LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN es una iglesia rural de pequeñas dimensiones, pero de consistente fábrica. Levantada en la parte más alta del pueblo, se abre en su lado más septentrional a una pequeña plaza, punto de reunión de esta población alcarreña. Esta obra de origen románico comienza a levantarse ya en el siglo XII pero es modificada en años posteriores, como así lo demuestran las portadas abiertas a ambos lados de la nave y la sacristía adosada a un lado de la cabecera. Construida en buena mampostería con grandes sillares en las esquinas, consta de nave única y cabecera centrada, de menor anchura que la nave. De planta cuadrada, a esta cabecera se le adosa, en el lado más meridional, un pequeño recinto que hará las veces de sacristía. El interior se caracteriza por tener poca altura y estar protegido, desde hace algunos años, por una cubierta de madera a dos aguas. A los pies de la nave se abre un pequeño espacio con dos arcos de medio punto que permiten el acceso al lugar dedicado al bautismo. Sobre él se encuentra el coro. Ya en el exterior se abren dos puertas, una a cada lado de la nave; la primera y más antigua la encontramos en el lienzo sur. De arco de medio punto con grandes dovelas, está cegada en la actualidad. La segunda, abierta en el muro septentrional de la nave, con arco de medio punto y amplias dovelas. También destaca en el exterior la espadaña levantada a los pies de la iglesia. Construida a base de sillar, responde al modelo de iglesia rural de la zona: en el cuerpo superior de la espadaña se abren dos vanos, con arcos de medio punto para alojar las campanas, y se remata todo el conjunto en forma triangular. Pero la característica más singular de esta iglesia y en concreto de su espadaña, reside en la ventana cuatrilobulada abierta en el muro del hastial, atribuida a José Martín de la Aldehuela. De la obra románica, que es lo que aquí nos interesa especialmente, destaca la planta de la iglesia y la pila bautismal. En el interior de esta pequeña iglesia, a los pies de la nave, en el bajo coro, se conserva uno de los trabajos románicos más admirados de esta pequeña población: la pila bautismal. Enmarcada cronológicamente en el siglo XIII, presenta unas dimensiones considerables, con una altura total de 87 cm y con un vaso de 79 de diámetro, presenta una más que notable profundidad, 46 centímetros concretamente. La tipología que presenta esta pila responde al modelo que se sigue en toda esta zona alcarreña. Así, labrada en piedra, consta de copa y pedestal. Éste, de forma circular, se resuelve a modo de basa y escocia. Sobre él, el vaso decorado con unos gallones abultados y gruesos, más o menos regulares, que lo recorren de forma vertical hasta recogerse en la base. Se cortan éstos en la parte superior por un borde horizontal, marcado por un cordón muy desarrollado. Toda una serie de características que avalan las semejanzas que Nieto Taberné establece con las pilas bautismales de Pajaroncillo, Hontecillas o Bonilla. Ahora bien, la particularidad de esta pila recae en todas y cada una de las estrellas florales y cruces patadas, inscritas en círculos, que decoran todos los gallones en su parte superior, motivos que encontramos en las pilas bautismales de Alconchel de la Estrella, Arcas o Villanueva de los Escuderos.