Identificador
16903_02_045n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
39º 48' 45.53'' , -2º 8' 49.34''
Idioma
Autor
Adrián Martínez Vicente,Arancha Lara Perea
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Valeria
Municipio
Valeras, Las
Provincia
Cuenca
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
BAJO ESTA ADVOCACIÓN tan curiosa se halla la mayor iglesia románica de toda la provincia de Cuenca, ya que es la única conservada con tres naves y sus respectivos ábsides. Su nombre deriva de una deformación popular con varios siglos de antigüedad, partiendo de “la sey” (es decir, “la sede”) se llega o evoluciona al actual del Asey. Todo es recuerdo de la vieja cátedra episcopal existente en Valeria y que, incluso, siguió representada en el Cabildo de la Catedral de Cuenca por medio de uno de sus notables, que llevaba el título de Abad de la Sey. Dicho título se instauró por primera vez en 1410 como recordatorio de la antigua sede episcopal de la propia Valeria. Como indica Nieto Taberné, no existen datos concretos del origen de la iglesia, pero se podría situar en el segundo asentamiento cristiano en Valeria (1212) tras la batalla de las Navas de Tolosa. Sin embargo, algunos otros autores, como Julián Torrecillas, indican la posibilidad de que bajo este templo existiera uno anterior de origen visigodo (basílica), a tenor de los vestigios que adornan las paredes del templo. Sea como fuere, el templo actual cuenta con tres naves y sus respectivos ábsides (siendo el central mucho mayor que los laterales), torre adosada a los pies, con un estrecho paso en su parte inferior, portada en el muro sur y presbiterio resaltado. Desgraciadamente, de época románica sólo se conserva la cabecera con los tres ábsides, la planta, el muro sur (excepto la portada) y los pilares y arcos de separación entre naves. Esto es así, porque en el siglo XVI el conjunto sufrió una importante restauración y todo él fue sobreelevado, se añadió la torre y se construyó la actual portada de la nave sur de estilo barroco (al igual que los cinco contrafuertes que contienen el acusado desplome del muro). Lo que es innegable es que las cercanas ruinas sirvieron como cantera, tanto en su construcción original como en la reforma de los siglos posteriores. Como es habitual, la edificación se realiza en mampostería con sillares de refuerzo en las esquinas (también aparecen en los ábsides, la torre y los contrafuertes), y todo el conjunto se cubre a dos aguas mediante el uso de teja cerámica curva, recogiéndose el vuelo de los aleros en cornisa moldurada (de época de la reforma, que vendría a sustituir a la original románica). En el muro sur se abre la actual portada de ingreso. De gusto renacentista, se encuentra enmarcada por dos contrafuertes y se resuelve mediante arco de medio punto moldurado, coronada por frontón triangular con remate de pináculo y bola. También en este muro se levantan los citados contrafuertes. En cuanto a los ábsides, aunque retocados, son muestras fehacientes de su construcción original. Realizados a base de hiladas de sillar, cuentan con un pequeño zócalo en su parte inferior. En cuanto a su cornisa, simplemente el ábside central conserva parte de la original, mientras que el resto es obra de la ampliación, aunque ambos se resuelven mediante cornisa con canecillos y rosca de teja vuelta. Bajo la central se abre una pequeña ventana abocinada, obra de la segunda reconstrucción. En el muro de los pies se halla, adosada, la torre campanario. Dividida en dos cuerpos, corona con huecos en arco de medio punto para campana. Sin lugar a dudas a su belleza colabora el pequeño hueco, utilizado como pasadizo, en su parte inferior. En dicha abertura encontramos un arco cegado formado por dovelas de sillar, bajo otro arco de medio punto de descarga. Sobre la función de este arco se ha debatido mucho, y, así, autores como Monedero Bermejo apuntan que es el único resto de puerta medieval conservado en esta iglesia; otros, como Nieto Taberné, lo dejan más en interrogante, pudiendo corresponder a materiales reutilizados y, menos probable, al antiguo pórtico. Si en el exterior se puede ver un compendio de diferentes estilos arquitectónicos, el interior se muestra ante el espectador de manera similar. El templo presenta tres naves rematadas en sus respectivos ábsides. Las naves son cubiertas mediante un artesonado de buena calidad, aunque mucho más trabajado aparece el techo del ábside central, que se resuelve con un artesonado de par y nudillo con tirantes. También cabe destacar la inexistencia de arcos triunfales entre naves y cabeceras, aunque existen pilastras adosadas (muros norte y sur) destinadas a acoger aquellos arcos, que definitivamente nunca fueron proyectados. Hay que mencionar también la reutilización de materiales procedentes de la antigua Valeria, ya que si durante siglos quedaron ocultos tras la mampostería y los enlucidos, gracias a una restauración acontecida a finales del siglo pasado han salido a la luz: columnas acanaladas, lisas, de tipo salomónico, piedra decorada con cenefa con motivos de cestería e incluso, actualmente, se utiliza como pila bautismal un precioso capitel con decoración vegetal. En definitiva, y haciendo nuestras las palabras de Nieto Taberné, “Puede considerarse esta iglesia como una obra de transición entre los dos grandes estilos medievales, participando con independencia de ambos, sin mezclarlos.”