Identificador
31481_02_123
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Javier Martínez de Aguirre
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Villaveta / Billabeta
Municipio
Lónguida
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
AUNQUE LA MAYOR PARTE DEL EDIFICIO que ha llegado a nuestros días se presenta como una iglesia construida conforme a los postulados del románico pleno, es posible reconocer vestigios de una fase anterior, visibles en la parte septentrional del ábside, a la derecha del contrafuerte axial para quien contempla el exterior de la cabecera. Allí se reconocen ocho hiladas de sillarejo de tonalidad predominantemente grisácea. No podemos concretar si este fragmento absidal se corresponde con la iglesia donada en 1037 o, más probablemente, con una reconstrucción posterior. Desde luego sería el templo del que fue prior el citado Sancho. Sobre ese zócalo se eleva la fábrica del pleno románico, reconocible por un sillar de tonalidades más ocres, hiladas de tamaño algo superior, superficies más cuidadas y riquísimo complemento escultórico. Por dentro, debido al revestimiento pictórico que recubre la totalidad del muro, es imposible saber qué parte de la edificación más antigua se conserva. Ya en el recorrido del exterior queda patente que se trata, en su presentación actual, de una iglesia de tres tramos desiguales y cabecera de ábside semicircular. Sin embargo, no debió de ser ésta su composición primigenia, sino la de ábside, tramo abovedado y tramo de nave de doble extensión, probablemente cubierto de madera. La ubicación de la puerta en el centro de la nave así desarrollada, y debajo de un contrafuerte suspendido de la torre, permite suponer que tanto el contrafuerte como el fajón interior pertenecen a una fase distinta de la inicial. Como es usual en las iglesias rurales navarras del momento, la torre cuadrangular se levanta sobre el de los pies. Sólo su parte baja es coetánea al resto de la fábrica, como indica el sillar, mientras que el resto de sillarejo es consecuencia de la intervención del maestro Martínez de Sarasíbar en las primeras décadas del siglo XVII; en su muro norte apoya la casa parroquial. Como elementos que se proyectan anejos al edificio románico hay que señalar los volúmenes de las capillas abiertas en el tramo anterior al presbiterio y la sacristía que se apoya en el paramento sur del ábside. El lado norte, sin ventanas, está articulado por dos contrafuertes (113 cm de profundidad y 82 de frente) que llegan hasta el alero y marcan los distintos tramos. Si hasta aquí todo lo comentado es propio del románico rural, no lo es la orientación de la portada principal al norte. Esta particularidad puede explicarse por dirigirse al camino principal de acceso, pero implica la necesidad de un pórtico de abrigo. Hasta 1974 éste era una sencilla construcción con muros de mampostería encalados sostenida por la casa parroquial y un pilar de ladrillo. En ese año se derribó y se levantó el actual, similar al anterior, aunque de menores dimensiones, pues no ocupa todo el muro del segundo tramo, y resulta más ligero al prescindir de los muros de cierre. La portada, en resalte (3,18 m de frente, 1,02 de vano), dibuja un medio punto abocinado con tres arquivoltas baquetonadas entre medias cañas. Las cuatro columnas cilíndricas que las soportan, dos a cada lado, constan de basa (con plinto en dado, dos toros y escocia molduradas, y bolas esquinadas), fustes monolíticos y capiteles cuyos motivos figurativos aparecen muy deteriorados. En el exterior oriental se pueden adivinar cuatro aves enfrentadas. El interior está ordenado en dos niveles: en el bajo, hojas lisas hendidas con una palmeta en su interior y bolas en las esquinas; en el alto, tallos que terminan en volutas. El mismo motivo, aunque simplificado pues las hojas no tienen hendiduras, se repite en el simétrico del lado derecho, mientras que en el occidental, muy estropeado, se entrevén restos de un rostro. Los cimacios, que se prolongan por el muro, están decorados con bolas, cuadrifolios y pomas. Las medias cañas del arco se decoran con cuadrifolios. En la escultura de los capiteles de la portada se ha visto la pervivencia del influjo de la catedral románica de Pamplona. Si continuamos nuestro recorrido hacia el ábside encontramos en el paramento anterior y entre dos contrafuertes el saliente de la capilla que ocupa, en altura, dos tercios del muro. En el eje de la cabecera semicircular vemos un contrafuerte añadido que probablemente oculta una ventana abocinada, cuya confirmación en el interior impide hoy el retablo. En uno de los sillares del frente norte de este contrafuerte se distingue una forma incisa que recuerda a un reloj de sol. La parte baja meridional del ábside está ocupada por la sacristía, en tanto que en el muro sur de la iglesia se repiten los elementos del opuesto. Así el muro de cierre de la capilla lateral se introduce entre los dos contrafuertes del tramo anterior a la cabecera y sobre él se aprecia el hueco de la ventanuca original, hoy cegada, en cuyo sillar superior se grabó una roseta. En el siguiente tramo, que parece reformado, bajo un cubierto protector, se abre una segunda puerta de acceso de cronología posterior, con un simple medio punto con las dovelas marcadas. Aunque la base de la torre queda libre, una construcción se levanta apoyada en la esquina meridional. Pero sin duda el elemento más singular de esta iglesia es la serie de canes que recorren la cornisa del ábside y de los tramos anteriores. Su temática se compone fundamentalmente de cabezas humanas y de animales. Al observarlos con detenimiento se comprueba que algunos de ellos, como el hombre con largo bigote, el que posa las manos en el rostro o algún animal como el que muerde, se repiten. Empezaremos su identificación desde el muro sur que cuenta con cinco canecillos en los que distinguimos: una cabeza de hombre con bigote, otra de cérvido, de hombre, un motivo vegetal abierto y otra de hombre con barba, bigote y bonete. En el muro sur del ábside se distribuyen once que representan: una cabeza de hombre con largos bigotes, un perro sentado, otra cabeza humana similar a la anterior, otro perro con cabeza girada, cabeza de hombre con bigote, una superposición de uves avolutadas, cabeza de hombre con bigote, cabeza de lobo, hombre con perilla, cabeza de bovino y hombre con casquete y con manos en el rostro. En la vertiente norte del ábside aparecen diez entre los que diferenciamos: un par de aves, cabeza de hombre con bigotes, perro entero con la cabeza girada, cabeza humana con perilla, animal mordiendo, cabeza de hombre con perilla, cabeza de cérvido, hombre con manos en el rostro, ave y cabeza de lobo. Y por último, en el muro norte aparecen seis que representan: un saltimbanqui, rostro humano con perilla, perro entero, cabeza de bovino, animal mordiendo y cabeza humana tocada. En la cornisa se conservan algunos fragmentos taqueados y bajo el alero asoman restos de lajas de piedra de la cubierta original. La figuración de esta colección se caracteriza por su estética sumaria y repetitiva, más evidente en los rostros humanos cuyos rasgos comunes son frentes anchas, ojos grandes con doble incisión en los párpados y pupilas sin excavar, por lo que parecen ciegos, y amplias bocas con las comisuras hacia abajo; resulta también original la representación de barbas, patillas y bigotes por medio de profundos surcos paralelos sinuosos; todos comparten un cierto aire teatral. En los orificios de la nariz y a veces en los extremos de los ojos se empleó a menudo el trépano, lo que marca profundos puntos oscuros. Simon supo reconocer en estos rasgos la presencia de constantes estilísticas vinculadas con la obra del Maestro de Cabestany, especialmente en atención a la labor de trépano, a sus bocas y a los tipos físicos. Recientemente Mallet ha abundado en la relación. Hay que resaltar la buena conservación de la talla. Si pasamos al interior del templo nos encontramos con un espacio definido por una única nave de tres tramos de dimensiones diferentes y cabecera semicircular en cuyo tramo anterior, en el transcurso del tiempo, se abrieron dos capillas. Se cierra con bóveda de medio cañón articulada con arcos fajones que apean en distintos soportes: ménsulas y pilares. El tramo de los pies se reconstruyó en ladrillo a la vez que se levantó la nueva torre a comienzos del siglo XVII. Ya hemos comentado que en origen los actuales dos tramos de nave debieron de estar configurados como espacio más uniforme cubierto de madera. En pilares también descansa el arco triunfal que da paso a la bóveda de horno que cubre el ábside. La cabecera y el tramo contiguo de la iglesia, a la altura del arranque de la bóveda están recorridos por una imposta decorada con distintos motivos: taqueado en la cabecera, y en el resto bolas, puntas de clavo y tacos sueltos con incisiones. La franja de roleos que recorre el resto de la nave corresponde a la ornamentación pictórica. Su actual acabado de despiece de sillar y artesonado en el cascarón, que en este último año se ha adecentado, remite al gusto decimonónico. La sacristía adosada al ábside es una reducida estancia cuadrada cubierta con bóveda de cañón apuntada. De la iluminación original sólo se conserva una pequeña ventana abocinada sobre la capilla del muro sur. Bajo el coro se encuentra la pila bautismal lisa. La cronología de esta pequeña iglesia viene dada fundamentalmente por la escultura que la enriquece y los motivos ornamentales empleados, que coinciden con el gusto del románico elaborado del segundo tercio del siglo XII.