Identificador
40200_01_089
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 23' 49.60'' , -4º 18' 45.68''
Idioma
Autor
Raimundo Moreno Blanco
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Cuéllar
Municipio
Cuéllar
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE EL SALVADOR se encuentra ubicada extramuros, al sur de la villa y cercana a la salida hacia Arévalo, presidiendo un barrio en el que debió predominar la población mudéjar dedicada en buen número a las labores agrícolas. Se asienta sobre un pequeño promontorio desde el que domina una plaza cuyo desnivel con respecto al templo se salva mediante una escalinata de dos tramos que desemboca en el pórtico. Se la cita por primera vez en la conocida relación fiscal del cardenal Gil de Torres en 1247 tributando trece maravedís y medio a las dignidades eclesiásticas, lo que la hace permanecer en una posición intermedia en relación con las de su entorno. Antes de finalizar el siglo XIII, en 1299, reaparece en la documentación con motivo de la donación de don Nuño, clérigo de la iglesia, de una viña y una casa al cabildo de los clérigos de Cuéllar a condición de que estos hiciesen anualmente un aniversario por su alma. Ya en 1365 aparece en el censo de iglesias y clérigos de la localidad contando con el elevado número de cuatro, sólo igualado por San Esteban y Santa María de la Cuesta. Se trata de un edificio construido en fábrica mixta de ladrillo para el ábside y refuerzos de esquinales y encofrado de mazonería para los muros de caja de la nave. Se encuentra canónicamente orientado, repitiendo en planta el sencillo modelo de cabecera de tramos recto presbiterial y curvo absidal unida a una única nave de tres tramos a los que se adosan el pórtico de sillería al sur, sacristía al norte y torre a los pies. Actualmente el interior ha variado significativamente su imagen con respecto al plan primigenio, ya que como en tantas otras iglesias de la provincia se llevó a cabo una profunda reforma en el barroco recubriendo con yeserías la nave, sustituyendo la primitiva cubierta de madera por un medio cañón con lunetos, así como las bóvedas románicas de la cabecera por una cúpula que aúna los espacios del presbiterio y el ábside. Con motivo de las obras de construcción de esta cúpula se debió alterar la armonía de empujes y contrarrestos de la cabecera provocando los problemas de estabilidad que se subsanaron disponiendo los cuatro contrafuertes a modo de arbotantes góticos que confieren al ábside de El Salvador su imagen característica. Éstos debieron ser una solución de urgencia llevada a cabo por oficiales poco expertos dado que apoyan aleatoriamente en ángulos y planos. Las proporciones en el interior del edificio también se han visto afectadas a consecuencia de la renovación barroca ya que la altura de las bóvedas ha variado significativamente, disminuyendo la altura en la nave y aumentando en la cabecera. La decoración exterior del ábside recuerda modelos que se repiten en Santiago, con alguna variante en La Trinidad, y en otras iglesias de la comarca como puedan ser Santa María de Aguilafuente o Samboal. En él se superponen tres fajas de arcos de medio punto, más esbeltos y doblados en las inferiores, simples y de canon más corto en la superior, todas sustentadas por un potente zócalo doble de calicanto. Los tramos del presbiterio se encuentran alterados, especialmente en su flanco meridional, aunque aún quedan huellas de su decoración de tres arcos inscritos en recuadros bajo otros tres recuadros. Sobre el tambor absidal sobresalen los paramentos que albergan la cúpula ya vista al interior. Poco después de concluirse la fábrica de la nave se adosó un pórtico de sillería al sur, constituyendo un ejemplo más de la conjunción de piedra y ladrillo en Cuéllar. Constaba al menos de cuatro arcos de sillería levemente apuntados. Actualmente se encuentran cegados a excepción del que se utiliza para el ingreso, el más occidental de los que quedan íntegros y que se comenzó a utilizar tras la reforma barroca, momento en que se ciega la original portada románica adelantada a la línea del muro y dispuesta en el centro de la nave. Se compone de tres roscas de medio punto, de arista viva las extremas y de bocel entre listoncillos la central, todo bajo una chambrana rozada. Reposa la rosca central en sendas columnas acodadas, -las extremas en jambas-, que arrancan de basas áticas de aplastado toro inferior sobre plinto. Ambas se coronan con capiteles: el del oeste muestra dos figuras antropomorfas sedentes a las que les falta la cabeza, ambas visten túnica de pliegues incisos diagonales en la zona inferior y circulares en el torso, dejando sólo al descubierto las manos; en un segundo plano exornan la cesta varios caulículos. El capitel opuesto muestra tres aves, quizá arpías, ya que les falta la cabeza y se intuye una caperuza. Destaca el tratamiento minucioso del plumaje a base de rombos con incisiones simétricas, similar al utilizado en el ámbito del taller de Fuentidueña en la iglesia de San Miguel o las parroquiales de Vivar y Fuentesoto. A los pies y enfilada con la cabecera se encuentra la torre. De planta cuadrada, está construida en mampostería con refuerzo de sillar en los ángulos. Es maciza en su parte baja y se accede a ella por un hueco de medio punto que da paso a un estrecho pasillo abovedado con medio cañón para desde él ascender por el husillo. Está dividida en cuatro cuerpos, los dos primeros ciegos. En el central se abren dos registros de vanos apuntados dobles a excepción del frente septentrional donde en la zona superior sólo hay uno. El cuarto cuerpo, muy rehecho, presenta un hueco de medio punto por frente. Adosadas a las jambas de algunos de los vanos, especialmente en la zona meridional, se conservan restos de decoración pétrea. En el interior tras la renovación barroca han quedado ocultas todas las huellas de la primitiva decoración de los muros, destacando una Virgen gótica inspirada en modelos románicos de María como trono de sabiduría presidiendo el retablo mayor. A la vista de los restos más antiguos conservados y sus relaciones, y teniendo en cuenta la mencionada primera aparición documental del templo, hemos de pensar en que la construcción de la iglesia de El Salvador se debió producir en la primera mitad del siglo XIII.