A PESAR DE LA ANTIGÜEDAD DEL SITIO, en la iglesia parroquial de San Andrés, un edificio cuyos restos constructivos más antiguos datan de época gótica, no se aprecia ningún elemento románico. Los únicos elementos románicos los encontramos en la ermita del Santo Cristo, situada a un kilómetro y medio de la población en dirección oeste. Está rodeada en sus lados occidental y meridional por restos de un cementerio medieval en el que aún se aprecian estelas funerarias en sus enclaves originarios. La edificación es de cabecera cuadrada y una sola nave, con una sacristía adosada al muro norte y un pórtico al sur. La mayor parte de la construcción es gótica, destacando en la misma el arco que da acceso a la sacristía desde la cabecera. Los vestigios románicos se limitan a cuatro capiteles reaprovechados que decoran dos de los tres arcos de medio punto del pórtico. Por la forma de los mismos debieron pertenecer a los arcos fajones de la nave de la primitiva iglesia. El pórtico está realizado con sillarejo y es de época posmedieval, distribuyendo los dos pequeños vanos en torno al sencillo arco de medio punto de acceso. Los cuatro capiteles que nos ocupan se encuentran en los arranques de los arcos laterales, formados por cestas de grandes dimensiones, sobre las que se cincelaron cimacios a bisel. Los capiteles están tallados por tres de sus caras y, comenzando por el lado occidental, presentan la siguiente decoración: en el primero se ve una escena de elevatio animae, en la que de un lienzo distribuido en semicírculo emerge una cabeza, a la vez que en los vértices del mismo aparecen tres círculos en línea, de mayor tamaño el superior, mientras que en el interior sólo se aprecia una especie de escalera. En el segundo el motivo principal son las palmetas, que se distribuyen por sus tres caras; en las zonas centrales y en los ángulos éstas se enmarcan en semicírculos, que se encuentran sin terminar por el lado exterior, mientras que en la parte frontal superior hay un dado. La tercera cesta destaca por el uso exhaustivo del trépano y la decoración consiste en distribuir círculos equidistantes dispuestos a tres alturas, tallados con derrame exterior; de los círculos salen líneas perpendiculares, que en el ángulo exterior se unen en torno a una bola rodeada de trépanos, mientras que en el resto de los casos la distribución es de seis triángulos concéntricos. Este capitel también se encuentra inacabado, pero aun así consigue un rico juego de claroscuro. El último repite los motivos del segundo, pero con ligeras variantes que consisten en haber tallado la palmeta primera de la parte central inferior en profundidad, dando la sensación de que se trata de dos cestas; el resto del capitel no deja de ser un amago en el que se adivinan palmetas rodeadas de círculos con trépanos.