Santa Maria de Rocacorba
Santuario de Santa Maria de Rocacorba
El santuario de la Mare de Déu de Rocacorba se encuentra situado a unos
Aunque el lugar pertenece a la municipalidad de Canet d’Adri, la parroquia de Rocacorba depende del arciprestado del Pla de l’Estany. Tras morir el último rector residente, en 1936, el santuario únicamente ha sido habitado por los miembros de la Comunidad de Jesús que se instalaron, en 1981, en la rectoría, y tuvieron cuidado del lugar convertido en un lugar de silencio y plegaria abierto al peregrino, hasta 1993. Actualmente el santuario, muy bien cuidado por su rector y por una activa comunidad, se encuentra abierto al público cada primer domingo de mes, cuando por la tarde se celebra el oficio.
El castillo de Rocacorba, del que no queda rastro alguno, está documentado desde mediados de siglo xi. La capilla castral, dedicada a santa María, aparece por primera vez en el año 1161. Aunque la iglesia conserva todavía categoría parroquial, desde inicios del siglo xiv es considerada un santuario mariano, título que se menciona ya en 1318, cuando Ermessenda de Cartellà la dota con un beneficio. Unos años más tarde, en 1343, se otorga al rector licencia para celebrar dos misas en la iglesia, debido al elevado número de personas que subían al santuario entre el día de la Virgen de Agosto y el de Todos los Santos. En un documento de 1346, el obispo recomienda el santuario, dando cuenta de las importantes reliquias que se guardaban en él.
Cuando, en 1367, Nicolaua, viuda del médico de Girona, Guillem Irondell, deja un legado al templo, se refiere a él como capilla de Rocacorba. Un año después, aparece documentada una comisión para vender palios, manteles y una lámpara de plata debido a la necesidad de reparar el altar mayor. Posteriormente, en 1377, el obispo da permiso al rector para confesar a los numerosos peregrinos que acuden a Santa Maria de Rocacorba. Nos consta también que a finales del siglo xiv el santuario tenía un recaudador aprobado por el obispo y que en varias ocasiones se le concede permiso para recaudar por todo el obispado.
El movimiento de peregrinos a Rocacorba y sus ofrendas no han cesado desde entonces hasta hoy. Ejemplo de ello es la campana que en 1511 ofrendan un grupo de devotos de Girona, o los vecinos de la calle Canaders de la misma capital, que peregrinan hasta el santuario a principios del siglo xvii, cuando el peregrinaje a Rocacorba se ve estimulado por indulgencias papales de entre los años 1623-1624. Nos interesa especialmente la licencia recibida en 1631 para cambiar de lugar el altar mayor (que no se bendice hasta 1659); quizá, como apunta J. M. Marquès, el cambio viene motivado por cierta modificación en el presbiterio.
Es muy difícil saber qué queda específicamente de las primeras fábricas del santuario, ya que una noticia de 1430 da a entender que tras los fuertes terremotos de 1427 y 1428 la iglesia quedó prácticamente destruida. El culto en la iglesia aparece de nuevo documentado en 1440. La segunda gran destrucción de las estructuras habría tenido lugar tras la guerra de Remensas. En 1474, el rey Juan II donó el castillo de Rocacorba, ocupado por los campesinos, a Francesc de Verntallat. Aun así, éste no logra tomar posesión del lugar hasta 1486, tras la sentencia de Guadalupe, cuando el castillo está ya en ruinas.
Las estructuras arquitectónicas, el aparejo y la peculiar organización del edificio actual corresponden a las reformas llevadas a cabo durante el siglo xviii, cuando, convertido desde el siglo xvi en santuario comarcal, acuden al templo peregrinos desde Girona, Banyoles y Olot. Un pórtico, al que se accede subiendo las escaleras que salvan el desnivel desde la base de la roca, precede y protege la puerta de medio punto adovelada que da acceso al templo por su fachada sur, a los pies de la nave orientada al Norte, con una capilla a poniente y con acceso al resto del complejo y al campanario por un pasadizo anexo al muro de levante del templo.
Dicha nave es coronada por una cabecera de planta rectangular, notablemente desplazada del centro de la nave hacia poniente. Un arco de medio punto, hecho con losas longitudinales de sillarejo dispuestas en sardinel, da acceso a esta peculiar cabecera, concebida como capilla del santuario y construida inmediatamente después de los terremotos de 1430, para albergar la imagen de la Virgen en el mismo lugar donde anteriormente (en la iglesia románica) se encontraba el altar mayor. Corrobora la información aportada por las fuentes el muro semicircular descubierto durante la restauración del edificio llevada a cabo por el obispado en 1981, hoy completamente visible en la parte inferior de la cabecera, pues su perímetro queda inscrito dentro de la planta rectangular de ésta. De dicho ábside, fundamentado como el resto de la nave sobre la roca madre, se conservan unas cuatro hiladas de losas de pizarra anchas, alargadas e irregulares. El interior de la parte inferior de lo que fuera el ábside semicircular conserva un revoque claro muy deteriorado. Las dataciones propuestas hasta hoy ubican esta fábrica en torno al siglo xiii, aunque con tan pocas evidencias se hace difícil de precisar. Llama la atención la peculiar cubierta de la cabecera, que responde a una planta rectangular dividida en dos tramos por un pequeño arco fajón dispuesto en perpendicular: el tramo de poniente dispone de bóveda de arista, mientras que el de levante cubre con una pequeña cúpula sobre tambor cuadrado. Esta cúpula apoya sobre un segundo arco fajón, en el lado Este, que equivale al anterior y que por simetría debió haber dado paso a otra bóveda de arista más allá del muro que hoy cierra la cabecera. Podría tratarse, pues, de las reformas llevadas a cabo tras el derrumbe causado por el terremoto a inicios del siglo xiv.
La imagen de la Virgen que hoy se encuentra en el templo es una reproducción, labrada en 1983. El original, una talla en alabastro fechada en el siglo xiv, se conserva en el Museu d’Art de Girona.
Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras
Bibliografía
AA.VV., 1995, p. 400; Arnau i Guerola, M., 1993, pp. 104-105, 109-113; Badia i Homs, J. y Olavarrieta i Santafè, J., 1987, pp. 77-79; Bisbat de Girona, 1981; Catalunya Romànica, 1984-1998, V, pp. 88; Collelldemont i Oliva, P., 1991, pp. 50-51; Comunitat de Jesús, 1982; Constans i Serrats, L., 1953, pp. 251-261; Llinàs i Pol, J., 2004, p. 19-21; Llinàs i Pol, J. y Merino i Serra, J., 2007, pp. 72-73; Mallorquí i Garcia, E., 2002, pp. 267-268; Marquès Casanovas, J., 1988, pp. 165-182; Marquès i Planagumà, J. M., 1984, docs. 86, 818, 820, 1340, 1680, 1830; Marquès i Planagumà, J. M., 2000, pp. 119-120; Ribot, P., 1988; Sánchez-Cid, E., 2000, pp. 81, 85.