Identificador
50901_01_011n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 23' 15.19'' , -0º 56' 10.09''
Idioma
Autor
Jorge Arruga Sahún
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Biel
Municipio
Biel
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
La primitiva iglesia parroquial de San Martín era un edificio románico construido, posiblemente, en los años finales del siglo XII. El paso del tiempo y las sucesivas ampliaciones han supuesto la casi total desaparición de la fábrica románica, de la cual quedan restos escasos pero significativos. El templo está situado a los pies del castillo de Biel, con el que forma un perfecto binomio medieval. Tal y como lo contemplamos hoy en día, está construido sobre una antigua iglesia románica que fue derribada o “deshecha” como se indica en la documentación, para ampliarla y acomodarla a la nueva moda y gusto artístico en parámetros gótico-renacentistas. En el siglo XVI San Martín de Biel se ensanchó, ya que la longitud del templo permaneció, prácticamente, intacta (salvo por el añadido de un pórtico con funciones de capilla). La iglesia se amplió unos doce pies -3 m- por el muro sur, ya que por el norte era imposible debido a la presencia de la roca que sirve de asentamiento al castillo, de modo que el muro septentrional coincide con el original de la primitiva iglesia. De la iglesia original, de nave única y dotada de cripta, quedan pocos restos en la actualidad. Uno de los vestigios más destacados que se han conservado se puede observar desde la capilla del Rosario y corresponde a la portada occidental. Allí ha sobrevivido un reducido fragmento de la parte superior de la doble arquivolta, muy moldurada. Otro de los restos que ha permanecido es un ventanal situado en la capilla de San Nicolás (en el lado del evangelio del presbiterio) que, según la tradición, formaba parte de un pasadizo que comunicaba la iglesia con el castillo para que el señor pudiera asistir a los oficios religiosos sin tener que salir al exterior. También pertenece a la etapa medieval un ventanal que aparece en el muro occidental que, posiblemente, iluminaba la zona de los pies del templo pero que también indica los indicios de un sistema de cubrición anterior. Por lo demás, el templo primitivo se ha visto cubierto en su totalidad por la edificación de la iglesia moderna. Los trabajos de rehabilitación que se están llevando a cabo en la actualidad en el templo han permitido que se pueda contemplar la cimentación y partes inferiores de la edificación inicial, lo que nos proporciona con precisión, al menos, las medidas de este espacio primigenio. Posee planta tendente al cuadrado, rematada por un ábside semicircular en el cual aparece semioculto un vano de medio punto emplazado en el eje, con un acusado abocinamiento interior, junto al cual, además, hay algunos restos de pinturas murales góticas. Esta cripta románica tiene unas medidas totales de 8,6 m de longitud por 5,1 m de anchura. Disponía de banco que recorría el perímetro, cuyo reborde estaba adornado con moldura abocelada. Este sencillo elemento ornamental aparece en edificaciones del último cuarto del siglo xi, como la iglesia de Loarre, argumento que ha sido esgrimido para proponer una datación completa del templo que nos ocupa en los últimos años de dicha centuria, de tal forma que su edificación fuera continuación de la ampliación de la impresionante torre del castillo. Frente a ello, la molduración de lo poco que se conserva de la portada occidental lleva a situar estos otros vestigios en época tardorrománica, probablemente en el último tercio del siglo XII. Pueden rastrearse similitudes de concepto y ejecución con San Gil de Luna y con otras manifestaciones de la corriente de renovación arquitectónica que afecta en esas fechas a las Cinco Villas y comarcas cercanas. En consecuencia, aunque no sea completamente descartable la idea de una cripta del pleno románico bajo una iglesia tardorrománica, es más fácil pensar en que la totalidad de la fábrica se ejecutó en este segundo momento, ya que el uso de bancos con reborde moldurado perduró también a finales de la duocécima centuria.