Identificador
09124_10_011
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 35' 29.59'' , - 3º 59' 26.59''
Idioma
Autor
Carmen María Peñalba de la Torre
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Hormicedo
Municipio
Villadiego
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL TEMPLO, QUE SEGÚN MADOZ estaba bajo la advocación de Santa Leocadia, es un pequeño, arruinado pero curioso edificio levantado íntegramente en sillería caliza muy bien concertada. Se compone de ábside semicircular, corto presbiterio recto y una nave dividida en dos tramos, con tres capillas nicho, con espadaña a los pies y portada al sur. En el lado septentrional del presbiterio se levanta la sacristía y en el mismo lado, al final de la nave, el husillo de la escalera de caracol, mientras que el cementerio rodeaba el templo por el lado de la cabecera. Morfológicamente nos hallamos ante una típica iglesia románica, sin embargo no tenemos dudas de que fue reconstruida en su integridad en el siglo XVII. Pero tal reedificación se hizo siguiendo en todo punto el modelo precedente, utilizando buena parte de las piedras y elementos decorativos, aunque reemplazando los materiales deteriorados por otros nuevos, lo que se pone de manifiesto en las marcas de talla de la piedra que muestran las superficies de muchos de los sillares. Resulta así este templo uno de los mejores ejemplos de la enorme perduración y profundo calado popular que a lo largo de los siglos han tenido los modelos constructivos románicos. El ábside, de planta semicircular, presenta podio y un sólo contrafuerte, que parece responder al mismo momento constructivo que el hemiciclo. Del alero se conservan cada vez menos piezas, tanto de la cornisa de listel y chaflán, como de los canecillos, decorados a base de diversas formas geométricas, con algunas figuras humanas y animales. El lado meridional del muro aparece acribillado a balazos, conservando el resto el regular, bien asentado y careado despiece de sillares. El presbiterio es muy corto, pero ligeramente más ancho que el ábside. En el lado norte conserva algún can, pero en el sur ha desaparecido por completo. En este mismo lado p resenta un ventanal rectangular, obra típica de los siglos XVII o XVIII, que en muchos templos románicos se hizo rasgando el muro, pero que en este caso parece perfectamente integrado en la obra, lo que es claro indicio de que todo el paramento está levantado en este momento moderno. En el interior del templo esta cabecera es bien simple, siguiendo en todo punto el prototipo románico, siempre con fábrica de sillería. El hemiciclo es completamente liso, sin rastro de saetera, rematando en una imposta de listel y chaflán de donde parte la bóveda de horno. El presbiterio muestra la citada ventana en el muro sur y la puerta de la sacristía en el norte, contando con bóveda de cañón, aunque sin impostas. En cuanto al arco triunfal, es una simple estructura de medio punto, apoyando en someras pilastras rematadas en impostas de nacela La nave presenta la misma anchura que el presbiterio, aunque sus muros son notablemente más altos. No obstante es claro un re c recimiento de los paramentos, elevándose cinco hiladas, sobre las que se recolocó el alero. La diferencia entre el trabajo de cantería en los sillares del paramento original y los del re c recimiento es muy evidente. Dos pequeñas capillas se abren en la mitad anterior de la nave, contemporáneas de esta misma fábrica, y otra más en la mitad posterior norte y la cubrición interior debió hacerse con dos bóvedas barrocas de arista de las que sólo quedan los arranques. En el exterior el muro norte aparece cubierto por las capillas y por la maleza, conservando todavía algún canecillo; en el sur, el centro del paramento presenta un somero contrafuerte, a cuyo costado se abre la portada, que sigue el típico esquema románico de arco de medio punto doblado, pero donde las anchas impostas planas denotan su reconstrucción en el siglo XVII. Del alero se conservan también algunos canes, del mismo tipo de los de la cabecera. Sobre la portada, varias hiladas por encima de la clave, se encuentra una inscripción reutilizada como simple sillar. El texto, se articula en cinco renglones, escritos en letras capitales bien marcadas: IX K(alendas) SE(p) TEMBRIS OBI(i)T SEMEN(us) ERA TCLX XVIIA Se trata de un epígrafe con caracteres arcaicos, visigóticos, con la particularidad de que el nombre del difunto, Semenus o Scemenus, presenta la letra M invertida, mientras que la letra A que sigue a la fecha corresponde al ordinal de la era. Su interpretación sería: “El día IX de las kalendas de septiembre murió Jimeno, en la era milésima centésima septuagésima séptima”, fecha que corresponde al 24 de agosto del año 1139. No obstante el numeral X de la última línea es algo dudoso, pues tan sólo un pequeño trazo que surge de la argamasa que envuelve a toda la piedra parece indicar su existencia. De no ser así, la fecha del óbito de Jimeno habría que situarla en 1129. Con la espadaña nos encontramos una vez más ante un modelo de tradición románica, aunque su perfecta unión con los muros laterales indica su contemporaneidad con la nave. El cuerpo de campanas presenta dos troneras de medio punto, con impostas planas como las de la portada. Remata en plano, con imposta de gola bajo un tejadillo flanqueado por restos de dos pináculos barrocos, y posiblemente no llegó a tener el habitual piñón. La escalera de caracol debió ser obra ya del siglo XVIII, con sillares tallados a puntero, el mismo sistema que siguen las hiladas del recrecimiento de la nave, obra que parece contemporánea del husillo. La pila bautismal fue sacada de esta iglesia hace algunos años y pasó a presidir una plazuela en la cercana localidad de Villanueva de Puerta, de donde recientemente ha desaparecido. Hecha en piedra caliza, tenía forma de copa, con ancha base cilíndrica. El vaso se decoraba con gallones, formando parte de un tipo muy frecuente en la época y que se halla también en la misma parroquial de Villanueva de Puerta o en Villanueva de Odra. Garbiñe Bilbao, quien aporta sus medidas -102 cm de diámetro y 54 cm de altura- dice, erróneamente, que procede de la también cercana y despoblada localidad de Icedo. Como ya indicábamos arriba, se trata de un templo que creemos rehecho desde los cimientos en los comienzos del siglo XVII, aunque siguiendo morfológicamente la estructura de un templo románico. Aparentemente, por la planta, alzados, y por la reutilización de los canecillos originales en la misma disposición, no parece que hubiera dudas para considerar al templo como románico. Pero haciendo un detenido análisis de los sistemas de talla de la piedra veremos que en los muros abundan piezas labradas con gradina, un instrumento muy usado en época barroca, conviviendo con otras piezas talladas a base de hacha, características de época románica. Si a ello sumamos el hecho de que algunos elementos constructivos, como la ventana del presbiterio o la portada, denotan claramente una construcción del siglo XVII, y que sin embargo forman parte del mismo momento en que se levanta el hemiciclo, parece que resulta obvia la conclusión de que el conjunto del templo obedece a una reconstrucción del siglo XVII. Finalmente, en la centuria siguiente se elevarían los muros de la nave y se levantaría la escalera de acceso al campanario. Así pues, en sentido estricto sólo podemos considerar como románicos a los canecillos y a las cornisas reutilizadas en la fábrica barroca, junto a numerosos sillares, entre los que se encuentra el epígrafe. Aun así resulta muy curiosa la pervivencia de los modelos edilicios medievales, que debían haber calado de forma muy contundente en el medio más ruralizado, de modo que en plena época barroca los vecinos de Hormicedo deciden rehacer su iglesia según un modelo característico de cuatro siglos antes, en vez de hacer una iglesia más acorde con los nuevos estilos artísticos, de los que sólo incorporan algunas técnicas del trabajo de la piedra y los sobrios recursos decorativos del momento, como son los anchos listeles.