Identificador
31383_01_027
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Alberto Aceldegui Apesteguía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
despoblado de Rada
Municipio
Murillo el Cuende
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA PEQUEÑA IGLESIA DE SAN NICOLÁS se halla en el lado este del recinto y su cabecera cerraba parte del mismo al estar en el mismo borde del precipicio. Se encuentra rodeada por ruinas de viviendas excavadas en sucesivas campañas, dirigidas por María Ángeles Mezquiriz e Inés Tabar, desde que el Gobierno de Navarra adquiriera el lugar en 1984. Por su parte, el templo fue restaurado en 1986. Cuando uno contempla la iglesia y su entorno desolado, con los arranques de muros de las antiguas casas, el aljibe y las murallas, resulta fácil evocar el asedio de 1455. Parece que el reloj del lugar se paró entonces, entre la devastación y las ruinas alrededor del pequeño templo; imaginamos cuántos lugareños debieron buscar protección al amparo de San Nicolás de los dardos y la barbarie de los asaltantes. La citada iglesia tiene una muy curiosa planta. Presenta una nave principal con tres tramos más la cabecera, semicircular al exterior y al interior, y una segunda navecilla, añadida por el lado del evangelio, mucho más estrecha y baja que la principal, de tres tramos y cabecera profunda y plana. Al exterior apreciamos sillería de buena calidad y sucesivos cortes de obra que evidencian diversas fases constructivas. En la cabecera se aprecia perfectamente la falta de continuidad de hiladas entre el ábside semicircular y el testero recto de la nave añadida. El ábside carece de vano en el eje; dispone en cambio de una saetera dentro del semicilindro desplazada hacia el sur. El testero recto de la nave septentrional presenta otra ventanita saetera de medio punto, más o menos en el eje, con derrame hacia el interior y ausencia de ornamentación hacia el exterior. Una cornisa decorada a base de bolas, billetes y capullos marca la línea donde concluía la fábrica del ábside originalmente. Cuenta con algunas ménsulas sobresalientes que quizá correspondan a un recrecimiento con función defensiva. En alguna se aprecian formas que podrían ser restos de antigua decoración a base de motivos animales. Por encima vemos hoy un par de hiladas de sillarejo. El testero recto termina a mayor altura con una cornisa sobre canes en nacela y encima una espadaña de dos huecos de medio punto que luce empotrado en su lateral sur un crismón trinitario. En la zona del ábside encontramos también dos marcas de cantero con forma de rectángulo abierto por uno de sus extremos. El muro de la epístola presenta igualmente cortes verticales que evidencian distintas campañas. Aproximadamente en su centro se abre una sencilla portada adintelada con un segundo crismón trinitario en su dintel. Un contrafuerte de escaso desarrollo marca el encuentro con el semicilindro absidal. La portada principal, que no se sitúa justamente en el eje el eje de la nave absidada, sino un poco desplazada hacia el norte, se abre en el muro de los pies. Dicho muro se extiende en hiladas continuas hasta abarcar la parte correspondiente a la nave añadida, lo que lleva a pensar que el hastial se hizo de una vez. La puerta consta de doble arquivolta de medio punto en platabanda, con leve molduración en los trasdoses. Apoya la interior sobre pies derechos lisos y la exterior sobre columnas de fuste liso, basa con toro y escocia y capiteles decorados a base de hojas lisas esquemáticas, con nervio central protuberante, que culminan en bolas en vueltas por remates vegetales. Algunos autores han visto en ellos influencia cisterciense, tal vez explicable por la cercanía del monasterio de La Oliva, pero ciertamente este concreto modelo de capitel no existe en dicha abacial y nos recuerda, en cambio, a soluciones tardorrománicas rurales. Los cimacios disponen asimismo de molduración incisa y se prolongan ligeramente en el muro frontal. En la portada apreciamos otras marcas, entre ellas una de cantero con forma de m invertida y otra con una cruz de doble travesaño que en la parte inferior incluye un globo crucífero (recuerda a marcas semejantes en otras iglesias románicas navarras). Al interior, los tramos se articulan, en la nave principal, a base de fajones de medio punto, excepto el último, el occidental, donde sustituye las pilastras por medias columnas con basa clásica sobre plinto moldurado y capiteles decorados, uno con grandes hojas lisas muy sumarias y el otro con formas vegetales muy esquemáticas, compuestas por líneas incisas rectas y serpenteantes que recuerdan muy lejanamente a los cabrios de Leire. Por encima de las pilastras y de los capiteles corre, a lo largo de todo el edificio, una imposta lisa que se decora con sencillo taqueado solo en el ábside. Las bóvedas son de medio cañón para los tramos y de horno o cuarto de esfera para el ábside. La pequeña nave aneja al norte se estructura mediante dos fajones ligeramente apuntados que descansan en ménsulas decoradas con bolas -la de los pies- y con un baquetón horizontal -la intermedia- empotradas en el muro septentrional. Al otro lado, dichos arcos descargan sobre una pilastra intermedia, que incluye en su parte oriental una columna compuesta por tres tambores, y sobre semicolumna con capitel decorado con pencas esquemáticas el de los pies. La bóveda es en toda ella de medio cañón. A los pies dispone de una ventanita de abocinamiento interior. La pequeña nave se comunica con la principal mediante tres grandes arcos apuntados, practicados en el muro del evangelio de la nave principal, y situados entre las pilastras y las semicolumnas -en el caso del último tramo- descritas anteriormente. El análisis hasta aquí efectuado permite ver que hubo una primera fase en la que se iniciaría una sencilla iglesia de nave única absidada, con la peculiaridad de carecer de ventana axial, lo que quizá pudiera justificarse por un eventual uso defensivo. En una segunda campaña se añadiría no sólo la nave septentrional, sino también parte del muro meridional y el hastial. Esta segunda fase puede fecharse en época tardorrománica por los elementos decorativos, tanto los capiteles de la portada como la ménsula con baquetón horizontal de la nave del evangelio (que recuerda a soluciones adoptadas en la capilla de Jesucristo del palacio episcopal pamplonés y en Santa María de Iranzu). Por tanto, mientras el inicio carece de cronología clara, esta segunda fase puede datarse en los años finales del siglo XII o, con mayor probabilidad, a comienzos del XIII. Por último, debemos destacar el yacimiento que, como hemos dicho, rodea la iglesia. En él podemos apreciar la organización de las viviendas medievales tal como estaban mediado el siglo XV. Varias disponen de diferentes habitáculos. Destacan asimismo un enorme aljibe de sillería más que notable, donde se guardaba el agua, y una torre vigía circular muy desmochada, además de tumbas cercanas a la iglesia con restos humanos fingidos pero dispuestos tal y como aparecieron los originales. La tipología a la que corresponden los restos de la gran muralla, con torres abiertas hacia el interior unidas por lienzos de muro, con ventanas saeteras para su defensa, siguen las fórmulas más frecuentes en Navarra documentadas desde el siglo XI (Artajona) y mantenidas a lo largo de la Edad Media. El conjunto constituye un lugar de aconsejable visita, enriquecida por la pequeña exposición dispuesta en el interior de la propia iglesia, ya que nos acerca a la vida de las poblaciones rurales medievales.