Identificador
47166_01_012
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 26' 43.90'' , -4º 22' 56.35''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Viloria del Henar
Municipio
Viloria del Henar
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
EL ACTUAL EDIFICIO es una moderna construcción de ladrillo, que presenta planta de cruz latina de una sola nave, crucero sobresaliente y cabecera rectangular de remate plano. Fue levantado sobre el solar de la antigua iglesia, demolida según un proyecto de 1959 en el que felizmente se contempló la reutilización de algunas de las partes nobles de aquélla. Con todo, no son más que vestigios descontextualizados, pertenecientes a épocas diversas e integrados forzadamente en la nueva fábrica, de modo que, excepto revelarnos la existencia de varias fase constructivas, vierten poca luz sobre la desconocida configuración primigenia del templo. La fachada meridional queda adelantada hasta el ras del brazo del transepto, con una sacristía, acodada al rincón que éste forma con la nave, y una habitación de usos varios, en la zona de los pies. Ambas salas flanquean un pórtico arquitrabado y columnado bajo el que se halla protegida la única portada, de estilo románico fechable a mediados del siglo XII, que es el resto más antiguo de los reaprovechados. Ubicada en el centro de muro de la epístola ligeramente resaltada, es de medio punto, con dos arquivoltas que se derraman hacia un arco de ingreso simple, carente de tímpano. Todo el conjunto es de caliza blancuzca, seguramente proveniente de los cercanos páramos, labrada con corrección en sillares y dovelas a pesar de las patentes limitaciones de este tipo de piedra. El arco de acceso y la arquivolta externa son de sección recta, mientras que la central tiene la arista matada por un grueso baquetón orlado en todo el desarrollo de su nacimiento por diminutas cabezas de clavo. Voltean sobre imposta corrida de perfil achaflanado carente de ornato, a excepción de la parte correspondiente al arco, donde bandas de billetes animan los frontales, y ondulantes tallos incisos y tetrapétalas inscritas en círculos tangentes, los chaflanes. Los empujes son recogidos en los extremos por jambas, que conforman un ángulo en el que tienen acomodo las columnas acodilladas que soportan la arquivolta intermedia. Estas columnas –una a cada lado– se elevan sobre plinto cúbico con una basa de doble toro, fuste cilíndrico de dos tambores y capitel provisto de astrágalo. Las cestas están decoradas con motivos vegetales de esquemática concepción y seriada disposición, tallados sin primor –esta caliza no permite alardes– a bisel. La de la izquierda del espectador tiene en cada cara tres parejas de incurvadas y divergentes ramas, superpuestas como en un imaginario tronco común, que van a coincidir con las vecinas en la arista del capitel, en cuya base hay una pequeña cabeza humana. A la derecha, pueden verse en cada faceta tres sintéticas hojas lanceoladas en posición invertida, con medias esferas alojadas en sus limbos y en los espacios libres; a modo de peciolo de las centrales salen caulículos, delimitando un triángulo curvo que ocupan diminutas piezas en forma de escudo. De la misma época que la portada parecen ser un cimacio y un capitel que se conservan en el interior de la iglesia con funciones de peana para sendas imágenes de culto. Aunque es imposible deducir cuál sería su posición y cometido originarios en el primitivo templo, sí podemos afirmar que fueron elementos de carácter exento, pues todas sus caras están esculpidas con igual interés. De caliza blanca de los páramos como la portada, comparten asimismo con ella el tipo de motivos decorativos y su forma de ejecución. Así, el cimacio es, como la imposta del portal, de sección trapezoidal, si bien únicamente el área achaflanada está labrada, a doble bisel con retoques incisos, con series de cinco círculos tangentes; éstos contienen respectivamente en las caras opuestas, estrellas de cuatro puntas y tréboles (alternativamente con el tallo arriba y abajo). El capitel, por su parte, presenta grandes hojas (tres en cada cara, de las cuales las extremas están situadas en la arista, siendo comunes a las facetas contiguas) de forma lanceada y marcada nervadura axial, que arrancan del astrágalo y ocupan toda la superficie de la cesta, a su vez sobremontada por un cimacio recto sólo animado con un hendidura horizontal corrida. La entrada a la sacristía desde el interior del recinto (hay otro acceso por el pórtico) se realiza a través de un vano situado en el brazo del crucero. Debió también pertenecer a la fábrica anterior, aunque a una fase constructiva más tardía que la precitada portada, pues sus rasgos denotan una adscripción a un gótico ya cuajado e influido por la austeridad cisterciense. Se trata de un arco apuntado, con arista abocelada y perfilado por guardapolvo de nacela, que apea, con intermediación de imposta, en jambas escuadradas. A los pies de la iglesia se yergue la torre, edificada en el siglo XVII con mampostería y sillarejo y reforzada con sillería en las esquinas. No tiene definición evidente de pisos, salvo el superior de troneras. A su anchura se adaptó la moderna nave, con la que tiene comunicación interna por una puerta que da paso al cuerpo bajo, abovedado con cañón corrido que descansa directamente en los muros. Se venera en la parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, entre otras de diversas épocas, la imagen de la titular, una talla gótica de madera policromada y repintada de 125 cm de altura. Fue estudiada por Julia Ara, quien la dató en los inicios del siglo XIV, y la catalogó dentro de un tipo relativamente poco frecuente en la provincia, donde además de la que nos ocupa –la más bella de las conservadas– existen otros ejemplos en Villardefrades y Montealegre. La Virgen aparece entronizada y coronada, con una flor en la diestra y sosteniendo al Niño de pie sobre la rodilla izquierda (rasgo definitorio en la clasificación). El Redentor, por su parte, se representa destocado, con el brazo izquierdo flexionado portando la esfera en la mano, y el derecho alargado cariñosamente hacia la flor que expone su madre.