Identificador
33000_0013
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Oviedo
Municipio
Oviedo
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
EL IMPULSO DEL MONARCA Alfonso II (791-842) a la actividad constructiva dentro de la nueva capital del reino de Asturias está en el origen de la catedral de Oviedo, cuya primera fábrica se construye en el siglo IX siguiendo el modelo basilical del prerrománico asturiano. Los aspectos relativos a aquella primera fase histórica de San Salvador de Oviedo se comentan con detalle en el volumen correspondiente al Arte Prerrománico Asturiano de esta misma colección, al que se remite desde aquí. En este trabajo interesa analizar cuál ha sido la evolución del conjunto catedralicio en los siglos XI y XII, cuando algunas de sus dependencias fueron objeto de unas intervenciones en sus fábricas que les otorgaron la estructura que mantienen en la actualidad. Las intervenciones de estilo románico parecen iniciarse en la Torre Vieja, cuyo cuerpo inferior prerrománico y de carácter defensivo se remató a fines del siglo XI con un cuerpo románico de dos pisos, que en el superior acogía las campanas. Los trabajos continuaron con la construcción del claustro, que posiblemente no haya llegado a concluirse antes de ser sustituido por el actual gótico. En torno a él, se edificaron una sala capitular, de la que se han conservado descontextualizadas algunas piezas pertenecientes a los arcos de su fachada, y la residencia de los canónigos. Los trabajos más tardíos se desarrollaron en la Cámara Santa, en la que durante la segunda mitad del siglo XII se acometió la reforma de la Capilla de San Miguel. Las obras mencionadas se sucedieron dentro de un marco cronológico de aproximadamente un siglo de duración y coincidieron con el episcopado de tres figuras relevantes: los obispos Arias (1073-1094), Pelayo (1101-1130) y Gonzalo Menéndez (1162-1174). Al desarrollarse dentro de un período cronológico amplio, los trabajos ejecutados responden a distintas fases evolutivas del estilo románico y son resultado de la intervención de diferentes talleres y consecuencia de la influencia de las corrientes estilísticas foráneas que en los distintos momentos llegan a la ciudad. Pero en todos los casos, como se podrá comprobar en los textos que siguen a esta breve introducción, la renovación de las estructuras de este conjunto religioso ovetense se ha visto favorecida por el reiterado apoyo que le han prestado los sucesivos monarcas leoneses con sus donaciones y prebendas, por el de las familias nobles asturianas, por el impulso de sus obispos y por la constante afluencia de peregrinos, que acudían en número cada vez más alto al viejo santuario atraídos por la fama de santidad alcanzada por sus reliquias. Paralelamente a los trabajos arquitectónicos mencionados, la catedral engrosaba su afamado tesoro con relicarios, códices ilustrados e imágenes. Es preciso destacar como magníficas obras de metalistería o de eboraria creadas entonces el Arca Santa, el Díptico de Gundisalvo, el Cristo de Nicodemo y la Arqueta del obispo Arias. Así mismo, conviene indicar que en el primer tercio del siglo XII, durante el obispado de don Pelayo, existió un activo scriptorium catedralicio cuya obra cumbre es el Libro de los Testamentos.