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Detalle de las arquivoltas de la portada sur

Identificador
31100_01_148
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Carlos Villasante Díez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia del Crucifijo

Localidad
Puente la Reina / Gares
Municipio
Puente la Reina / Gares
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA ACTUAL IGLESIA DEL CRUCIFIJO, antiguamente llamada de Nuestra Señora de los Huertos, se encuentra a la entrada de la villa desde Pamplona. Su origen resulta controvertido. Varios historiadores la han identificado con la parroquial o con una ermita de la antigua población de Murugarren o Murubarren, existente antes de que Puente la Reina naciera como tal. Referencias documentales acreditan la perduración de dicha población durante los siglos XII a XIV; entre ellas la más conocida es la de 1142, cuando García Ramírez el Restaurador concedió fueros a cuantos poblaran “aquella mi villa vieja que di a los frailes de la Milicia del Templo de Salomón”. Por desgracia el documento original no se conserva, de suerte que hemos de contentarnos con las citas que hacen Ohienart y Moret. Identificada así con la villa vetula de que habla el rey (identificación en la que no todos los autores coinciden), Murugarren vendría a ser para Puente la Reina lo que Rocaforte para Sangüesa. También resulta verificable que Santa María de los Huertos acabó siendo propiedad de los hospitalarios mediado el siglo XV. La circunstancia de que los sanjuanistas hubieran sido los destinatarios de la mayor parte de las propiedades de los templarios, cuando la orden de la Milicia del Temple fue disuelta a comienzos del siglo XIV, parecía sustentar la primitiva pertenencia de Santa María de los Huertos a dicha orden de Tierra Santa. Sin embargo, investigaciones recientes, especialmente de Uranga Santesteban y López Andoño, vienen poniendo en duda con argumentos sólidos tal identificación. El hecho de que Murugarren estuviera en origen al otro lado del río Robo y el que su antigua parroquial pueda identificarse con una ermita de Santa María todavía existente en el siglo XVIII, hacen difícil identificar a Santa María de los Huertos con dicha parroquial primitiva. En todo caso, sería la iglesia de una nueva población localizada a los pies de la loma donde estuvo Murugarren. De este modo, nos hallamos ante un templo románico edificado probablemente en la segunda mitad del siglo XII, que funcionó como parroquia (tuvo pila bautismal), que estuvo aneja a un hospital (consta el robo de un peregrino francés en el hospital de Santa María de los Huertos en 1350) y que en el siglo XIV recibió el añadido de una nave destinada a alojar la preciosa imagen del crucificado. En efecto, pocos años después de la citada desaparición del Temple se encontraba en Puente la Reina una magnífica escultura de un crucificado, seguramente de origen italiano (la talla o su creador: Fernández-Ladreda ha propuesto su origen en el entorno de Giovanni Pisano). Por entonces los vecinos de Puente la Reina debieron comenzar a recaudar dinero para hacer una capilla en la iglesia que albergara la talla. Así lo demuestra el testamento de Sancha Pérez de Bertolín que, en 1328, deja una manda generosa para tal proyecto. De esta manera nació lo que terminó siendo una nave nueva para la iglesia y dando nombre a todo el conjunto. A mediados del siglo XV (1441-1469) la orden de San Juan de Jerusalén se hizo cargo de la regencia de la iglesia y su hospital. Bajo su dirección se añadieron la sacristía del siglo XVII, adosada a la nave gótica, y la torre, proyectada por el arquitecto Santos Ángel de Ochandátegui (al igual que la fachada principal del colegio, en la segunda mitad del siglo XVIII). Los frailes sanjuanistas continuaron en la iglesia hasta que fueron desalojados a consecuencia del proceso desamortizador. Durante la primera guerra carlista el espacioso convento fue utilizado como cuartel, primero de los carlistas y luego de los isabelinos. A continuación pasó a poder del Ministerio de la Guerra, en litigio con el Ayuntamiento de Puente la Reina, que se hizo con el Cristo, la talla de la Virgen, las campanas y otros elementos. En 1919 el ministerio sacó a subasta la vieja iglesia convertida durante años en establo, siendo adquirida por los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos) que comenzaron la restauración con la ayuda del Ayuntamiento de la villa y de la institución Príncipe de Viana. La restauración finalizada en 1951 culminó con la apertura de nuevo al culto. Desde entonces las mejoras han sido considerables, de tal manera que hoy día el conjunto presenta un aspecto muy digno. La iglesia del Crucifijo de Puente la Reina muestra añadidos realizados a lo largo de los siglos. Así vemos claramente las dos naves alineadas y unidas, la sacristía pegada a la nave gótica, la torre encima del coro de la nave románica y el soportal de unión entre la entrada a la iglesia y la del colegio. La iglesia románica presenta un ábside semicircular al exterior y al interior, que contrasta con el poligonal gótico anejo. No nos detendremos en la cabecera, completamente rehecha al igual que el soportal, salvo para citar la inclusión de un canecillo antiguo que presenta una cabeza monstruosa. Este canecillo es muy semejante a una cabeza empleada como ménsula en el pórtico y que forma parte de un conjunto realizado en la primera mitad del siglo XIII, por lo que es dudoso que en origen perteneciera al ábside. También el muro meridional en su parte oriental fue casi completamente reconstruido. Incluye una moldura que se prolonga hasta el porche, donde se unen iglesia y colegio, cortada únicamente por dos ventanas de medio punto flanqueadas por columnas de fuste liso, con basas que presentan toro y escocia y capitel igualmente liso. El muro de la Epístola se refuerza mediante dos grandes contrafuertes y sus canecillos carecen de decoración. En el penúltimo tramo del muro meridional, enfrente de la del actual colegio, se abre la preciosa portada, de más de 5 m de frente. Se organiza en cuatro arquivoltas apuntadas: la interior sobre pies derechos y las otras tres sobre columnas con fustes de decoración preciosista, a base de patrones extensibles constituidos por entrelazos vegetales y labores de cestería; las basas -algunas muy destrozadas- son las clásicas a base de escocia y toro. La tercera de las seis columnas presenta fuste y capitel nuevos, puesto que los originales habían desaparecido, como evidencian fotografías antiguas. Los capiteles se encontraban en muy mal estado. También de izquierda a derecha, el primero y el tercero fueron repuestos en la restauración; el segundo se ornamenta con roleos de cuadrifolios entrelazados; el cuarto está muy deteriorado, pero parecen reconocerse roleos con aves; el quinto incluye entrelazos circulares; y el sexto incorpora aves sobre leones que se muerden las patas. Las arquivoltas también despliegan una profusa decoración. La interior es abocelada lisa, acompañada de una moldura donde pueden verse pequeñas piñas. La segunda arquivolta, igualmente abocelada lisa, viene seguida de una moldura de roleos de cuadrifolios asimétricos entrelazados. La tercera está decorada por hojas dobles digitadas superpuestas y también va seguida por una doble moldura, con retícula romboidal y motivos vegetales abigarrados. La cuarta vuelve a ser baquetonada, flanqueada por un eje vegetal acantiforme y, por encima, gran cantidad de figurillas desordenadas, entre las que vemos un ave, un personaje (¿apóstol?) que lleva en la mano un rollo, hojas, piñas, hojas, figura obscena que abre exageradamente la boca con sus manos y muestra sus genitales, ave, dragón, hojas, tres figuras en un mismo lecho que recuerdan a las representaciones del Sueño de los Reyes Magos (por ejemplo en Autun), cabeza con la boca abierta, dos aves de cuellos enlazados, otra ave, cabeza monstruosa, monstruo alargado, cuadrúpedo (¿león?), lazo, figura de pie, ave, piña, ángel, cabeza, hojas, grifo, hojas, arpía y cabeza monstruosa que devora medio cuerpo femenino del que sólo asoman el vientre y las piernas. El conjunto se completa con una chambrana decorada a base de acantos estilizados. Todo este conjunto, completado con cimacios de diversos motivos vegetales prolongados en moldura lateral, no estructura un programa claro. Según Crozet, sería el trabajo de escultores decoradores incontestablemente hábiles, pero que no han sabido componer o bien no se les ha pedido seguir un programa iconográfico determinado. De modo general, varios asuntos representados podrían entenderse como reflejo de la lucha entre las buenas y las malas influencias y actitudes ante la vida. Algunas figuras han sido interpretadas por Crozet y Aragonés como clara condena de la lujuria, la avaricia y otros pecados, lo que serviría para poner sobre aviso a los vecinos y peregrinos acerca de las fatales consecuencias de una vida pecadora. Aragonés destaca en la inclusión del monstruo antropófago el hecho de ser el único caso del románico navarro en que la devorada es mujer; de su desnudez deduce su condición de lujuriosa. Al mismo tiempo, otros relieves mostrarían una vertiente positiva, con las virtudes de un ángel, un santo apóstol y el sueño de los reyes magos. Todo unido, en nuestra opinión, conformaría un bello conjunto catequético y moralizante medieval. Cada uno de los estudiosos que la han tratado con cierto detalle ha encontrado relaciones entre esta portada y otros ejemplos del románico navarro. Así, se ha visto bizantinismo y se ha puesto en contacto con la portada de Santa María la Real de Sangüesa y Uncastillo, por la decoración de los fustes y la abigarrada presencia figurativa en una de las arquivoltas; el último capitel ha sido comparado en su composición con el llamado “capitel del San Cernin” del Museo de Navarra, que puede relacionarse con el conjunto del claustro de la catedral pamplonesa; y también ha sido vinculada con San Pedro de la Rúa de Estella. En este sentido, resulta muy acertado el comentario de Crozet sobre la extraordinaria diversidad de sus fuentes de inspiración y la evidencia de un cierto espíritu conservador. A la hora de proponer una datación para la portada, que es lo menos afectado por las restauraciones, las opiniones difieren. Uranga e Íñiguez la consideraban de la segunda mitad del XII; Lojendio, de finales de la centuria o principios del siglo XIII; y Lacarra la emplazaba directamente en la primera mitad del XIII. El arco apuntado y la abundancia decorativa llevaban a pensar en una datación tardía, así como la presunta cercanía con Estella y Sangüesa. En cambio, recientemente Martínez de Aguirre ha propuesto su ejecución en el tercer cuarto del XII, dado que el repertorio empleado pertenece mayoritariamente al románico pleno o a los inicios del tardorrománico, al tiempo que se echan en falta los motivos más habituales en el último cuarto del siglo. Curiosamente, capiteles de repertorio tardorrománico y gótico inicial fueron empleados para la construcción del pórtico, derribado a finales del siglo XIX, que comunica al templo con el hospital situado enfrente. Esos elementos sí pueden fecharse con más certeza a comienzos del siglo XIII. Al interior predomina el muro macizo, perforado por las ventanas en el eje y el muro meridional. Los cuatro tramos y la cabecera están separados por pilastras con semicolumnas adosadas, terminadas en capiteles con decoración vegetal esquemática, en los que descansan los fajones doblados, ligeramente apuntados. Como ya hemos avanzado, buena parte del interior responde a las labores de restauración del siglo XX. Al construir la nave gótica, en el siglo XIV, el muro del evangelio fue sustituido por grandes pilares octogonales que forman cuatro arcos apuntados y que comunican ambos espacios, de tal manera que los fajones descansan en el lado del evangelio en grandes ménsulas bilobuladas y trilobuladas dispuestas en las enjutas de los arcos que separan las naves. Las bóvedas de los cuatro tramos son de cañón ligeramente apuntadas; la del ábside es de horno o de cuarto de esfera. La imagen titular (Santa María de los Huertos) fue trasladada a la parroquia de Santiago durante la restauración de la iglesia y no volvió a su enclave privativo. En su lugar se colocó una imagen mariana de la localidad de Urdánoz, que fue robada y recuperada en 1986 y que en la actualidad se custodia dentro del colegio (la que vemos hoy en el presbiterio es una copia de esta última, realizada por el artista valenciano José López Furió). Por tanto, para ver la talla primitiva de Santa María de los Huertos debemos acudir a la sala capitular o museo parroquial de la Iglesia de Santiago. Se trata de una imagen sedente de mediados del siglo XII que ha perdido el Niño y el brazo derecho, presenta rostro tranquilo con una levísima sonrisa, tocada por corona. Presuntamente, como las imágenes de Izco, Zolina, Ardanaz, Yárnoz, Abárzuza y Leyún, tiene como modelo a Nuestra Señora de Irache. No queremos terminar sin aludir a la nave gótica y a la soberbia talla del Cristo crucificado que alberga, así como a las pinturas que aún pueden adivinarse tras él.