Identificador
33539_01_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ques
Municipio
Piloña
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
SOBRE UN PROMONTORIO ROCOSO en el lugar conocido como el Pedrueco, en clara alusión a la naturaleza geográfica del lugar, se sitúa la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Ques. La roca sobre la que se asienta el templo fue recortada a principios del pasado siglo con el fin de abrir la carretera que hoy discurre a su vera, lo que trajo como consecuencia la destrucción de un gran número de enterramientos excavados en la misma roca que circundaban la iglesia. Pocos datos conocemos de la historia del lugar y templo de Ques, siendo las fuentes documentales de la época escasas y discutidas, pues si bien algunos autores consideran que esta iglesia se identifica con la que como In Coe ecclesiam Sancte Eulalie similiter aparece incluida entre los bienes de propiedad de San Salvador de Oviedo confirmados por Ramiro II en el año 926, otras opiniones, al aparecer citada justo en el límite entre los bienes localizados en el concejo de las Regueras y los situados en tierras de Piloña, identifican esta iglesia de Santa Eulalia con la de Valduno en las Regueras. Es este diploma de Ramiro II uno de los considerados como falsos del Liber Testamentorum, con lo que, según expone F. J. Fernández Conde, el Obispo Don Pelayo trató de fundamentar las bases de su iglesia en un momento delicado para la institución, aunque no descarta el mismo autor que dicho texto pudiera haber tenido como base algún documento real, posiblemente de época de Ramiro III (966-984). Sea como fuere, lo cierto es que Santa Eulalia de Ques no aparece en la documentación posterior vinculada al señorío de la mitra ovetense, sino que la encontramos mencionada con relación a su dependencia del monasterio de San Bartolomé de Nava, cenobio benedictino al que pudo pasar a pertenecer a través de alguna donación de los Álvarez de Asturias o de los Lodeña, a los que pertenecieron algunas de las monjas más influyentes de la comunidad, pues sabemos que el lugar de Coe fue otorgado en 1352 por Enrique de Trastamara, futuro Enrique II de Castilla, a la esposa de Suer Alfonso de Lodeña, aclarando éste que le pertenecían por herencia de su padre adoptivo, el poderoso Rodrigo Álvarez de las Asturias. No sabemos con certeza cuándo pudo producirse dicha donación, pero en 1385 en la Nómina de parroquias mandada redactar por el obispo Don Gutierre ya aparece: Santa Olalla de Quyes húsanla apresentar el monasterio de Nava el quarto e los padrories lo otro. Construido hacia el siglo XIII probablemente sustituyendo una construcción anterior, el templo románico de Ques, a juzgar por los escasos restos que se conservan, debió de ser un edificio de pequeñas dimensiones con nave única y cabecera cuadrada, siguiendo los esquemas más sencillos del románico rural, a la manera que podemos ver en otras construcciones de la zona. Desde el siglo XVII a principios del XX sufrió varias intervenciones y reformas que desfiguraron por completo su apariencia primitiva, al modificar la zona de la cabecera y sustituir el pequeño ábside románico por un presbiterio de grandes y diáfanas proporciones, al que en diferentes campañas se adosaron dos capillas laterales, una sacristía y el pórtico, rompiendo por completo con la proporcionalidad de la fábrica románica, de la que solo se conserva, no exento de modificaciones, el cuerpo de la nave, con sus dos portadas y la espadaña que remata el imafronte. Construida en sillarejo, la nave, de trazas rectangulares y actualmente totalmente descompensada en dimensiones con respecto a la cabecera, debió de cubrirse originariamente con armadura de madera, sustituida en algunas de las intervenciones por una bóveda de cañón con fajones, lo que hizo necesaria la construcción en el exterior de cuatro potentes contrafuertes que distorsionan completamente la imagen primitiva de este cuerpo, del que podemos decir que sólo conserva parte de los muros perimetrales y los aleros con canecillos que rematan las fachadas norte y sur; doce canes en cada uno de los lados, todos ellos lisos, a excepción de una de las piezas del alero septentrional que se decora con una tosca y rudimentaria figura femenina, que parece mostrarse en actitud obscena; una de las más recurrentes imágenes utilizadas por la iconografía medieval para representar el pecado de la lujuria, muy similar tanto iconográfica como formal y técnicamente a uno de los canecillos de la vecina iglesia de Santa María de Lodeña, donde es muy posible que intervinieran los mismos talleres. El acceso al interior del templo se efectúa a través dos sencillas y pequeñas portadas, de factura semejante, abierta una en la fachada occidental y la otra en la meridional. Están compuestas por un sencillo arco de medio punto sobre capiteles-imposta lisos, únicamente animados por el perfil nacelado del corte, y todo ello resguardado bajo un guardapolvo igualmente moldurado a nacela; siguiendo así las portadas un esquema sencillo y muy habitual en los templos rurales, tal y como podemos verlo, por citar ejemplos cercanos, en Santa María de Viabaño o San Antolín de Llera. Remata el imafronte de la construcción una pequeña espadaña de trazas románicas, sin duda el elemento más destacado de todo el conjunto, dada la escasez de este tipo de piezas que se conservan en el románico asturiano. Se compone de dos cuerpos separados por una estrecha moldura, el inferior, liso y macizo, sirve de base al cuerpo de campanas propiamente dicho, donde se abren tres vanos de medio punto, dos en la parte inferior, de gran luz y ligeramente peraltados, y un tercer arquillo de reducidas dimensiones en el centro del agudo piñón que remata la pieza. Los dos arcos inferiores, a modo de ventana geminada, están separados por un parteluz compuesto de dos columnillas gemelas, en disposición perpendicular a la fachada, que constan de basas áticas, pequeños fustes monolíticos y capiteles troncopiramidales toscamente tallados con motivos foliados, siguiendo un esquema muy similar al que podemos ver en la espadaña de la iglesia de San Julián de Cazanes, en el vecino concejo de Villaviciosa, donde separando los dos arcos se colocaron tres columnillas en semejante disposición a las de Ques. La escasez de espadañas conservadas en el románico asturiano hace que sea imposible establecer la procedencia directa de los modelos aquí utilizados, siendo posible que siguieran esquemas igualmente aplicados en otras construcciones del entorno. A modo de conclusión, podemos decir que el templo de Santa Eulalia de Ques responde a los postulados propios del románico rural y arcaizante, habitual en los ámbitos rurales ya bien avanzado el siglo XIII, donde los artesanos locales, dentro de sus limitaciones, tuvieron libertad para interpretar a su manera las fórmulas del lenguaje románico culto que podían ver en los grandes centros monásticos de la zona, siendo, en el caso que nos ocupa, los monasterios benedictinos de San Bartolomé de Nava y Santa María de Villamayor, los ejemplos más próximos.