EL TEMPLO DE SANTIAGO DE PESOZ conserva, pese al añadido de capillas laterales, el esquema románico de su fábrica original, que sigue el modelo más difundido en la zona suroccidental de nave única rematada en una cabecera compuesta por presbiterio recto y ábside semicircular, similar al de otros templos próximos, como el conservado en Santa María de Miudes (El Franco) y el central de Santa María de Villanueva de Oscos. Al presbiterio se accede a través de un arco triunfal de dos arquivoltas de factura pobre, pues está construido con delgadas lajas de pizarra; a continuación, un tramo recto corto, que ha perdido su cubierta abovedada, precede la capilla semicircular, que también se cubre actualmente con madera en sustitución de la bóveda de horno inicial y se ilumina a través de un vano abocinado y orlado por guardapolvo. La armadura de madera se aplica también como cierre de la nave, en este caso siguiendo el esquema más frecuente del románico rural asturiano. Al templo se accede por una puerta abierta en el imafronte de arco de medio punto que está enmarcada en alfiz, siguiendo una solución muy extendida en las portadas de los templos románicos de la zona de Cangas del Narcea durante los siglos XV y XVI. Ante la portada se levantó, siglos más tarde, un pórtico que se prolonga por todo el frente occidental y por el meridional. En este lado y en el simétrico septentrional se construyeron sendas capillas y diversas estancias complementarias con fines auxiliares. La desornamentación del templo es patente y sólo hallamos vestigios de decoración en los canecillos del ábside. Se trata de piezas muy sencillas, similares a las empleadas en Villanueva de Oscos, y que, básicamente, siguen dos esquemas: el de una pieza lisa que se remata con un pequeño filete plano en su panza o el de una pieza lisa con filete abultado a lo largo de toda su parte central. En el flanco norte del ábside aparece también un modillón de rollo formado por cuatro medias cañas ligeramente separadas las unas de las otras.