Cuenca y sus pueblos más cercanos son una buena opción para visitar en Semana Santa, sus procesiones por las angostas calles de la ciudad medieval son un viaje al pasado.
Tierra de frontera en la Edad Media, perteneciente al Reino de Toledo, Cuenca recibe las influencias cristianas, árabes y judías en igual medida, conformando un enclave singular.
Comenzamos nuestra ruta por la capital, conocida principalmente por sus “Casas Colgadas”, Cuenca nos ofrece variados testimonios románicos que merecen ser tenidos en cuenta.
La muralla cristiana.
A pesar que el origen de esta muralla sea árabe, desde su emplazamiento fronterizo, las tropas cristianas aumentaron y ensancharon este recinto con el fin de proteger la repoblación de la ciudad, sobre todo en las zonas de la parte más baja de la ciudad. El trazado actual prácticamente es el mismo que el de época musulmana, dividida en dos vertientes; la occidental junto al Júcar y la oriental, por el Huécar, los ríos de la capital. Elemento destacable son las Puertas que aún se mantienen, como la Puerta de Huete y la de Valencia. Cabe nombrar la barbacana, avanzadilla defensiva levantada entre la Puerta de Valencia y la de Huete, cuya importancia no sólo sería defensiva, sino que también protegería la ciudad ante una eventual crecida del río Huécar.
Iglesia de San Miguel.
Ubicada en la antigua muralla, y datada a mediados del s. XIII, es una de las Iglesias más antiguas de la capital, y a pesar que aparece profusamente referenciada en documentos, no podemos fechar a ciencia cierta su fundación, aunque conocemos el dato que antes de 1265, ya estaba construido el templo. De una sola nave, ábside semicircular y quizá con una espadaña a los pies, actualmente sólo conserva parte del muro sur de la nave y el ábside, construido en mampostería. Se observa una diferencia de altura en el ábside, puesto que los primitivos canecillos permanecen a media altura en el actual. En el tambor del ábside encontramos una ventana, original de la construcción románica.
Iglesia de San Martín Obispo
Situada en el barrio de San Martín, sobre la ladera que desciende hacia el río Huécar, entre callejones, aparecen los restos de este templo, uno de los más importantes de la Cuenca románica. La fundación del mismo no es cierta, aunque parece que fue entre el S. XII y el s: XIII. De los restos que se conservan, destaca sobre todo el aparejo, la calidad de los sillares, y la escasez decorativa. Se conservan los paramentos, destacando sobre todo el canonicismo en el ábside y en la estructura del templo. Restos de arcos doblados del presbiterio, ventanas en aspillera, y columnas adosadas con capiteles incluidos, son algunos de los restos que merece la pena visitar.
Museo diocesano.
Para terminar nuestro paseo por Cuenca, merece la pena un paso por el Museo diocesano, contiguo a la Catedral, y en lo que a arte románico se refiere, cabe destacar la colección de Cruces realizadas en cobre dorado, como la de ARRANCACEPAS, RIBAGORDA o VALDEGANGA; un espectacular CALVARIO DE ALFONSO VIII, y sobre todo, EL BÁCULO DE SAN JULIÁN, pieza de orfebrería esmaltada, de la escuela de Limoges, en el que se representa la victoria de San Miguel sobre el Dragón.
Dejamos la capital para dirigirnos a Villar del Saz de Arcas, ubicada a unos 16 km, zona de repoblación, con anterioridad a la invasión árabe ya estuvo poblada, y a partir del s. XII, se desarrolla la actual población.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Situada en el norte de la población, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Templo de una sola nave, ábside semicircular, conserva una portada de ingreso en el muro sur y una espadaña destacable. La portada, aunque reconstruida, mantiene la estructura inicial, de arco con dovelas desarrolladas que se apoyan en jambas lisas y arquivoltas interiores. Lo más curioso es la ubicación de la espadaña, paralela a la puerta de ingreso.
Desde Villar del Saz, partimos hacia Arcas, sitio a unos diez kilómetros, hacia el sur.
El origen de esta población no se conoce con exactitud, y sólo será a partir del siglo XII cuando se conozcan referencias a la misma.
Iglesia de la natividad de nuestra señora.
Llegamos a uno de los mejores y más representativos ejemplos del arte románico en la provincia, la Iglesia de la natividad de nuestra señora. Situada en el centro de una gran plaza, el templo se nos muestra con todo su esplendor. La construcción del mismo comenzó tras la conquista de Cuenca por Alfonso VIII, en torno a 1117. Lo que más llama la atención es el exterior con una estructura poco común en la provincia. De una sola nave, ábside semicircular muy potente, y portadas de acceso en los muros norte y sur, destaca sobre todo por la espadaña, que no aparece inserta en el propio edificio sino que se sitúa perpendicularmente al eje de la iglesia, contando en su parte inferior, con una puerta que serviría de entrada al recinto anterior a la iglesia. Destaca también la portada del muro sur, muy desarrollada, de cinco arquivoltas apuntadas, que apoyan sobre columnas con capiteles decorados con hojas.
Dejamos atrás Arcas, y nos dirigimos hacia Hortizuela
Iglesia de Hortizuela.
En Hortizuela nos encontramos una iglesia típica de la época de la repoblación, destacando la pureza del estilo románico y su aceptable estado de conservación, pese a encontrarnos en un pueblo ya abandonado. Del siglo XIII, realizado en mampostería y aparejo de espiga, es de nave única y con presbiterio recto y ábside semicircular. Una espadaña de dos cuerpos da presencia al templo. Destaca la cornisa de piedra con canecillos de nacela. Se conserva una portada en el muro sur, de arco de medio punto con dovelas muy desarrolladas y sobre ella, seis ménsulas, que en tiempo debieron sustentar un pórtico.
Dejamos atrás el sur de la capital para dirigirnos al norte, a la localidad de Mariana.
Mariana, muy próxima a la capital conquense. Existen pocos datos respecto a asentamientos anteriores a la repoblación, pero a partir de 1117, Mariana existe como tal. El nombre del pueblo hace referencia a ser límite entre pueblos, probablemente entre el Alfoz de Cuenca y la Sierra.
Iglesia de San Pedro.
Destaca la Iglesia de San Pedro, situada en el lugar más privilegiado del pueblo, en una pequeña plaza. Templo, probablemente del s. XIII, destaca por su factura. Es de nave única, ábside semicircular, espadaña a los pies y conserva dos portadas de ingreso, una en el muro sur y otra en el norte, ambas muy sencillas, con arquivoltas sobre jambas. La portada sur se abre sobre una línea de canecillos, alguno de ellos con decoración vegetal.
Sin embargo, lo más interesante quizá, sea la pila bautismal. Es uno de los ejemplos más peculiares de toda la provincia por su decoración. La copa, estructurada en tres bandas, siendo las superiores formadas por arcos de medio punto secantes que se unen en los extremos, y la inferior de arcos de medio punto tangentes. El pie de la misma, presenta una decoración tremolada, semejante a los arcos de la cenefa inferior.
Nos aproximamos de nuevo a la capital, pero momentáneamente para tomar rumbo hacia Valdeolivas.
En plena comarca de la Alcarria, prácticamente a medio camino entre Cuenca y Guadalajara. La historia de esta villa, comienza también, en la repoblación, con Alvar Fáñez de Miñana, quien consigue que esta zona quede en control de los Comunes de Villa y Tierra, aunque con la entrada de los almorávides, esta zona se convertirá en campo de batalla hasta 1138, fecha en que se desmembra el imperio almorávide y las tropas cristianas comienzan la conquista de las plazas cercanas al río Tajo.
Esta villa de origen medieval, con una arquitectura tradicional bien conservada, de callejas estrechas, casas con corredores de madera, y plazas señoriales.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
De todos los testimonios medievales, destaca sobre todos ellos, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción una de las más interesantes de la provincia, comienza su construcción en el s. XIII, con gran influencia de los vecinos monjes del Císter, del Monasterio de Monsalud. Templo de nave única (aunque en época gótica se añade una más), ábside semicircular, portada de ingreso en el muro meridional, pero sobre todo destaca la imponente torre-campanario. Después de todas las remodelaciones, el templo queda distribuido en dos naves, la central cubierta por bóveda de cañón ligeramente apuntado, que se dirige al presbiterio, recto, y al ábside semicircular, abierto al exterior por tres aspilleras abocinadas.
La portada del templo se sitúa a los pies de la nave, en el muro oeste, con una estructura en tres cuerpos, donde destaca la puerta en el inferior, de medio punto, con molduras muy desarrolladas, destacando la arquivolta central en la que aparece una roseta en cada dovela. La separación entre el primer y segundo cuerpos, se realiza a través de una cornisa de puntas de diamante.
La torre, fechada por una inscripción de 1211, de planta cuadrada, de cinco cuerpos en origen, de los cuales sólo se mantienen cuatro cuerpos, el inferior liso, y los tres superiores abiertos en arcos. Respecto al interior, destacable las pinturas murales de la cabecera, las únicas medievales de la provincia.
En una de las capillas de la nave lateral, aparece una pila bautismal labrada en piedra caliza, con una tipología bastante sencilla y el esquema redundante en la provincia, copa de gallones o gajos, y la parte superior rematada por cenefa lisa.
Terminamos aquí, en plena Alcarria, entre olivares, nuestra ruta, sin olvidarnos que Cuenca posee numerosos testimonios que recorreremos en otra ocasión. ¡Buen Viaje!.