LA IGLESIA PARROQUIAL, dedicada a la Santa Cruz, es un templo de planta basilical y tres naves, construido en la mediocre sillería caliza del país, con torre adosada a los pies, fajones y formeros apuntados sobre pilares prismáticos. La nave mayor se cubre con dieciochescas bóvedas de ladrillo, mientras que la cabecera mantiene las crucerías originales. La portada, de arco apuntado y doblado, se abre en la nave de la epístola y, aunque retalladas, aprovecha las dovelas -labradas a hacha- de la primitiva. Remata la nave una cabecera ochavada, presentando las colaterales testeros planos. La obra revela un gótico temprano, de fines del siglo XIII o primera mitad del XIV. Junto a los fragmentarios vestigios de una fábrica anterior se conserva, en el fondo de la nave del evangelio, un bello ejemplar de pila bautismal tard o rrománica. Presenta copa troncocónica gallonada en su interior y exteriormente decorada con bocel en la embocadura y dos bandas ornadas con dientes de sierra, entre las que se dispone una cuidada trama de zigzag con incisiones alternas. Apea sobre un basamento circular de chaflán y listel. La copa mide 111 cm de diámetro x 60 cm de altura, y la base 28 cm de altura. A unos 1.000 m al noroeste del pueblo, a través de un camino sin asfaltar que parte a la izquierda de la carretera a Sotresgudo, se ubica la ermita de la Invención de la Santa Cruz, edificio de nave única levantada en combinación de sillería y mampuestos, portada meridional y espadaña con remate escalonado a piñón sobre el reforzado muro oeste. La fábrica parece obra dieciochesca, sin que ningún elemento constructivo, salvo la sospechosa espadaña y unas estelas discoideas, nos certifique la existencia de una construcción anterior. En el testero de la capilla aparece, no obstante, una ventana rasgada y hoy cegada de arco de medio punto abocinado. Sus jambas reciben dos secos relieves tallados a bisel en los que se figura una espada y un torpe guerrero que sostiene una lanza con su diestra y un escudo blasonado con un águila de alas explayadas en la otra. Aunque la impericia es atemporal y la rusticidad de la obra no permite mayores precisiones, nos inclinamos a datar en época bajomedieval estos relieves, de menor calidad que la lauda gótica que hoy hace funciones de dintel en una vivienda inmediata a la cabecera de la iglesia parroquial. En ningún caso es aceptable retraer su cronología al período altomedieval y menos aún a la Antigüedad Tardía, ocho siglos anterior al comúnmente reconocido nacimiento del arte del blasón.