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Vista exterior del ábside

Identificador
39092_18_008n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 55' 53.65'' , -4º 9' 14.97''
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
San Martín de Hoyos
Municipio
Valdeolea
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
Esta iglesia de San Martín de Hoyos está situada en una de las lomas que escalonadamente bajan desde el alto del Bardal hacia el sur y que bordean por este lado las tierras bajas por donde corre el río Camesa. Colocado, pues, el caserío a 1.060 m de altitud, forma hermandad de altura con su castillo medieval que, desde estas cotas, vigiló todos los acontecimientos políticos y guerreros que pudieron tener lugar en estos bellos parajes durante toda la Edad Media. Rodeada la iglesia por unas pocas casas de blancas fachadas y unas cercas de piedra que cierran los prados por el mediodía, figura San Martín como una de las más interesantes fábricas románicas del valle de Olea, este valle que pudo ser el lugar de asentamiento de la nombrada por las fuentes romanas Octaviolca u Octaviolea, que así pudo llamarse por equivocada lectura de su verdadero nombre. Serían posiblemente los antepasados de los actuales vecinos de San Martín de Olea los que verían pastar, durante el estío y en sus verdes praderas, los caballos de la Legio IV Macedónica que los romanos de Pisoraca (Herrera de Pisuerga) subirían en las extremadas sequías de los veranos. En San Martín de Hoyos, los dos poderes más destacados en la sociedad medieval, la Iglesia por un lado y la milicia feudal por otro, se han conservado, vigentes en sus materiales construcciones, para ofrecer una nota paradigmática y melancólica de la permanencia de la historia. La fábrica de San Martín de Hoyos conserva prácticamente su estructura románica aunque fue en muchas partes modificada. Se ve claramente que su plano y alzado primitivo consistió en una iglesia de una sola nave, con ábside semicircular en la cabecera, y espadaña en el muro occidental opuesto. Posiblemente, antes de acabar la nave se pensó la construcción de dos capillas de plano rectangular, afrontadas, y pegadas casi al comienzo del arco triunfal, una en el evangelio y otra en la epístola. Las dos de sillería, como en realidad toda la iglesia. No debió de pasar mucho tiempo entre la terminación de la iglesia románica y el añadido de las capillas, pues tanto éstas, como el ábside, son plenamente románicos, sin apreciarse ningún rasgo de goticismo, por lo que pensamos que San Martín de Hoyos debió de construirse sin llegar a los mediados del siglo XII, pero en proximidad a esta fecha, como la descripción que hacemos nos lo irá corroborando. Empezando por el exterior, y por el muro sur cubierto por el pórtico, vemos que la puerta aparece resaltada de éste y con una configuración de arquivoltas que, por su sencillez, nos inclina a no creerla de avanzada cronología dentro del románico: chambrana de dados en dos filas; primera arquivolta, abocelada; segunda con otro bocel de marcado sogueado, y la tercera de doble abocelamiento. El arco de entrada, formado por nueve dovelas, es de medio punto, y las arquivoltas y chambrana mantienen esta misma disposición. Todas las arcaduras apoyan sobre cimacio biselado, sin decoración alguna, que, a su vez se asienta directamente, sin capitel, sobre pilastrillas prismáticas. No existen, sin embargo, columnas. El tejadillo sobresaliente de la puerta –hoy sustituido por el general de un pórtico posiblemente del siglo XVIII– que llega hasta el muro de la capilla añadida al muro meridional y que abarca los canecillos primitivos, que son siete: el primero, de cuatro cavetos superpuestos; el segundo de caveto, pero debió de tener alguna figura hoy destrozada; el tercero, parece liebre colocada boca abajo sobre el caveto; y el resto, todos de caveto. Toda la puerta es de sillería perfectamente acoplada. La combinación de canecillos iconográficos con los de caveto es significativa. Acabado el pórtico, con tejado sostenido por dos pies derechos de madera, sigue el muro saliente de la capilla de la epístola, que se ve añadido al muro de la nave. Su constitución, que ahora contemplamos, parece indicarnos que la capilla primitivamente fue más baja de altura y que posteriormente se levantó en mampostería hasta la altura de la nave. Sigue a esta capilla el muro meridional del presbiterio que se corta por una imposta de billetes –la misma que veremos en el semicírculo exterior del ábside– que nos prueba que en la del presbiterio se indica el comienzo de la bóveda de cañón interior, así como en el ábside lo haría como inicio de su bóveda de horno. Esta imposta, lo mismo que veremos interiormente, es de tres filas de billetes. Debajo de ella hubo una ventana románica de arco de medio punto, que aún se ve, que fue convertida en los siglos XVI-XVII en una rectangular, enrejada. Viene después el primer contrafuerte prismático del ábside, que refuerza las presiones del arco triunfal interno. Es ancho, macizo, todo de sillería, y sube seguido, desde el banco exterior hasta la cornisa, que, como la del ábside de la que es continuación, se forma por largos sillares prismáticos que matan su ángulo por un continuado bocel. El semicírculo absidal parte de un banco que parece arreglado posteriormente, y presenta dos cuerpos en horizontal. El primero es el más alto y acaba en la imposta antes señalada de tres filas de ajedrezado. En un tiempo tuvo, pegada casi a la imposta, una ventana de medio punto que, quizás por temor a un resquebrajamiento del muro, fue tapiada. Hoy tan sólo vemos de ella dos dovelas y el borde de la jamba izquierda. El ábside se corona por nueve canecillos que son, de izquierda a derecha: 1.- protomo de ciervo sobre caveto, que recuerda los trofeos de caza colgados sobre las paredes de las casa de los cazadores, de frente, mostrando un cierto realismo en boca, ojo y orejas, y recalcando bien las bifurcaciones de las astas del animal; 2.- cabeza de bóvido, bien ejecutada, pero con los cuernos cortados; 3.- animal de feroz apariencia colocado boca abajo en el caveto, tiene garras en las cuatro patas; 4 y 5.- dos canecillos seguidos, de caveto; 6.- hombre de pie y de frente, sosteniendo en alto, sobre sus hombros, un tonel. El rostro está partido por la barbilla, pero parece tuvo barba y lleva cinturón de fuerza; 7.- de caveto; 8.- cabeza de animal muy destrozado y 9.- de proa de nave. En línea con el canecillo de “el forzudo”, se adhiere al ábside el muro meridional de la añadida sacristía, colocada en los siglos XVI-XVII en el lateral norte de la iglesia ocultando el muro presbiterial, salvo la cornisa que deja visibles sus cuatro canecillos de caveto. El muro norte de la sacristía añadida, con tejado más bajo que el de la iglesia es todo de mampostería y se une al muro exterior de la capilla del evangelio que, como la de la epístola, se armó toda con buena sillería. En su muro norte, abre en el centro, y con la altura de dos hiladas, una estrechísima aspillera de arquillo semicircular; y en el muro oeste conserva un trozo de cornisa moldurada sostenida por tres canecillos de proa de nave. Todo el resto del paramento norte de la iglesia ha perdido su carácter románico y es todo de mampostería, conservando una cornisa de nacela que ahora carece de canecillos. Sólo al final, al unirse al esquinal noroeste de la vieja espadaña románica, vuelve el muro sur a recuperar la sillería que en un principio tuvo. Llegados a la espadaña, vemos que ésta, posiblemente en la época en la que se añadió la sacristía, fue casi tapada por un husillo prismático de tres cuerpos, en mampostería, salvo esquinales e impostas separadoras de aquellos, para, por medio de una escalera, llegar a las troneras que apenas ya se ven. Esta construcción, ajena totalmente al románico fue al parecer subvencionada por un matrimonio hidalgo, que hizo colocar, en medio del segundo cuerpo, un sillar de piedra más blanquecina que dejó de ello constancia. Difícilmente legible en algunas partes dice así: “ESTA HOBRA HICIE RON LOS ILLES (ilustres) SE ÑORES DON PED RO DE SOLORZANO (¿?) … DOÑA MARIA (¿su?) ESPOSA AÑO DE (ilegible)” La letra es toda capital, muy toscamente grabada, aunque parece de los siglos XVI-XVII, aunque no queda legible el año. Tampoco es claro el apellido de Don Pedro. INTERIOR DE LA IGLESIA Los muros del ábside y de la nave aparecen hoy privados de un fuerte encalamiento anterior y hoy, salvo el izquierdo de la nave (evangelio), que debía ser de mampostería y por ello sigue enjalbegado, muestra sus bellos paramentos de excelente sillería. El semicírculo absidal se cubre con bóveda de horno que apoya sobre ajedrezado de tres filas de tacos; dicha bóveda acaba en arco de medio punto. El presbiterio aboveda un cañón apuntado, que también carga sobre la citada imposta que se continúa hasta el arco triunfal. Éste parece apuntar un poco, y doblado. Su capitel izquierdo tiene cimacio de entrelazo de tres cordones. La cesta, tallada en piedra arenisca, tiene muy desgastados sus relieves, pero éstos representan, abarcando toda la cesta, las repetidas águilas explayadas en las esquinas. Sobre ellas, una rama con volutas que, saliendo del centro del capitel se junta con otra que sale de los laterales y colocan sus espirales sobre la cabeza de las águilas. En el mismo centro del capitel y sobre las alas de las aves se coloca un pequeño león, en horizontal, con el rabo hacia el lomo y mostrando de perfil sus patas y la cabeza de frente. El fuste es entrego, de nueve tambores. La basa es ática, con bolas que apoyan sobre el toro bajo y el plinto, éste carga sobre banco que no parece continuar en el presbiterio. El capitel de la derecha lleva sendos animales afrontados en cada esquina, volutas en lo alto y cuadrúpedo también en el centro. Su cimacio es de entrelazos sencillos. Fuste y basa repiten la estructura de la columna izquierda. La capilla lateral que se abre al evangelio (izquierda), tiene chambrana o arquivolta de nacela, como doblez del arco, ambos de medio punto, que apoyan sobre cimacios también en nacela, sin decoración. La bóveda y muros son de sillería y se separan también por imposta de nacela, sobre la que carga la bóveda de medio cañón. El arco de entrada tiene capiteles: el izquierdo llena su cesta con volutas entrecruzadas, planas, pero no rayadas, como eran las repetidas de Cervatos, acaban en bolas que van aumentando de tamaño de abajo a arriba. El capitel de la derecha presenta dos animales sentados, de espaldas, que vuelven y enfrentan sus cabezas y parecen lamer sus rabos. Los cimacios de estos capiteles son lisos de nacela. Los fustes son monolíticos, y las basas semejantes a las del arco triunfal. La capilla de la derecha es, en su estructura, hermana gemela de la de la izquierda: chambrana y arco de medio punto, pero la primera está decorada con secuencia de cuatripétalas, de nervios muy marcados, inscritas en círculos tangentes. Los cimacios de sus capiteles también se adornan en todo su recorrido con distintos dibujos geométricos, sobre todo triángulos en relieve o excisos. El capitel de la izquierda recoge el tema tan repetido en la iconografía románica del duelo de caballeros, uno con escudo y el otro con lanza. El capitel derecho llena el frente de la cesta con cabeza humana de larga barbilla enmarcada por dos filas de volutas. Ambas capillas se iluminan en el fondo por aspillera románica de arco de medio punto, en la del evangelio, y por ventanita rectangular, más tardía en la de la epístola. Conserva esta iglesia románica una pila muy popular, con basa de baquetones indecorados. Es de forma troncocónica. La cuba, que tiene una altura de 65 centímetros, lleva en su frente una representación de una figura humana, de frente, muy tosca e ingenua, con los brazos en alto, faldellín y enorme cabeza, de talla extremadamente rústica, que recuerda las figurillas en barro pre-colombinas. Se cobija la figura bajo arco de medio punto. Otros varios arcos peraltados de medio punto (tres) nos recuerdan las altas arcaduras de alguna de las iglesias rupestres del alto Ebro, tal, por ejemplo, la iglesias de Las Presillas de Bricia. Dos cruces de tipo latino a ambos lados de la figura y una especie de almenas en el ángulo superior izquierdo completan esta extraña decoración cuyo simbolismo desconocemos. La basa, de 20 cm de alto, descansa sobre enorme disco de piedra que queda incluido en el suelo de la iglesia. El grosor de la pila, en el borde, es de 12 cm.