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Detalle de timpano y de crismón

Identificador
31264_01_064
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 37' 13.81'' , -2º 0' 46.48''
Idioma
Autor
Julia Baldó Alcoz
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Juan Bautista

Localidad
Aberin
Municipio
Aberin
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA IGLESIA SE LOCALIZA en la parte superior de la población, rodeada de algunos grupos de viviendas y dependencias privadas destinadas a uso agrícola, que antiguamente formaron parte del complejo del Hospital de San Juan de Jerusalén. El exterior destaca por la altura de sus muros, construidos en sillar regular. En su flanco sudoccidental, a los pies del templo, se emplaza una torre de planta rectangular que parece haber sido desmochada posteriormente para abrir un campanario al sur a partir de dos arcos de ladrillo. Mientras que al este se descubre una hilera de modillones que soportaría un matacán superior, revelando así su finalidad defensiva. Igualmente, llaman la atención los potentes contrafuertes prismáticos que recorren todo el perímetro exterior del templo (cinco en el sur y el norte, incluidos los de la torre, más cuatro en el ábside) y del torreón (dos en cada frente norte y sur que fueron recrecidos posteriormente); uno de ellos, el apostado en el centro del muro norte, fue eliminado para implantar allí el frontón de la localidad. Es en esta zona donde puede observarse con mayor claridad el desnivel de terreno existente y la máxima altura que alcanzan los muros de la construcción, por lo que quizá deba pensarse en la existencia de una cripta en la parte subterránea de la iglesia, como se comentará al describir el interior de la cabecera. En el flanco sur se aprecia, asimismo, la reconstrucción de una parte del lienzo superior del muro y las marcas que revelan la presencia anterior de un pórtico, posiblemente barroco que, de hecho, permaneció en pie hasta 1998, cuando fue demolido por la Institución Príncipe de Viana debido a su estado de ruina. Quedó pendiente entonces la construcción de un nuevo atrio que proteja la portada. De él han quedado testimonios escritos y gráficos en publicaciones como el Catálogo Monumental de Navarra o la Gran Enciclopedia de Navarra. A ambos lados de la portada, destacan dos grandes óculos con doble moldura y chambrana exterior que dan luz a la nave: uno en la parte baja de la torre, al oeste, y otro hacia el este, emplazado justo antes de la sacristía y la cabecera. La portada (8,40 m de frente y 2,75 m de profundidad) se abre entre dos contrafuertes que disimulan su resalte respecto del muro; en su zona superior sobresale una cornisa moldurada. Está constituida por cinco arquivoltas levemente apuntadas, compuestas de bocel enmarcado por dos nacelas, que apean en columnas monolíticas y quedan cubiertas al exterior por un guardalluvia. Sus correspondientes capiteles incluyen un conjunto iconográfico de gran variedad, integrado por animales fantásticos y algunas escenas bíblicas. De Este a Oeste, el primero está constituido por una máscara central de la cual brotan tallos en los que se sitúan dos dragoncillos afrontados cuyas caras se encuentran destrozadas; en las esquinas interiores, los tallos finalizan en sendos elementos vegetales con forma de caracola. El segundo plasma una escena en la que, sobre fondo de hojarasca terminada en volutas angulares, dos leones aparecen opuestos. Por debajo de sus cuerpos asoman dos torsos humanos que juntan sus cabezas y se agarran con las manos a las patas de las bestias. El tercero presenta dos grifos encapuchados sobre un doble nivel de hojas, las más bajas con tallo central y volutas, y, en frentes laterales, las superiores decoradas con perlado inciso. El cuarto está conformado por una base de hojas recorridas en el centro por un tallo festoneado que está flanqueado por hojitas (resulta semejante al quinto capitel interior del ábside). En primer plano, en una de las caras, aparece un dragoncillo, y sobre sus lomos cabalga un hombre con cogulla y mantelina que le estrangula la cabeza. Una cabecita humana asoma por encima, en el ángulo. Al otro lado, se distingue otra escena de lucha: un hombre desquijarrando a un animal, que podría ser un león o bien un jabalí (E. Aragonés Estella identifica este tema con “Sansón desquijarrando el león”). Otra cabecita aparece por encima de la escena. Y el quinto despliega dos niveles de hojas. En su zona intermedia se exhiben cuatro arpías, dos de las cuales juntan sus cabezas en la esquina. De las hojas superiores penden botones, mientras que las inferiores responden a una esquematización de acantos. Al otro lado de la puerta, el sexto capitel ofrece una escena habitual del repertorio románico, un centauro sagitario con carcaj vuelve su torso para disparar a una arpía encogullada sobre fondo de palmetas con volutas. El séptimo, ostenta una delicada Anunciación, enmarcada por una arquería ornamentada que apea en columnas torsas con capiteles vegetales más volutas. En un segundo plano se disponen hojitas festoneadas finalizadas en bolas en las esquinas. En el octavo aparecen elementos vegetales con bolas angulares, más dos arpías encapuchadas que se contraponen en el recodo exterior (el tema de la arpía con cogulla aparece en diversas obras del románico tardío navarro, como dos canecillos de Irache y Tudela). En el noveno, sobre un fondo vegetal de palmas bajo volutas, se superponen dos aves monstruosas, con capuz y pezuñas, que entrecruzan sus cuellos. Y finalmente el décimo luce la misma temática que aparecía en el segundo capitel: sobre un segundo plano de palmetas se disponen opuestos dos leones; dos figuras humanas, por debajo de ellos, afrontan sus cabezas y agarran con sus manos las patas de los animales. Conviene comentar que los collarinos de todos estos capiteles están ornamentados con una decoración que alterna hojitas perladas y pequeñas grecas con un orificio central. En el derrame destaca la inserción de baquetones con despiece en los intercolumnios, lo que unido al canon corto de los capiteles permite datar la portada en la segunda mitad del siglo XII, fecha que coincidiría con el asentamiento de los templarios en el lugar. En cuanto a las basas conservadas, están constituidas por dos toros separados por escocia moldurada, con dos incisiones semicirculares en su zona frontal (como en las columnas del interior del ábside), sobre pedestal cuadrangular; recuerdan a la portada de Irache. También dirige a este mismo templo el diseño inciso a base de círculos concéntricos con cruces y letras que se conserva en la columna interior occidental (en Irache es más simple y está cincelado en la jamba izquierda de la puerta principal) así como el damero grabado en la columna exterior oriental (en el segundo intercolumnio de la derecha en Irache). En cuanto a las marcas de cantero, este edificio sobresale por la gran cantidad de diferentes signos que aparecen en el frente sur (entre los contrafuertes que flaquean la fachada) y en el ábside (tanto en el interior como en el exterior) y que varían entre cruces, flechas, letras y signos diversos. El tímpano actualmente luce liso, aunque pudo estar decorado con algún tipo de ornamentación. El arco de enmarque conserva el crismón trinitario a la derecha del vértice. De pequeño tamaño, está compuesto por todas las letras, si bien cuenta con algunas particularidades: la “P” incluye una cruz inscrita dentro de la letra, la omega asemeja a un anzuelo de doble gancho y la “S” aparece invertida. Todo el grupo queda circunscrito por un anillo exterior consistente en una moldura simple. Finalmente, y para terminar con el conjunto de la portada, debe destacarse la riqueza ornamental de la puerta de ingreso (2,13 m), cuyas jambas aparecen jalonadas por motivos tallados de pencas lisas vueltas de las que cuelgan bolas; así como del portón de madera, de dos hojas, que está adornado por unos magníficos herrajes de época medieval. El exterior del ábside está recorrido horizontalmente por dos molduras que enmarcan y organizan los vanos. En su zona superior, los arcos, baquetonados, se presentan ligeramente apuntados y rematados por chambrana. En su parte interior, las culminaciones de las ventanitas se ven decoradas con molduras excavadas decoradas con bolas (salvo en el tercer vano, donde en vez de bolas se cincelan frutos), al igual que se puede observar en la iglesia de Beortegui. Estos arcos apoyan sobre molduras lisas sobresalientes y columnas con capiteles, en los cuales se repite una decoración a base de motivos vegetales y escenas caballerescas y fantásticas. Así pues, en la primera ventana, en el sur del ábside, el primer capitel exhibe grandes hojas unidas por un reborde combado con volutas en las esquinas e interior festoneado; mientras que en el segundo, con una bolita en su vértice, se despliegan dos niveles de hojas, las de abajo recuerdan a acantos y las de arriba con decoración muy festoneada. En el segundo vano, que se ubica en el eje, el primer capitel descubre dos dragones afrontados con cogulla y frutos en dos de las esquinas; enlaza con el segundo, donde aparece un dragón, cuya cabeza se sitúa en la esquina, acompañado de motivos vegetales. Y finalmente, en el tercer vano, al norte, sobresale una carátula angular de la que brotan tallos que circunscriben palmetas en el primer capitel. En el segundo se aprecia un interesante combate entre dos caballeros: el esculpido en la esquina porta una lanza o espada y un escudo con seis roeles y bordura, mientras que el que se emplaza en la zona interior viste de forma muy similar pero lleva un escudo más grande y de morfología triangular. Por detrás del primer caballero, en la cara frontal, asoma un dragoncillo con cogulla. Dos bolitas en ángulos rematan la escena. Conviene recalcar la presencia del escudo con motivos heráldicos, ya que es uno de los primeros en la escultura monumental navarra, contemporáneo de las obras tudelanas y de otros ejemplos castellanos (Aguilar de Campoo). Es necesario finalizar este conjunto observando que las columnas de todos estos capiteles absidales descansan en un plinto circular que se adorna con bolas angulares. Al noroeste del templo, y adosado a la iglesia, se extiende un enorme recinto, hoy en día de propiedad particular, donde se hallaban las dependencias de vivienda y trabajo que acogían a la comunidad religiosa al servicio del templo. De planta rectangular, parece haber sido levantado en fecha posterior a la iglesia, quizá una vez que los hospitalarios de San Juan se asentaran en la localidad. En la actualidad todavía conserva en su exterior diferentes arcos plenamente apuntados que actuaban como puertas, además de dos cubos cilíndricos desmochados en las esquinas noroeste y sudoeste con clara finalidad defensiva que complementarían las funciones de la torre, y diferentes contrafuertes en la pared norte. Al interior, se abre a un claustro con arcadas en cuyo patio se localiza un pozo. A simple vista puede observarse la urgente necesidad de una completa restauración debido a las grietas que recorren la portada y el resto de frentes del edificio y amenazan la estabilidad de toda la iglesia. El templo consta de nave única (23,20 m de longitud por 8,5 m de anchura) organizada en cuatro tramos (siendo mayor el que inserta la portada) más un abside semicircular. Destaca su considerable altura así como la conservación de la policromía del siglo XIX (en muros, bóvedas y columnas) y sus altares barrocos en los laterales de la nave. Algunos autores como Martínez Álava o Jover han visto en su fábrica una simplificación de San Miguel de Estella que se manifiesta de forma más plena en su planta y en sus alzados. El cuerpo de la iglesia está cubierto por bóveda de cañón apuntado cuyos fajones descansan en medias columnas adosadas. Éstas rematan su zona superior con capiteles de gran tamaño, adornados con temática vegetal muy simple que se asemeja a la que se desarrolla en ciertos monasterios cistercienses coetáneos (como en La Oliva o Tulebras, por ejemplo). Así pues, unos se componen de pencas lisas alancetadas vueltas de las que penden bolas en las esquinas, mientras que en los laterales cuelgan piñas. Frente a otros que están formados por hojas lisas alancetadas que sostienen en su parte superior bolas con volutas y, bajo ellas, parejas de piñas que también se distribuyen en los laterales; ambas hojas quedan separadas en el frente por motivos ojivales concéntricos, a modo de medallón, apoyados sobre un tallo vertical, semejantes a los que se pueden ver en la nave de Irache. Un tercer tipo de capitel es idéntico al anterior, pero extiende a uno de los laterales el motivo de medallón sobre tallo. Las columnas terminan, a su vez, en basas constituidas por toro circular y doble podio cuadrado con garras o lengüetas en las esquinas (modelos similares pueden verse en San Andrés de Learza, Igúzquiza y Eusa). La cabecera presenta bóveda de horno. Sus tres ventanales reproducen hacia dentro el mismo esquema del exterior. Quedan enmarcados por dos molduras horizontales, la inferior, que indica el comienzo del vano, y la superior, dispuesta a la misma altura que la línea de imposta que circunda el interior del templo. Las tres ventanas constan de chambrana y arco de medio punto sobre columnas cuyos capiteles, de canon más corto que el habitual, continúan la temática que se puede ver en el exterior, tanto en la portada como en el ábside, por lo cual combinan motivos animales y vegetales. En la septentrional aparecen palmetas rematadas en bolas, en el capitel izquierdo, y dos animales afrontados, quizás grifos, en el derecho. En el segundo vano continúan las escenas de seres fantásticos contrapuestos, en el izquierdo (aunque está deteriorado parece reconocerse la cola de una sirena) y dos niveles de hojas (abajo redondeadas y con bolas, y arriba palmetas) en el derecho. En el tercero, se suceden primero hojas grandes recorridas por tallos flanqueados por hojitas festoneadas coronadas por frutos y con piñas en los ángulos; y en el siguiente y último, dos animales fantásticos afrontados con cuerpo de ave. Sobre el conjunto, debe resaltarse, en primer lugar, que los capiteles donde se esculpen escenas animales se conservan en mal estado. Y que, además, algunas columnas han sido repuestas y restauradas en una intervención que efectuaron los vecinos en 1953 con ayuda de la Institución Príncipe de Viana (cuando un rayo cayó sobre el ábside y originó grietas y filtraciones), como ocurrió con la izquierda del vano meridional. Junto con ello, es necesario indicar que las basas reproducen un esquema idéntico a las de la portada, mediante incisiones semicirculares molduradas que tienen a Irache como punto de referencia, tal y como se ha comentado previamente. Por último, en el norte de este ábside y paralelamente a la sacristía (que se abre al sur) existe una puerta semicircular que da paso a un cubículo cerrado sin función aparente ni lógica constructiva. Por lo que cabe la posibilidad de que fuera la entrada de una cripta subterránea, tal y como se ha adelantado antes, ya que, al exterior, no tiene salida ni señal en el muro; si bien igualmente podría pensarse en que esta salida fue tapiada por el contrafuerte paralelo que se sitúa al otro lado del muro norte. Otra puerta similar está ubicada en el hastial, bajo el coro, actualmente cegada y tapada por el confesonario. Su función sería la de comunicar el templo con las dependencias de la orden, emplazadas a continuación, y que después pasaron a manos particulares. Tres vanos más perforan los muros, en este caso con función de iluminar la construcción románica. Se trata de dos óculos con dobles molduras y chambrana localizados en el flanco de la epístola, a la altura del coro y en el primer tramo, justo antes de la cabecera. Y de una ventana abocinada con arco de medio punto que se inserta la parte alta del lienzo occidental, sobre el coro añadido en época moderna. Éste está formado por una estructura de hierro y madera, con dos tribunas laterales que avanzan sobre los muros norte y sur de la nave. Otro elemento añadido a la construcción original es una sacristía de planta cuadrada y cubierta con bóveda de aristas, que fue erigida en el siglo XVIII al sur de la cabecera. Para finalizar, y en cuanto a la fecha de construcción de esta iglesia, debe indicarse que Uranga e Íñiguez la inscribieron en la segunda mitad del siglo XII. Concreta más la datación el Catálogo Monumental de Navarra, que la retrasa hasta el último cuarto de esa misma centuria; para lo cual tomaron como base sus características estructurales y las circunstancias históricas que la rodearon, como el asentamiento de los templarios en ella en 1177. Biurrun y Lojendio postergaban su edificación hasta inicios del siglo XIII. La escultura, tanto por su temática como por sus formas, constituye la guía más certera para situar su realización en el entorno de 1200. Más tardía parece la fábrica de las zonas de servicio ubicadas en la parte trasera del templo, que podrían clasificarse avanzado el siglo XIII. Finalmente, y sobre el mobiliario que puede encontrarse en esta iglesia, es necesario destacar la presencia de una pila bautismal, de traza peculiar, en una pequeña capilla ubicada bajo la escalera del coro, al sudoeste. La taza (50 cm de diámetro y 80 cm de altura) está decorada por una serie de fajas verticales radiales (semejantes a las que se pueden ver en la del Santo Sepulcro de Estella), mientras que su fuste es troncocónico con una basa compuesta por toro y plinto, con bolas en las esquinas. Tanto por el diseño general como por su elemental ornamentación, ha de situarse ya en el siglo XIII. Allí mismo se conserva también una pila aguabenditera de pequeño tamaño (38 cm de diámetro por 38 cm de altura) cuya taza tiene una decoración de arquillos de medio punto y fuste poligonal, asimismo posterior a época románica.