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Capitel del arco triunfal

Identificador
09145_04_006
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 42' 41.15'' , Lo, g:3º 54' 29.51''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega,Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
San Andrés de Montearados
Municipio
Sargentes de la Lora
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN ANDRÉS es un templo de una sola nave rematada en ábside semicircular con muros de piedra sillería. A los pies se eleva una espadaña de doble cuerpo. Se puede decir que el templo románico está bien conservado a pesar de los añadidos de la sacristía y un pequeño pórtico en el muro meridional. Los gruesos contrafuertes de la nave y capilla absidal parecen obra reciente buscando resolver algunos problemas estructurales. Interiormente se accede al ábside mediante el correspondiente arco triunfal doblado ligeramente apuntado. La nave actual tiene cubierta abovedada, de crucería, pero parece obra de los siglos XV-XVI. Se trata de un templo de una sola nave rematada en ábside semicircular con muros de piedra sillería. A los pies tiene una espadaña de dos cuerpos. Adosados al presbiterio sur y al muro sur hallamos, respectivamente, la sacristía y un pequeño pórtico de construcción posterior al resto del templo. El muro norte va reforzado por tres gruesos contrafuertes al igual que la capilla absidal, posiblemente incorporados después, pues se nota que ha habido problemas con la bóveda del ábside. Por el interior se accede al ábside mediante un arco triunfal apuntado, que genera unas bóvedas de cañón y horno del mismo tipo que cubren el presbiterio y la capilla absidal. La nave ha sido elevada, probablemente en el siglo XV o XVI. Sus dos tramos se cubren con bóvedas de crucería, una octopartita y otra con nervios combados. La decoración escultórica se limita a una serie de canecillos, algunos tramos de la cornisa del ábside y los capiteles del arco triunfal. Los primeros son de escaso interés iconográfico y de un tosquísimo labrado. La mayoría son cavetos. Sólo merecen ser destacados los n.º 30, 31 y 34 (muro sur), el primero decorado con un pez en sentido longitudinal y los otros dos con toscos bustos humanos mirando al suelo. Algunos tramos de la cornisa del ábside llevan puntas de diamante de cuatro láminas, también muy toscas. Los capiteles del interior son interesantes a nivel iconográfico. El n.º 1 presenta una escena un tanto compleja: en la cara frontal vemos un lecho mortuorio con el difunto tendido sobre él. Tres figurillas humanas bajo él parecen querer alcanzarlo o tal vez sostenerlo. A la derecha, casi en el ángulo, una figura humana desnuda, con un cierto aspecto animalesco, sujeta con sus manos las patas del lecho. A su lado, ya en el ángulo derecho, una figura femenina desnuda es atrapada por unas serpientes que se enroscan entre sus piernas para luego subir y morderle la barbilla. Ya en la cara lateral derecha, al lado de la mujer antedicha, un ave colocada de perfil, con voluminoso cuerpo y largo cuello arqueado. En el ángulo izquierdo vemos una figura masculina que sostiene un objeto que podría ser un libro. Finalmente en la cara izquierda otra figura de perfil, con larga túnica, llevando una especie de tinaja en una mano y en la otra un hisopo. Son figuras muy rechonchas con sus cuerpos toscamente modelados; son muy despro p o rcionadas, con cabeza y manos muy grandes. Sus túnicas no se acoplan en absoluto al cuerpo, cayendo completamente rígidas y acartonadas, como es claramente visible en la figura de la cara izquierda. En el caso del sacerdote [¿...?] que ocupa el ángulo, los bordes de sus ornamentos se labran con un tosco escalonado. En el capitel 2 se desarrolla una lucha en la que participan de forma activa una serpiente, un león y un centauro sagitario, mientras un grifo contempla la escena. Los tres primeros ocupan la cara central y la lateral izquierda. La serpiente y el león entablan una encarnizada lucha, metiéndose el reptil entre las patas traseras del felino y volviendo luego ambos sus cabezas hacia el ángulo izquierdo en fiera actitud. El centauro sagitario dispara su flecha hacia ambos animales. Finalmente en la cara lateral derecha vemos un grifo de cuya boca sale una serpiente que luego se le enrosca entre las patas. Desde el punto de vista iconográfico estamos ante dos capiteles muy interesantes. El primero de ellos resulta difícil de clasificar, aunque quizá se trate de una ceremonia fúnebre en la que al lado del sacerdote y diácono que ofician las honras se halla el diablo intentando llevarse el alma del difunto. Desde el punto de vista técnico son similares. En ambos casos estamos ante un mediorrelieve, algo más plano en el caso del capitel 2, donde los cuerpos se modelan con tosquedad. Desde el punto de vista compositivo, está bastante bien logrado el capitel 1, en el que el acomodo de las figuras al espacio escultórico es tal que no queda ni un solo hueco por cubrir. En el capitel 2 quedan algunos fondos visibles, algunos espacios vacíos, pero ello es hasta cierto punto un elemento positivo de cara a no embarullar la escena, cosa que no resultaría difícil teniendo en cuenta los violentos movimientos que describen las figuras que la protagonizan. En conclusión, el capitel izquierdo -al que hemos llamado n.º 1- presenta una escena un tanto compleja en la que se representa la muerte de una persona y una posible alegoría de la pugna de las fuerzas del bien y del mal por llevarse el alma del difunto. En el derecho -el n.º 2- se desarrolla una lucha en la que participan de forma activa una serpiente, un león y un centauro sagitario. Serían obra ya de la segunda mitad del siglo XII. En la iglesia románica de San Andrés de Montearados conservamos una pila bautismal que parece realizada por el mismo artífice que la de Montorio. La inscripción, además incompleta, reza así: ME FECIT DOMENICVS DE TE... IN ERA MCCLII “Me hizo Domingo de (Terradillos) en la era 1252” (año 1214). Junto a las inscripciones precedentes que nos informan sobre la fecha de la obra encontramos otras en las que únicamente tenemos el nombre del autor.