LA ACTUAL PARROQUIA DE SAN SANTURNINO, un edificio moderno que aprovecha la portada de la iglesia histórica, se inauguró en 1995. También volvieron al culto varias imágenes, entre ellas una de la Virgen sedente con el Niño (75 x 28 x 26 cm), que se encontraba depositada en el Museo Diocesano, una vez que fue restaurada. Junto a las tallas de Oriz, Eristain y Urdánoz forma el grupo que Fernández- Ladreda denomina Sedes Sapientiae de tipo rural, llamado así por no derivar directamente del constituido por Santa María la Real de Pamplona e Irache. Con todo, presenta las características propias de las vírgenes románicas que en la de Mutilva se concretan en la posición sedente y rígidamente frontal, la disposición de piernas y brazos doblados en ángulo recto con los que enmarca, sin tocar, al Hijo. La restauración ha devuelto a éste su posición original, centrado en el regazo materno. Es propio del momento el atuendo compuesto de túnica con ceñidor en la cintura, velo con caída sobre los hombros y manto con fiador horizontal que llega hasta las piernas en María, mientras que el Niño luce túnica y manto vuelto a manera de toga. Los pliegues se conciben a base de dobles verticales sobre el pecho, horizontales de curvas paralelas en las mangas y elípticos en las piernas. Dentro del grupo el tratamiento del plegado vincula este ejemplar con el de Eristain, si bien la calidad del trabajo en Mutilva es más simple, por su rigidez y esquematización. Los rostros, con la expresión ligeramente alterada por las capas de policromía, repiten ese distanciamiento típico románico entre lo divino y lo humano. Fernández-Ladreda plantea la hipótesis de que esta imagen pudo haber tenido el papel de prototipo para las otras del grupo, lo que la convierte en la más antigua, dentro del último tercio del siglo XII, por lo que aquilata la amplia cronología que le diera Clavería, autor que la incluía en el siglo XII sin mayor concreción. En la restauración de 1995 se hizo la corona de la Virgen, se arregló el trono pero se prefirió no reponer los brazos del Niño, ya que no quedaban suficientes testimonios para conocer cómo habían sido los originales.