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Capitel del lado izquierdo de la portada sur. La epifanía

Identificador
31292_01_009
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Alberto Aceldegui Apesteguía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María

Localidad
Eguiarte
Municipio
Lácar
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LOCALIZADA EN UNA PEQUEÑA VAGUADA equidistante de las dos localidades citadas, la parroquia vio cómo se construyeron algunas casas y corrales a su alrededor, alguna de las cuales, adyacentes al templo, hoy se está restaurando (apoya en el muro del evangelio). De la primitiva fábrica del siglo XII no se conserva demasiado, concretamente la portada y los lienzos de muro más cercanos a ella, que constituían una nave de escasas dimensiones. En los siglos XVII y XVIII se hicieron numerosas reformas, las principales entre 1722 y 1723 que llevó a cabo el cantero Juan Antonio de San Juan y que transformaron el templo mediante el añadido de un amplio crucero con brazos, la cabecera de remate recto y la sacristía. De esta manera, el aspecto general exterior de la edificación corresponde a las reformas modernas, salvando -como dijimos- la portada, los lienzos de muro más cercanos a ella y algún aspecto interior que veremos. Delante de la portada nos encontramos con un enorme pórtico rectangular con techumbre a dos aguas y vigas de madera que protege toda la entrada y el antiguo cementerio allí situado. La citada obra fue diseñada en 1661 por los canteros Pedro de Vergerandi y Miguel Unzay y por el carpintero Juan de Goñi. La portada, de medio punto, está construida en resalte sobre el muro meridional de la iglesia románica, lo que permite disponer un abocinamiento con tres arquivoltas constituidas por baquetones lisos entre medias cañas (la exterior presenta baquetón geminado) más una chambrana. La anchura total de la portada es un poco inferior a 3,5 m y su grosor de muro alcanza 1,45 m. Las arquivoltas se apoyan en el cimacio corrido que recorre la parte superior de los capiteles y que presenta abundante decoración vegetal a base de roleos de hojarasca y palmas entrelazadas con rosetas, piñas y cabezas monstruosas en las esquinas de los capiteles. La arquivolta interior descansa en las jambas, donde también se aprecia decoración figurativa. Las dos exteriores lo hacen sobre sendas columnas, todas de fuste liso, basa sencilla y muy deteriorada y capitel historiado. Comenzando por el lado izquierdo, apreciamos en el capitel exterior la escena de la Anunciación. Desde antiguo se han resaltado sus concomitancias con el mismo pasaje labrado en un capitel de San Miguel de Estella. El hecho de que Gabriel aparezca genuflexo ha sido visto por Martínez de Aguirre como derivación del modelo silense (Anunciación-Coronación del claustro). María ocupa la esquina, alza su palma derecha y sujeta con su izquierda un conjunto de plegados; lleva la cabeza cubierta y porta una corona, lo que -como vio Quintana de Uña- la vincularía de nuevo con Silos. Delante tiene al ángel, que levanta el índice en señal de estar dirigiendo la palabra. Detrás se ve la figura de San José, pensativo, que reclina la cabeza en su mano derecha -seguramente inmerso en el sueño por el que decidirá no repudiar a la Virgen-, con el bastón en su mano. Son manifiestas sus semejanzas con el capitel del mismo tema de Lezáun. En el capitel interior vemos la Epifanía compuesta por los tres Reyes Magos, la Virgen María sedente con el Niño en brazos y la figura de San José, en una esquina, parcialmente destruida. Los reyes se distribuyen conforme a las pautas más habituales en la segunda mitad del siglo XII: el primero dobla la rodilla ante Jesús y le ofrece el contenido de una hermosa copa abierta que sujeta con ambas manos; el segundo se vuelve hacia el tercero y con la mano derecha señala hacia la esquina, donde en otros capiteles aparece la estrella. Igualmente aquí resultan evidentes las similitudes con San Miguel de Estella. María, coronada, sostiene a un alegre Jesús, mientras lleva en su diestra un fruto granulado. El Niño porta un libro donde se ven el Alfa y la Omega que lo identifican como Jesucristo. En la jamba apreciamos de frente una estrella de entrelazos con una flor en el centro. Hay quien ha visto en ella la estrella de Belén que guió a los Magos (que no aparece en el capitel, a diferencia de lo que sucede en Estella), y por último, en la parte interior de la jamba, el Agnus Dei crucífero, con su habitual disposición: apoyado en tres de sus patas y sujetando con la cuarta una cruz sobre astil que asoma por detrás de su lomo. En la parte derecha, la jamba decora su cara interior con un centauro disparando un arco que recuerda al signo zodiacal de sagitario y por la forma resulta muy semejante, aunque invertida su dirección, al que combate contra un caballero en la jamba de la portada septentrional de Irache; también manifiesta su parecido con los de San Miguel de Estella. La cara frontal muestra un hermoso crismón trinitario de ocho brazos, con el travesaño de la cruz en la parte interior de la P y una flor octopétala en el centro. En el capitel interior vemos parejas afrontadas de seres monstruosos, con garras y cuerpos de aves rapaces, cabezas de felinos y monos -cubiertas estas últimas con cogullas, cuya relación con Irache ya señaló Aragonés- y colas de dragones, en actitud desafiante y con entrelazos vegetales, esta vez acompañados de piñas entre sus cabezas. El capitel exterior presenta una decoración a base de parejas de águilas en cada cara, enfrentadas con entrelazos vegetales. Como ha visto Fernández-Ladreda, estos motivos asimismo derivan de modelos estelleses e irachenses. El estilo del escultor es bastante bueno, destacando la corrección de los entrelazos vegetales y las expresiones en las figuras, como la sonrisa del arcángel San Gabriel en la Anunciación, o la fiereza de los rostros de los seres monstruosos del lado derecho. El canon de las figuras se presenta en ocasiones desproporcionado, con una tendencia a las cabezas bastante grandes con ojos almendrados, aunque su técnica de plasmación de las telas sea correcta, con abundancia de plegados. En resumen, no se trata indudablemente de un maestro de primera fila pero tampoco es un artista local o rural como lo apreciamos en las vecinas localidades de Lácar o Grocin. Ya Uranga e Íñiguez y otros autores en su estela lo vinculan con las esculturas de la portada de San Miguel de Estella y del segundo taller de Irache, con la citada influencia silense en el caso de la Anunciación. Siguiendo con la descripción, debemos citar una posible marca de cantero en el muro, a la derecha de la portada, que se asemeja a un seis inclinado. Además, en las partes altas del muro de la portada y del otro lado podemos apreciar los sencillos canecillos lisos de la fábrica original románica. En un sillar del muro meridional de la iglesia fue tallada una hermosa cruz ensanchada, quizá alusiva a algún enterramiento cercano; su forma nos recuerda a la habitualmente empleada por entonces para las cruces de consagración. En el interior, poco es lo que nos queda de época románica. La iglesia, además de sus transformaciones citadas, presenta una decoración a base de sencillas pinturas y yeserías que, unidas a retablos y cuadros impiden divisar los muros. Aún así, nos encontramos con el aprovechamiento de una parte de la primitiva fábrica en los tramos que se articulaban mediante pilastras con medias columnas sobre pedestales y con capiteles. Entre estos últimos, localizamos uno en el muro del evangelio con decoración de leones enfrentados. La cronología de este interesante conjunto escultórico ha de vincularse con la de San Miguel de Estella e Irache, de modo que sería muy poco posterior a la fecha que otorguemos a la portada estellesa y al segundo taller de Irache, dentro del último tercio del siglo XII. Por último, debemos mencionar una sencilla pila bautismal de taza lisa con moldura baquetonada superior, moldura semicilíndrica bajo de la taza y pie cilíndrico, situada frente a la puerta y que en la actualidad funciona como aguamanil.