Identificador
40389_02_114
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 13' 35.82" , -3º 48' 36.39"
Idioma
Autor
Carlos Álvarez Marcos
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Pedro de Gaíllos
Municipio
San Pedro de Gaíllos
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA ESTÁ UBICADA en pleno casco urbano al borde del camino que conduce hacia Cantalejo, rodeada de un petril de piedra decorado con grandes bolas y precedida de un pequeño jardín. Exteriormente presenta un aspecto muy sencillo con una cabecera doble, nave única y torre y pórtico adosados en el lado sur. El ábside central se construye empleando mampostería en la parte inferior, actualmente oculta bajo una capa de enfoscado, que contrasta con la buena sillería con la que se construye la parte superior del ábside, las ventanas y los canecillos. Asimismo el tramo presbiterial visible hoy día, también permanece enfoscado y tan sólo se puede constatar la existencia de sillares empleados en la esquina. Las tres ventanas que animan el tambor del ábside central siguen una misma tipología formadas por una ventana saetera, cegada actualmente, decorada con un arco de medio punto sobre cimacios de nacela con columnas de fustes lisos, basas con grueso toro inferior, escocia y toro superior delgado de perfil rectangular; el único punto en el que difieren unas ventanas de las otras es en la decoración de los capiteles que coronan las columnas: en la ventana más meridional se representan dos grandes aves de grandes colas, se asemejan a pavos, que están picoteando un pequeño fruto esculpido en la esquina del capitel. El espacio existente entre las aves se rellena con dos tallos entrelazados que luego se separan para terminar en dos grandes hojas trilobuladas. La otra cesta de la ventana está muy desgastada y es imposible la identificación del motivo iconográfico tallado. Los capiteles de la ventana central llevan tallados uno de ellos una pareja de aves con las alas desplegadas que estiran sus cuellos hacia la esquina para alcanzar un fruto mientras que en el otro una pareja de grifos rampantes tuercen sus cuellos para picotearse las alas. Ésta última cesta se repite en otras iglesias de Segovia como los templos de Revenga o Tenzuela y creemos que tiene su origen en el taller de Fuentidueña. En la ventana de la parte norte los capiteles cambian un poco, mientras que uno de ellos está totalmente destruido siendo imposible reconocer nada, el otro es una cesta de temática vegetal con hojas lisas de diferentes tamaños algunas de las cuales se encuentran divididas en dos más pequeñas. Todo el perímetro de la cabecera está recorrido por una cornisa decorada con tres filas de billetes y sostenida por una colección de canecillos la mayoría de ellos muy desgastados sobre todo los de la parte central del ábside pero entre los que se pueden distinguir la representación de un saltimbanqui, águila, hombre llevando un animal a la espalda, un lector con una especie de capirote en la cabeza, o dos bustos femeninos con unos tocados semejantes a los turbantes. El segundo ábside de la iglesia, ubicado al norte del principal, es una construcción románica que presenta un perfil poligonal construyéndose con mampostería reforzada por sillares ubicados en cada esquina, con una ventana rectangular en el lado este. Este ábside es la culminación de una pequeña estancia que se le añadió a la iglesia que actualmente sirve de sacristía pero que en origen es posible que sobre él se levantase la primitiva torre del templo. En cuanto al perfil poligonal de su planta se encuentra también en la iglesia de San Andrés de la capital. La nave de la iglesia se encuentra rehecha principalmente el muro occidental, la parte alta del muro sur, y la totalidad del muro norte al cual se añadieron potentes contrafuertes para sostenerlo. La torre ubicada en el ángulo suroccidental fue realizada en 1749 sobre otra anterior que se encontraba en el mismo lugar y que se derrumbó por falta de cimentación. Está construida con potentes sillares resaltados en las esquinas y mampostería para el resto del muro que se oculta con un enfoscado en el que se imita el despiece de los sillares. Quizás el elemento más elegante y distinguido de este templo sea su pórtico, añadido por el lado meridional no mucho tiempo después de concluir el edificio. Se accede a él por dos entradas situadas en los lados sur y este. La portada sur está formada arco de medio punto adornado con una decoración en la que se alternan delgados boceles entre medias cañas con boceles quebrados o en zigzag que se repiten en otras iglesias de la provincia como Sotosalbos, Perorrubio, o San Juan de Orejana. El conjunto se protege con una chambrana adornada con un finísimo bocel y una moldura de perfil de caveto que descansa sobre dos cabecitas colocadas a la altura del salmer muy deterioradas. Este esquema que se repite por la parte interna de la portada en dónde las cabecitas presentan un mejor estado de conservación. El acceso oriental es muy similar, empleándose de nuevo los baquetones quebrados aunque la mayoría de las piezas son de nueva factura colocadas probablemente durante la restauración. Señalar también como la esquina del pórtico es achaflanada decorada con una columna coronada por capitel sencillo de grandes hojas puntiagudas con nervios muy marcados. Las arquerías del pórtico se disponen dos a cada lado de la entrada sur; Aunque son arquerías de diferente perfil (mientras que los más orientales son apuntados los de la parte oeste son de medio punto) ambas apoyan en columnas pareadas y éstas a su vez en un banco corrido de arista abocelada. Comenzamos la descripción de los capiteles de este a oeste encontrándonos primeramente con una cesta en la que se tallan dos figuras demoníacas en la parte central con rostros desfigurados, cuernos, joroba, y grandes alas para simbolizar ser ángeles caídos. En la cara lateral norte aparecen dos figuras con vestido largo y capas, una de ellas con las manos unidas en actitud orante cuyo significado desconocemos. La cesta lleva también cimacio de flores octopétalas inscritas en clípeos perlados. A continuación encontramos uno de los capiteles más representativos de esta iglesia, relacionando este trabajo escultórico con el maestro que trabajó en Duratón. En una de las caras aparece tallado uno de los reyes montado a caballo quizá para simbolizar el largo viaje realizado; en la otra cara los tres reyes acuden a entregar sus presentes al Niño. Las figuras se cobijan bajo arquitos apuntados sostenidos por columnas helicoidales y con las enjutas decoradas con edificios. Dos de ellos permanecen de pie mientras que el primero se arrodilla para entregar su presente a la Virgen con el Niño, figuras éstas últimas hoy día desaparecidas. El cimacio se decora con un tallo vegetal ondulante del que van surgiendo pequeñas piñas. El tema de la Epifanía se repite de forma invariable no sólo en la iglesia de Duratón antes mencionada sino por ejemplo también en Sotosalbos. El siguiente capitel es uno de los peores conservados siendo solamente visible una pequeña figura en una de las caras laterales vestida con un manto echado sobre un hombro y una melena ondulada con raya al medio. El cimacio es muy sencillo con una cinta vegetal que se entrelaza formando nudos. La profesora Inés Ruiz Montejo cree que puede tratarse del ángel de la Anunciación representándose originalmente en el capitel la historia del Nacimiento de Cristo que formaría el ciclo de la Navidad junto con el capitel de la Epifanía a semejanza de lo que ocurre en Duratón. Los capiteles ubicados en la parte más occidental del pórtico llevan tallados uno de ellos una cesta vegetal con hojas de acanto dispuestas en dos filas y un fruto con forma de granada tallado entre las hojas. En el cimacio se repite la decoración vegetal a base de hojas de acanto de un tamaño mucho más reducido. En el siguiente capitel se representa en los lados este y oeste de la cesta dos guerreros combatiendo, vestidos con cota de malla y protegiéndose con escudos en forma de cometa. La representación del lado norte se ha perdido pero es de suponer que fuera similar a lo representado en la cara sur del capitel en la que se tallan dos guerreros vestidos igualmente con cota de malla y que se pelean tirándose de las barbas. Algunos autores relacionan esta escena con la representación de la discordia que reina entre los hombres. Esta misma escena se repite en un capitel de la iglesia de La Higuera o en la Virgen de la Peña de Sepúlveda. En el último de los capiteles del pórtico, el ubicado más al oeste, se tallan cuatro grandes arpías con patas de equino cuyas pezuñas están apoyadas en el collarino de la cesta. En el cimacio se representan flores de cuatro pétalos dentro de círculos. Finalmente en el muro interior del pórtico junto a la entrada sur del mismo, encontramos una losa embutida en el muro, que aunque descontextualizada lleva la siguiente inscripción: AÑO DE 1506 FIZO ESTA SACRISTANIA JUAN DE VALLADOLID. El análisis del pórtico revela la existencia de un único momento constructivo posterior a la realización del templo y en el que interviene un maestro que conoce los trabajos del pórtico de la iglesia de Duratón al que se le ha llamado Maestro de la Epifanía por la similitud que existe entre los capiteles esculpidos con este tema en ambas iglesias. La puerta de entrada al templo se sitúa también en el lado meridional, protegida por el pórtico, bien conservada y ligeramente adelantada respecto al muro de la nave. Está formada por un arco de medio punto apoyado en jambas prismáticas y las dovelas tienen una curiosa decoración geométrica a base de espirales, grandes florones de ocho y doce pétalos, estrellas dentro de clípeos. Presenta asimismo tres arquivoltas: la interior adornada con una sucesión de óvalos dentro de los cuales se tallan dos puntiagudas hojas, similares a las del roble, la siguiente de grueso bocel y la más exterior decorado el intradós con una fila de ajedrezado y las dovelas con un carnoso tallo del que van surgiendo flores en forma de capirote. El conjunto se completa con una chambrana de perfil abilletado. Todas las arquivoltas apoyan en jambas prismáticas a excepción de la media, que lo hace en columnas de piedra rosácea sostenida por capiteles. En uno de aparecen representados dos personajes a caballo, uno de ellos muy desaparecido, con las monturas ricamente enjaezadas y cubiertos con un manto; una escena similar encontramos en un capitel de la portada meridional de la iglesia de Duratón aunque en ésta última uno de los caballeros porta un ave, quizá un halcón, que no vemos en San Pedro de Gaillos. La otra cesta tiene una escena de difícil identificación en la que aparecen cuatro figuras, aunque sólo dos se conservan completas, cobijadas bajo arquitos sostenidos por columnas helicoidales, tallándose en la parte central un personaje sentado levantando su mano derecha. La otra figura que se conserva la interpretamos como el ángel, vestido con larga túnica hasta los pies, descalzo y con el dedo índice de la mano derecha señalando un objeto irreconocible que porta en la izquierda. La portada está coronada por un tejaroz sostenido por canecillos todos ellos muy desgastados aunque todavía se pueden distinguir la representación de un ave, o una cabeza de bovino. El interior del edificio aparece muy transformado y existen muy pocos vestigios que nos recuerden el origen románico del mismo. La nave fue rehecha en estilo barroco a finales del siglo XVIII, en 1790 y costó 24000 reales de vellón. Tampoco se conserva la cabecera original siendo sustituidas las bóvedas y solamente encontramos algunas piezas (sillares con labra a hacha y boceles) reaprovechadas en la capilla ubicada en el lado norte. El interior de esta capilla está configurado imitando las características del estilo románico con un pequeño tramo recto que da paso al ábside a través de un arco de medio punto sostenido por columnas con capiteles. Sin embargo, todo el interior de la estancia fue realizado por canteros venidos de Sepúlveda en el año 1884. Se conserva también dentro de esta estancia un retablo neoclásico en el que se reaprovecharon algunos tablas del siglo XV del llamado Maestro de los Claveles que fueron recuperadas tras la desamortización y que originalmente estaba en el monasterio de la Hoz en las Hoces del Duratón. Al final de la nave, arrinconada, encontramos la pila bautismal del templo (127 cm x 98 cm x 10 cm) con un pie nuevo de cemento y copa semiesférica decorada con dieciséis grandes gallones y sobre ellos un grueso sogueado recorriendo toda la circunferencia de la copa. En líneas generales y teniendo en cuenta que muchos de los templos románicos de la provincia de Segovia presentan una cronología bastante tardía, la fecha de construcción de esta iglesia podría llevarse hasta las primeras décadas del siglo XIII.