Identificador
31172_02_057
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Alberto Aceldegui Apesteguía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ollo
Municipio
Ollo
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
EN UN DOCUMENTO DEL SIGLO XI se cita a la ermita de Donamaría como propiedad del monasterio de Irache, por la donación citada anteriormente de Sancho IV el de Peñalén, realizada en 1066. Por la documentación de época moderna, parece haber sido lugar de batzarre, esto es, de reunión de los alcaldes y regidores de las villas del valle para tomar posturas o llegar a acuerdos entre ellos. Se documentan varios de estos batzarres o reuniones a lo largo del siglo XVII. También fue lugar de nombramiento de loberos, esto es, de reuniones para decidir la caza de los lobos que amenazaban los rebaños del valle y nombrar las personas encargadas a tal efecto, y sus salarios. Poseyó, además, una gran y potente cofradía a lo largo de la edad moderna, cofradía que llegó a ser numerosa en hermanos y rica en pecunias, pues sabemos, por los libros parroquiales, que acostumbraban a realizar préstamos a particulares y a ayuntamientos del valle, préstamos no exentos de su consabido interés, que en ocasiones llegaba al cinco por ciento. Tal vez la fuerza de la citada cofradía propició la gran transformación de la ermita en los siglos de la edad moderna. A ella se añadió, al lado del coro, una casa que servía de morada a un sacristán y de propia sacristía, se realizó un coro nuevo, se eliminó el ábside -probablemente circular- para sustituirlo por un testero plano; se renovó la cubierta, que quedó con vigas de madera, y se realizaron varias intervenciones en el muro, tanto al exterior como al interior, yuxtapuesta al aparejo antiguo con ladrillo y mampostería. En la actualidad, paradójicamente, su estado es ruinoso y caótico. La edificación adjunta se ha hundido por completo, lo mismo que de la zona del coro, donde sólo se aprecia un amasijo de restos de vigas de madera, mezclados con sillares de piedra, ladrillos, tejas e, incluso, materiales de construcción modernos introducidos, tal vez, con la idea de frenar el deterioro, objetivo que no se ha conseguido. Todo ello no hace muy recomendable su visita, puesto que el grado de destrucción, que amenaza nuevos desprendimientos, puede ser bastante peligroso para un grupo de personas que no se mueva con cuidado entre las ruinas. Dicho todo esto, muy pocos son los restos originales de la fábrica románica que podemos analizar. Fundamentalmente nos centraremos en la portada y lo que queda del arranque del arco triunfal, puesto que del aparejo únicamente podemos decir que, en las zonas no cubiertas por hiedras y matorrales, parece ser de mediana calidad. También debemos reseñar una ventana polilobulada, posterior al románico, y una cruz grabada encima de ella, situada al lado de los restos de la portada. En lo que un día fue el segundo tramo del muro de la epístola se encuentra la portada, que presenta unas dimensiones muy parecidas a las de la parroquia de Santo Tomás de la misma localidad, más de 2,5 metros de frente y 1,85 de grosor de muro. Consta de tres arquivoltas en platabanda y una chambrana lisa, claramente apuntadas. Las arquivoltas descansan sobre pies derechos y dos columnas a cada lado provistas de basas simples y capiteles decorados. Los occidentales disponen hojas lisas unidas por combados muy altos, de reborde inciso, de cuyos ángulos superiores cuelgan bolas, similares, aunque más esmerados, a los del mismo lado de la parroquia de Santo Tomás. Los orientales presentan las mismas hojas con adornos vegetales de los que cuelgan piñas y florones. Es en estos capiteles donde se ve con nitidez la derivación de esta portada con respecto de la obra de las naves de Irache, en que fue generalizado el empleo de hojas lisas, con combados de rebordes incisos y adornos vegetales en las esquinas. Este elemento permite proponer una datación de la portada y del resto de la iglesia de Donamaría en el último tercio del siglo XII. La portada de la parroquia tomaría como modelo los capiteles de la ermita y los simplificaría años después. Por último, en el interior apreciamos restos de lo que debió de ser el arco triunfal de entrada al ábside desaparecido. Empotrada contra el testero actual, encontramos -a la derecha- una media columna encajada en pilastra, con basa muy sencilla y gran capitel decorado a base de lo que parecen hojas y bolas muy desgastadas. Sobre el capitel todavía se aprecian tres grandes sillares del arranque del arco triunfal, mientras que en el lado izquierdo, el derribo debió de eliminar la columna original, que fue curiosamente sustituida por ladrillos y mampostería que intentaron, mediante un enlucido, imitar la columna románica. El resto de elementos sustentantes, donde en su día hubieran descansado los fajones, fueron transformados, eliminando el sillar y colocando ladrillo en su lugar. Todo lo demás, como hemos dicho, está constituido por ruinas y caos.