Identificador
09372_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 59' 42.29'' , - 3º 47' 41.94''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Castrillo de Valdebezana
Municipio
Valle de Valdebezana
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
CURIOSAMENTE MADOZ, en su conocido Diccionario, habla de dos lugares con nombre casi idéntico, situados en el mismo entorno. Uno es Castrillo de Bezana, cuya iglesia estaría dedicada a San Juan, y el otro Castrillo de Valdebezana, con la parroquia bajo la advocación de Santa María. No sabemos a qué puede deberse esta dualidad, en la que algunos de los demás datos aportados coinciden, pero no la mayoría, como por ejemplo el número de vecinos, que es muy diferente. En todo caso parece que el lugar que nos ocupa se identificaría mejor con el segundo, donde se halla la iglesia con la advocación mariana. El templo, asentado sobre un afloramiento de roca arenisca, aparece rodeado por un atrio en todo su lado oriental, el de más fácil acceso. Consta de una sola nave, con cabecera cuadrada -con sacristía a su costado norte- y torre a los pies, hecha toda ella en piedra arenisca, posiblemente extraída del mismo cerro en que se asienta. La portada se abre al sur, cubierta por un pórtico cerrado. La cabecera y nave son obra medieval, donde sólo se empleó sillería; a ellas se fueron adosando la sacristía, la torre y el pórtico, donde ya se emplea también la mampostería. La cabecera, de buen tamaño, es un ejemplo de las primitivas construcciones protogóticas, con planta cuadrangular y cubierta a dos aguas, con un testero flanqueado por contrafuertes albardillados que sólo llegan hasta los dos tercios de la altura del muro, abriéndose en el centro del paramento una ventana calada, horadada en un bloque de piedra y formada por un arco apuntado sobre el que se dispone un pequeño óculo con cuatripétala. En los muros se aprecian varias marcas de cantero, típicas del período románico. El alero de esta capilla mayor sólo se ha conservado en su lado sur, pues en el norte el adosamiento de la sacristía lo hizo desaparecer. Consta de una cornisa con piezas de diverso tipo, generalmente de listel y chaflán, aunque una muestra ajedrezado y dos portan rombos en relieve, como aparece por ejemplo en las iglesias burgalesas de Virtus, Huidobro o Butrera -entre otras muchas de este mismo entorno- o en las cántabras de Villacantid o de Santa María de Cayón. Los canecillos son ocho, dos de proa de nave, tres modillones de tipo gótico y tres cabezas muy erosionadas, de las cuales dos son de animales y la tercera parece masculina. La nave es muy compacta, ligeramente más ancha que la cabecera y de la misma altura. El lado septentrional es un muro simple, rematado por cornisa de listel y chaflán sostenida por catorce canes, tres de ellos de modillón, cinco de nacela y el resto con algún motivo muy erosionado y tosco, generalmente dobles o triples nacelas. El muro sur está enmascarado por el pórtico moderno, aunque en el interior pueden verse algunos canecillos rotos, entre ellos uno de triple nacela. En este lado se encuentra la portada, dispuesta sobre un paño que avanza respecto al resto del muro, flanqueado por pilastras. Se halla bastante erosionada y está formada por un total de cuatro arquivoltas de medio punto: la interior es lisa; la siguiente se decora en el intradós con rombos rehundidos y el frente con dientes de sierra; la tercera presenta un perfil de doble nacela y la última, casi como una chambrana, muestra en el intradós alternancia de rombos rehundidos y en relieve y en el frente dientes de sierra, motivos éstos que son un trasunto de la decoración que se veía en alguna de las piezas de la cornisa de la cabecera y que encontramos en portadas tan distantes como Polanco (Cantabria) o Sotillo de Rioja (Burgos). La primera, tercera y cuarta arquivoltas apoyan en pilastras sobre zócalo cuadrangular, mientras que la segunda tiene en el lado occidental una tosca columnilla y nada en el oriental, aunque cabe pensar que en origen no fuera así. La columna consta de basas de doble toro y escocia central, fuste monolítico de cuarto de círculo y capitel figurado, pero tan erosionado que no se reconoce el motivo, que no obstante debió ser de gran tosquedad. Los cimacios-imposta están en buena parte reconstruidos, aunque el fragmento que se dispone sobre el capitel muestra de nuevo los rombos en relieve. Remata el conjunto un sencillo tejaroz -hoy a paño- formado por una cornisa achaflanada, sin canecillos. El hastial de la nave está ocupado por la torre cuadrangular, obra moderna que posiblemente sustituyó a una pequeña espadaña que se alzaría en el centro del paramento, a juzgar por un arranque que se aprecia desde el flanco norte. En el interior del templo los muros desnudos dejan ver también su estructura de sillería. Un modesto retablo barroco, que acoge a dos tallas góticas de la Virgen con el Niño, preside el testero de la capilla mayor, cubierta por bóveda de cañón apuntado sobre impostas de listel y chaflán. El arco triunfal es apuntado y doblado, con las aristas biseladas, descansando en pilastras simples, dispuestas sobre podio y rematando en impostas de listel y chaflán. La nave resulta un tanto corta en comparación con el tamaño de la cabecera, con el coro a los pies, aunque ocupa un tercio del espacio total. La cubierta de madera queda hoy oculta por un cielo raso, un tanto inclinado para no cortar demasiado al arco toral. Del resto sólo cabe destacar que la portada está flanqueada también por dos pilastrillas. Esta iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es un ejemplo típico de templo rural que se va haciendo a lo largo de los siglos a partir de un edificio románico del que creemos que se conserva fundamentalmente el conjunto de la nave, que puede datarse en el entorno de 1200. Unas cuantas décadas más tarde se acometería una profunda reforma que da paso a un nuevo ábside, construido según las formas del primer gótico, aunque con muchas deudas hacia el viejo estilo. Así surge esta cabecera cuadrada, cuya datación puede establecerse a mediados del siglo XIII como fecha muy antigua, aunque la tipología se ha encajado tanto en el primer gótico como en último románico, de lo cual podemos encontrar múltiples referencias en las páginas de esta misma obra. Lo que seguramente sí ocurrió en este templo de Castrillo de Valdebezana es que en la nueva cabecera se emplearon piezas antiguas, como algunos canes, partes de cornisa o sillares, y que entonces se pudo reformar también el alero norte de la nave, tal como parece demostrar la inclusión de canes de cuarto de bocel, característicos de época gótica. Posiblemente pudo producirse entonces un ajuste de la portada, ya que sus dovelas denotan que pudo ser remontada en algún momento. Cuenta Huidobro que durante la última Guerra Civil esta población estuvo entre dos fuegos durante largo tiempo, lo que provocó, entre otros males, el saqueo de la iglesia.