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Parte posterior de Virgen con el niño

Identificador
16249_01_011n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
39º 47' 36.13'' , -2º 56' 15.14''
Idioma
Autor
Virginia Cañas Córdoba
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de la Virgen de Magaceda

Localidad
Villamayor de Santiago
Municipio
Villamayor de Santiago
Provincia
Cuenca
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
AL ESTE DE LA POBLACIÓN SE ERIGE, en lo alto de un cerro de areniscas, la iglesia de la Asunción, magnífico ejemplo de notable interés arquitectónico y artístico. Consta de un recinto murado al que se tiene acceso a través de unas escaleras que atraviesan una portada almenada con arco de medio punto. Construida en mampostería y remates de sillar en las esquinas, presenta sillería en la zona de portada, muros de poniente y en la torre. En la cabecera, en cambio, se puede contemplar sillarejo y mampostería de calidad. Destaca por su aspecto voluminoso y su notable e irregular altura, resultado de toda una serie de intervenciones que llegan hasta el siglo XVIII. La estructura del templo mantiene el esquema general característico de finales del siglo XII o primeros tiempos del XIII: una sola nave y ábside semicircular, con torre campanario a los pies. Al igual que sucede con la portada, magnífico ejemplar románico de la provincia de Cuenca. La portada se abre en el muro sur; allí se pueden apreciar, a simple vista, tres fábricas diferentes: a su izquierda, presenta sillar y destaca en este tramo un arco de medio punto, hoy cegado; a la derecha, se pueden apreciar los restos del que fuera el muro original de esta iglesia, y ya en la parte superior se observa perfectamente la sobreelevación de la nave. Aquí se abren dos grandes óculos. En este mismo muro, adosado al presbiterio, destaca un cuerpo de planta cuadrada que hace de capilla. Pero si algo sobresale en el muro meridional es, como se ha dicho, la portada. Inscrita en un cuerpo saliente construido a base de sillar, queda rematada en tejaroz de piedra sobre cornisa moldurada sustentada por varios canecillos decorados con motivos antropomorfos y animales. Se resuelve mediante tres arcos doblados de medio punto, entre los que se sitúan dos gruesos cordones que apoyan, a su vez, en jambas lisas a través de sencilla cornisa. Llama la atención, en el primer sillar, sobre la cornisa, un bello y trabajado reloj de sol, del año 1727 según inscripción epigráfica. El ábside semicircular presenta una más que considerable y destacable sobreelevación. Se alza sobre un zócalo y queda coronado por una cornisa de piedra y rosca de teja de cerámica curva. En ella destaca, en su parte superior, una pequeña ventana adintelada con derrame. Varios cuerpos, a modo de sacristía y capillas, se adosan a ambos lados del ábside. Si continuamos recorriendo el edificio por su exterior podemos apreciar en su muro norte, concretamente en la parte inferior, restos de lo que fuera la fábrica original de la iglesia, y en la parte más alta, próxima a la capilla adosada al presbiterio, una ventana actualmente cegada. Ya a los pies se levanta la torre-campanario que Ibáñez fecha en el siglo XVI, y que, como se ha dicho, está levantada a base de sillar y adosada a la nave. Queda dividida en tres cuerpos separados por una moldura. En su cara norte se abre un arco de medio punto, hoy cegado, y el arranque de un paño de un muro. En su cara oeste se abre una ventana abocinada de medio punto. Y en el cuerpo superior se ha dispuesto el espacio necesario para alojar las campanas: una en los lados este y norte, y dos en los lados sur y oeste. Ya en el interior, la nave está dividida en tres tramos cubiertos por bóvedas de yeso que se apoyan en falsos arcos fajones y formeros decorados con medallones en su clave. Los arcos, por su parte, descansan sobre cornisa moldurada y volada que recorre toda la nave. Un gran arco triunfal de medio punto da paso de la nave al presbiterio. Atribuido a Esteban de Jamete, sus columnas presentan fustes estriados sobre basas renacientes. Al llegar a la cabecera se abre por el lado del evangelio, a través de un arco de medio punto, la sacristía, cubierta por una magnífica bóveda nervada. Pedro de Alviz, arquitecto del convento e Iglesia de San Pablo de Cuenca, fue el encargado de cerrar la cubierta de crucería de la capilla del lado de la epístola. Hay que mencionar también la cubierta del interior del presbiterio: una esbelta y rica cúpula semicircular renacentista, de piedra de cantería, labrada con casetones cuadriláteros y rosetas, con figuras de santos, animales y flores, atribuida al célebre Esteban Jamete de Orleans, uno de los artistas más importantes del plateresco conquense, que dejó aquí su fama y genio en el año 1554. En la clave se localiza la figura pintada del Padre Eterno y en las pechinas aparecen representados los Doctores de la Iglesia. A los pies de la nave se sitúa el alto coro, y bajo la torre se abre una capilla que cumple las funciones de baptisterio. De planta cuadrada, está cubierta por una cúpula rebajada de yeso sobre pechinas. En el muro oeste se abre una pequeña ventana abocinada de medio punto. En el centro se conserva la pila bautismal. Esta interesante pila, labrada en piedra y de cuidada talla, presenta en la actualidad algún daño en la parte superior, en el borde de la cenefa. El vaso, de 112 cm de diámetro exterior y una profundidad de 38 cm, aparece decorado en su parte externa por una serie de gallones verticales, a modo de arquería, que tienden a recogerse en la base. En la parte superior presenta una cenefa decorada por una serie de espirales y hexafolias superpuestas unas con otras. Enmarcada cronológicamente en el siglo XIII, guarda notables semejanzas con otras pilas de la provincia, como las conservadas en Almodóvar del Pinar, Arandilla del Arroyo o Valdecañas, entre otras, tal como apunta Nieto Taberné. Ofrecen un denominador común: las estrellas florales inscritas en círculos que decoran el vaso. Además, son muchas las semejanzas que guarda con la pila de la vecina localidad de Abia de la Obispalía.