Santa María de Vidabona
Santuario de Santa Maria de Vidabona
La imagen de la Virgen de Vidabona es el testimonio mejor conservado del pasado medieval de este pequeño templo dedicado a santa María, que se encuentra a los pies de la colina de Vidabona, a 1270 metros de altitud. Sólo es posible llegar al santuario a pie, siguiendo alguna de las rutas que incluyen el paso por las ruinas de Santa Maria en su itinerario. Lo más rápido es, quizás, seguir el llamado Camino de Vidabona, que parte del monumento a Lluís M. Xirinacs en el pla de Cal Pegot, al que se llega por la pista sin asfaltar entre Ribamala y el Coll de Jou. La excursión, de unos 2,5 km, es agradable, está bien señalizada y carece de dificultad técnica.
Por lo que respecta a los datos históricos, son muy pocas las noticias que nos permiten esbozar la vida de este edificio y de sus relaciones con otras instituciones religiosas. Así, podemos referirnos únicamente a su dependencia del monasterio de Santa Maria de Ripoll, atendiendo a la mención que se hace del lugar en el acta de consagración de la parroquial de Sant Pere de Ripoll, en junio del 890. En este documento, la villa de Vitabona es citada junto a Saltor, entre los diezmos y primicias atorgados por el obispo de Vic Gotmar a la iglesia de Sant Pere. Cabe recordar, en este sentido, que se mantuvieron estos derechos sobre las parroquias creadas posteriormente en los territorios de la demarcación parroquial primitiva de Ripoll. A un nivel jerárquicamente inferior, encontramos a la antigua parroquial de Vidabona supeditada a Saltor desde el año 1592 y hasta mediados del siglo xx –momento en que ambas pasaron a formar parte de la parroquia de Sant Cristòfol de Campdevànol–, a excepción de un lapso de tiempo entre los siglos xvii y xix, momento en que a Santa Maria de Vidabona le fue atorgada la categoría de santuario mariano.
Hoy el templo se encuentra en un estado avanzado de ruina y no parece que sea posible su recuperación. La causa directa de este problema fue el derrumbe parcial de las cubiertas como consecuencia de un rayo que cayó en el año 1969. El hecho de que en ese momento no se reconstruyesen las bóvedas propició el abombamiento de los muros debido al peso, y esto último ha sometido el edificio a una progresiva degradación general.
Pese a ello, la estructuras que aún se mantienen en pie nos permiten leer la configuración general de la iglesia, que en planta se presenta como un edificio de una única nave cerrada por un ábside de perfil semicircular precedido por un arco triunfal que establece el límite entre la zona presbiteral y la nave. Ésta debió estar cubierta por una bóveda de cañón seguido, ya que no se han encontrado marcas de pilares en los muros ni el arranque de arcos fajones. En los pies del templo encontramos adosada una construcción posterior utilizada como rectoría y que se comunica con el templo a través del coro, levantado en el siglo xviii.
La puerta de acceso se encuentra en la fachada sur y se compone de un arco de medio punto formado por grandes dovelas. En esta misma fachada, entre la puerta y la cabecera, se encuentra una de las dos ventanas románicas que aún se conservan. Tanto esta como la otra existente, en el lado sur del ábside, aunque semihundida, son de doble derrame.
Los muros están formados por sillares pulidos, bien tallados y de tamaños distintos pero formando hiladas regulares, lo que sugiere que estamos ante un edificio del siglo xii. Todas las fachadas carecen de decoración escultórica, sin embargo, el interior presenta restos de pintura mural en la zona absidal, realizada probablemente en época moderna, momento en que se llevaron a cabo algunas intervenciones en la iglesia, como la construcción del coro.
La literatura generada el excursionismo de principios del siglo xx, con autores como Cèsar August Torras, nos ha permitido conocer algunos detalles más sobre este templo, como la existencia de una espadaña sobre la puerta principal de acceso; o sobre el buen estado de conservación de un edificio en el que se mantuvo el culto hasta el inicio de la Guerra Civil.
Talla de la Virgen
Más allá de sus características técnicas o artísticas, la Marededéu de Vidabona conservada hoy en el Museu Episcopal de Vic (núm. inv. 4194), es conocida entre los fieles por los milagros que se le atribuyen, de entre los que destaca la liberación de los cautivos, lo que justifica que hasta hace muy pocos años la iglesia conservase las cadenas de antiguos prisioneros a modo de exvotos. Esta particular veneración se basa en una leyenda, según la cual un cristiano prisionero de los infieles se liberó de sus cadenas invocando a la Virgen de Vidabona. La comprensión de este fenómeno pasa por tomar conciencia de cómo este tipo de imágenes se convirtieron, realmente, en auténticos objetos de devoción popular y, por tanto, en un elemento esencial en el entorno del altar.
La imagen es una escultura de la Virgen con el Niño realizada en madera de chopo y que conserva algunos restos de policromía. Presenta a María sentada en un trono en posición mayestática, sosteniendo al Niño sobre su falda con las dos manos, una posición habitual en las tallas de la Alvernia (Francias) pero poco habitual en la imaginería catalana. Viste túnica y manto sin corona, al igual que el Niño, que bendice con la mano derecha mientras que con la izquierda sostiene el Libro de la Vida apoyado sobre su rodilla. La imagen responde al tipo iconográfico de la Sedes Sapientae, esto es, la representación de la Virgen como trono de la Sabiduría divina, encarnada en el Niño. Ambos presentan una frontalidad total y un hieratismo rígido que recuerda a las imágenes más arcaicas de vírgenes sedentes, pese a que la historiografía ha propuesto para esta pieza una cronología que oscila entre los últimos años del siglo xii y el primer tercio del siglo xiii.
La escultura está muy deteriorada, pero son todavía visibles algunos restos de policromía en la cara, manos y pies de la Virgen, en los pies del Niño, en las ropas y en las bolas que coronan el sitial que hace las veces de trono. Fue restaurada en fecha incierta, restauración que consistió en la reintegración de la mano derecha de la Virgen y el brazo derecho del Niño.
Texto y fotos: Margarida Muñóz Milán
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, X, p. 166, 336; Dalmau i Font, A., 2001, p. 17; Dalmau i Font, A., 2011, pp. 24-25; Gros i Pujol, M. dels S., 1991b, p. 97; Pi i Tramunt, D., 1985, pp. 137-145.