arenisca. El tránsito entre la cabecera y la nave se realiza mediante un arco triunfal apuntado y doblado que apoya sobre semicolumnas rematadas con capiteles historiados. El hemiciclo se cubre con bóveda de horno, en tanto que el presbiterio recibe una de cañón apuntado. La nave es de mayor altura que la cabecera y pese a que hoy se encuentra totalmente reformada, debió recibir en origen una cubierta de madera a dos aguas, como se deduce de la ausencia de contrafuertes en los muros de la nave. El ábside, levantado sobre un zócalo, articula exteriormente su tambor en tres calles delimitadas por contrafuertes prismáticos que rematan en talud bajo la cornisa. Una imposta de caveto le recorre a la altura del umbral de la ventana, la cual consta de arco y arquivolta apuntados, se abre en el eje y es la única fuente de iluminación actual de la cabecera, aunque en tiempos en el paño meridional del hemiciclo se abría un vano posmedieval, hoy cegado, y en el tramo recto inmediato una saetera. La cornisa, decorada con tres filas de abilletado en la cabecera, y grecas y palmetas entre entrelazos en la nave, apoya sobre una riquísima serie de canecillos decorados. El acceso se realiza actualmente a través de la portada abierta en el sobresaliente antecuerpo del muro norte de la nave, habiéndose perdido el tejaroz. Posee arco de medio punto y cuatro arquivoltas, alternando dos lisas y dos molduradas con bocel entre cavetos con bolas y abilletados. Apoyan en jambas lisas con dos pares de columnas acodilladas rematadas con capiteles historiados y cimacios corridos de abilletado. En el muro meridional de la nave se abría otra portada románica, hoy cegada, que según García Guinea daría acceso al templo desde el claustro o desde las desaparecidas dependencias monasteriales. Hoy semienterrada, su configuración es en todo similar a la de la portada norte, con arco de medio punto, una arquivolta de bocelón entre medias cañas, con bolas y banda de taqueado, que apoya sobre una pareja de columnas acodilladas, con capiteles decorados y arquivolta lisa. En el hastial se levanta una torre cuadrada, reformada en época posmedieval -siglos XVII o XVIII-, a la que se accede por una pequeña puerta abierta en el muro sur y precedida de algunos peldaños de piedra. La original románica parece ser que tuvo esta misma forma, si bien no llegó a concluirse o se derrumbó el coronamiento, reformándose con posterioridad e incluyendo en la nueva obra las troneras que miran al norte. También se encuentra modificado el muro sur y el ángulo suroeste del edificio, adosándose al muro norte del presbiterio la sacristía, de época moderna. En el apartado escultórico, la portada septentrional decora sus capiteles con representaciones de personajes sedentes y figuras animales y mascarones, todo de difícil interpretación, dado además lo erosionado del relieve. La ventana abierta en el muro norte se compone de dos arquivoltas, una con baquetón y la otra lisa, con chambrana taqueada y columnas acodilladas, con capiteles decorados con parejas de toscas aves afrontadas que picotean un fruto. Los capiteles de la portada meridional se ilustran de nuevo con la misma pareja de aves afrontadas, en uno de los casos, y con dos filas de hojas lisas y remate de volutas, en el otro; sus cimacios son idénticos al alero de la nave, con palmetas entrelazadas. Sobre esta portada y a lo largo de todo el muro meridional aparecen cinco canecillos, que para García Guinea son indicio de una techumbre, tal vez galería o claustro. Sobre esta línea de canes, hoy sin función y en el mismo muro meridional de la nave, se abren dos ventanas románicas abocinadas, de configuración análoga a la ventana del muro septentrional. El ventanal derecho está decorado con capiteles que representan figuras humanas -imposibles de interpretar por la erosión de la pieza- y cabeza con lazos vegetales en espiral. El vano izquierdo presenta la particularidad de tener columnas relivarias en sus fustes, con una pareja de personajes; el derecho, vestido con ropas talares, representa a un clérigo -posiblemente un abad- en actitud bendicente con su diestra y portando un báculo en la otra mano. La figura del fuste izquierdo muestra a un orante realizando el gesto típico de oración, con las manos sobre el pecho, enseñando las palmas extendidas. Otros ejemplos de fustes decorados en el románico palentino aparecen en la portada de Santiago de Carrión de los Condes, en la capilla interior de la iglesia de Villadiezma y en la portada de Tablares. Los capiteles están decorados con gallináceas afrontadas y con un motivo vegetal idéntico al capitel del otro vano (cabecita con entrelazo vegetal), mientras que los cimacios portan bolas. El vano abierto en el ábside está flanqueado por dos capiteles de crochets que sostienen una arquivolta apuntada. Destaca no obstante en el apartado escultórico de este edificio la rica e interesante colección de canecillos que sostienen la cornisa de la nave y de la cabecera. Se caracterizan por la cantidad -superan los setenta- y por la variedad de motivos que representan, pudiéndolos agrupar en diversos tipos. Algunos presentan re p resentaciones antropomórficas con carácter fálico, otros son personajes portando libros y objetos, tocando instrumentos musicales (una doble flauta y un arpa salterio al igual que en Cillamayor); otros más se decoran con temas zoomórficos: animales fantásticos, monstruos, aves, bueyes, liebres, etc.; y por último los hay de motivos vegetales y geométricos: rollos, bolas, espirales, tallos entrelazados... Una de las características más peculiares de estos canes es el alargado canon aplicado a la figuración. En el interior del templo, las columnas del arco triunfal, apuntado y doblado, se apoyan sobre capiteles superpuestos que repiten el tema del personaje dominando leones. La composición muestra a un tosco personajillo, de desproporcionado canon, erguido sobre los lomos de dos parejas de leones afrontados y contrapuestos dos a dos que vuelven sus testas hacia el personaje, quien ase con una cuerda sus cuellos. Recuerda en su disposición algunas cestas de Frómista, Santa Eufemia de Cozuelos o Cillamayor. Las basas, que arrancan de un pequeño podium, se forman por toro perfecto y bolas angulares, mientras que los cimacios están decorados con taqueado. En lo alto del coro, un vano románico comunica con la torre, mostrando capiteles decorados con aves afrontadas y espirales. La decoración de San Martín de Matalbaniega revela una interpretación de los motivos más característicos de la plástica del románico pleno, aunque en manos de un artífice de escasos recursos técnicos y en una época bien muy avanzada dentro del siglo XII o ya en los inicios del XIII, como parece indicar la presencia de los dos capiteles de crochets en la ventana absidal, inspirados en modelos evidentemente tardíos. En la actualidad, en el interior de la iglesia no se conserva ninguna imagen medieval, aunque el autor del Catálogo Monumental nos habla de “una preciosa Virgen sedente, del siglo XII, en un sillón de época y sobre una peana hexagonal”, refiriéndose sin duda a la imagen gótica que todavía podemos contemplar.