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Vista general desde el noroeste de Sant Ruf de Lleida

Identificador
25120_06_055
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.6299223,0.6241361
Idioma
Autor
Meritxell Niña Jové
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Ruf de Lleida

Localidad
Lleida
Municipio
Lleida
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Ruf de Lleida

Descripción

LLEIDA

Iglesia de Sant Ruf de Lleida

La iglesia del antiguo monasterio canonical de Sant Ruf se localiza unos 2 km al Norte de la ciudad de Lleida, al lado derecho de la carretera que conduce de la capital de Ponent a Torre-Serona y Benavent de Segrià. La iglesia, de alto valor histórico, arquitectónico y artístico, se emplaza en un terreno llano irrigado por acequias, dentro de una propiedad privada, conocida como Partida la Plana. Se utiliza actualmente como establecimiento agrícola, función para la que se le han añadido múltiples elementos constructivos y se le han practicado todo tipo de destrozos. Pese a estar clasificada desde 1980, como Bien Cultural de Interés Nacional, el estado material del templo es lamentable, lo que sin duda es producto de la desatención, tanto por parte sus propietarios como de las administraciones públicas.

 

Este monasterio, que tuvo como primer titular a san Juan Bautista, fue un priorato de canónigos agustinianos dependiente de Saint-Ruf de Aviñón, en la Provenza. Se fundó en 1152, es decir, tres años después de la conquista de la ciudad de Lleida, bajo la promoción del conde de Barcelona Ramon Berenguer IV, quien dio a los monjes franceses unas tierras cerca de la capital del Segre. De hecho, estos monjes fueron los primeros que fundaron un monasterio en los alrededores de Lleida tras la ocupación cristiana. El conde barcelonés, señor también de Provenza, favoreció con empeño el establecimiento de esta comunidad de canónigos regulares en Cataluña, como indican las importantes donaciones que les hizo –por ejemplo, una residencia en alodio situada dentro del barrio de la Suda en 1152– o el hecho de que propiciara que el primer obispo de Tortosa tras la conquista cristiana  en 1151 fuese el abad Gaufred de Saint-Ruf. Del mismo modo, el capítulo de Roda de Isábena y su prelado, Guillem Pere de Ravidats, formados en la misma comunidad monástica, fueron los encargados por parte del conde de organizar la iglesia leridana después de la conquista feudal. Tanto esta afinidad religiosa como el apoyo condal fueron los factores que permitieron que los monjes de Saint-Ruf fuesen los más tempranos en llegar a la ciudad del Segre.

 

Por bien que Villanueva hablase ya en su Viaje literario de la creación del monasterio del Sant Ruf de Lleida, fue Miret i Sans quién publicó la escritura de fundación del monasterio. En este documento consta que el conde barcelonés cedió al abad Durand y a los frailes de Saint-Ruf un lugar para que edificaran una iglesia: Ego Raimundus comes Barchinonensis, princep Aragonensis, Tortose Ilerde que marchio dono, trado et ofero domino Deo et ecclesie Sancti Ruphi et venerabili Durando eiusdem loci abbati universis fratribus ibidem Deo servientibus... illam videlicet cortatam que fuit de illo mauro nomine Huahbala. Parece que este Huahbala era el cadí de Lleida, el máximo representante municipal en temas de justicia y religión, y por lo tanto un personaje importante de la Madina Larida andalusí de mediados del siglo xii. En 1155, el obispo y el capítulo ilerdense confirmaron a la iglesia de Sant Ruf el alodio que el conde de Barcelona les había donado: illam eeclesiam que constructa est in illo alodio quod Dominus Comes Barchinonensis eidem Beati Ruffi ecclesie dedit. Dono etiam cimiterium ad sepeliendos canonicos ipsos et eos qui de mensa eorum fuerint. Esta confirmación permitía a los canónigos disponer de un cementerio para los miembros de la comunidad. Así nos habla Villanueva a propósito de este hecho y del entonces obispo Guillem Pere: “Los canónigos de San Rufo de Aviñón, heredados aquí por su gran protector el Conde Don Ramón de Barcelona, y establecidos á poca distancia de esta ciudad, experimentaron luego la beneficencia de nuestro Obispo y su Capítulo, los cuales les cedieron la iglesia que se les había consignado, y dieron licencia para poder edificar otra derribando la vieja, y para tener cementerio para los canónigos de San Agustin y sus comensales, con tal que su primer Prior el maestro Guillermo y los sucesores prestasen obediencia al Obispo ilerdense. Hízose esto en 1155”. Se desprende de éste fragmento que el primer prior de Sant Ruf de Lleida fue Guillem de Aviñón y que éste prestó obediencia al obispo de Lleida. Sigue Villanueva con la siguiente información: “Hallóse también el Obispo Guillermo en la junta que celebró el mismo Conde en Morel, castillo de Aragón, á 15 de marzo de 1157 para ceder á la casa de San Rufo de la Provenza los monasterios, ó como llamaban obedientias de Santa Maria de Besalú, San Pedro de Terrasa, y el sobredicho de San Rufo de Lérida”, lo que nos informa de que el año 1157 el conde Ramon Berenguer IV confirmó a Saint-Ruf de Aviñón el patronato sobre sus tres casas en Cataluña. En aquel tiempo debieron de ser continuos los legados testamentarios en favor de Sant Ruf, como lo ponen de relieve varias noticias históricas. Por ejemplo, la que informa que, el año 1161, Berenguer de Torroja dio a los canónigos ipsam suam almuniam de Ilerda et ortum unum et duas vineas que ibidem habeat. En el testamento sacramental del conde Ramon Berenguer IV, en 1162, se disponía, así mismo: Item dimisit totam capellam ecclesie Sancti Rufi que est apud Ilerdam et precepit ut omnia debita sua persolverentur de redditibus et exitibus sui honoris. Pocos años después, en este caso en el testamento sacramental de Guillem de Cervera, jurado en 1173 sobre el altar de Santa Maria de Gardeny, figuraba un legado de diez morabetinos ad Sanctum Rufum in opere. También hay noticia de que en 1195 el prior de Sant Ruf recibía de parte de Pere de Tonera una viña próxima al monasterio situada en el camino de Albesa.

 

En la década de 1170, Sant Ruf debió de vivir una época de esplendor. En virtud del aumento de devoción a la iglesia y de que muchas personas se ofrecían a la misma, el obispo de Lleida, Guillem Pere de Ravidats, suspicaz por la competencia, hizo algunas reclamaciones que acabaron en 1174 con una concordia con el prior Gaufred de Sant Ruf de Lleida. Dicho acuerdo fue dictado por el arzobispo de Tarragona, quien, como árbitro, reguló los diezmos de las posesiones del monasterio, así como los legados y los derechos de sepultura. Según En 1175, un particular llamado Pere R. Bernat pleiteó contra Gaufred, prior de la iglesia de Sant Joan y Sant Ruf de Lleida, aduciendo que había obtenido del conde de Urgell la tercera parte de la torre grossa que había sido de Berenguer de Torroja. En presencia del mencionado arzobispo, del obispo de Barcelona y del maestro de los templarios en España, se resolvió la división del objeto del litigio entre las dos partes. Firmaron la escritura, junto con el prior Gaufred, Bernat, Pons y Guerau canonicorum Sancti Ruphi.

 

Prosiguiendo con las noticias históricas relativas a este monasterio, el Llibre Verd de la catedral de Lleida recoge que en 1203 el prior de Sant Ruf permutó al obispo Gombau de Camporrells un palacio situado en el barrio de la Suda, con todos sus anexos concedidos en 1152 por Ramon Berenguer IV, en la terraza en donde se edificaba la Seu Vella. A cambio, el obispo le procuró unos solares emplazados en la partida de Pardinyes, al tiempo que le concedía el derecho a construir una iglesia que tendría categoría de parroquial in almunia vestra de Alcano, partida de origen sarraceno que desde 1149 pertenecía a la Iglesia de Lleida, y también la repoblación de aquel terreno.

 

No se sabe con exactitud cuándo empezó la decadencia de Sant Ruf. A principios del siglo xv el declive del monasterio debió de ser importante, puesto que en 1418 moría el último canónigo, Ponç Girard, hecho que supuso la extinción de la comunidad en Lleida. Desde entonces, pese a ser reclamado por fray Renard de Bellfort, prior del cenobio de Santa Maria de Besalú, el monasterio pasó a ser propiedad del obispo de Lleida. Hay que señalar, no obstante, que en el siglo xvi las dependencias canonicales acogieron durante un breve periodo de tiempo a la cartuja de Araceli, que en 1592 se trasladó al santuario de la Mare de Déu de Butsènit. Durante la desamortización pasó a manos privadas, situación que se ha mantenido hasta la actualidad.

 

El primer aspecto a tener en cuenta para analizar la arquitectura de Sant Ruf de Lleida es que este edificio se planteó como una gran construcción, que no llegó a terminarse por motivos que resultan desconocidos. El proyecto original correspondió a un templo de planta de cruz latina, de una sola nave y cabecera con tres ábsides escalonados. De este relevante proyecto, la parte que se conserva actualmente corresponde a los ábsides central y sur, al crucero y al brazo sur del transepto. El paso del crucero, tanto al transepto norte como a la nave central, están cerrados con muros, con lo que la fábrica que resulta es mucho menor que el templo que se había previsto. Aunque se suele considerar que la parte que ha pervivido hasta nuestros días es el único sector que llegó a construirse, en un grabado que publicó en 1877 José Pleyán, con el transepto sur en primer plano, se observa al fondo un cuerpo de edificio de considerable altura con un gran arco abierto que podría corresponder al ábside lateral norte. Sea como fuere, tan sólo una excavación arqueológica podría confirmar la preexistencia de esta parte del edificio, de la que hoy no queda el mínimo rastro visible.

 

El sector que se conserva del transepto, el meridional, se cubre con bóveda de crucería con nervaduras de sección cuadrangular y aparejada “a la francesa”, es decir, con la mampostería colocada en arista o, dicho de otro modo, en lechos paralelos a los ejes. Por su parte, hay dudas de que se llegase a cubrir el tramo del crucero, si bien las evidencias materiales (se define por cuatro arcos resaltados de perfil apuntado) manifiestan que se proyectó bien con una bóveda de crucería, bien con un cimborio octogonal, hipótesis, ésta última, que sólo apuntan Montserrat Macià et alii. Por su parte, el ábside lateral sur se abre al transepto mediante un arco sin resaltes de menores dimensiones. Los restos del templo de Sant Ruf ponen de manifiesto la existencia de un sistema de apoyos con pilares escalonados de base cruciforme con columnas adosadas de media caña –una en cada extremo– en las que apean los arcos de las cubiertas, y pilares que reciben los resaltes de los arcos. Los elementos de soporte se rematan con capiteles sin labor escultórica. La historiografía suele aducir cierta relación formal y tipológica de este sistema con el que se desarrolla en Sant Llorenç de Lleida y en Santa Maria la Mayor de Tamarite de Litera.

 

El ábside central se iluminaba mediante tres ventanas situadas a la misma altura, de doble derrame y arco de medio punto, disposición que remite a la misma Seu Vella, aunque la organización del ábside de Sant Ruf sea más simple que la del templo catedralicio. Por su lado, el otro ábside dispone de una sola ventana central análoga a las anteriores. En el lienzo oeste del transepto se abre una ventana de las mismas características, pero que presenta la particularidad de que su arco está enmarcado por una chambrana. En el muro sur del mismo transepto se observa la parte superior de una ventana de arco de medio punto que parece original, pero que está totalmente alterada por la apertura de un balcón que aprovecha su vano. Hay otro hueco en este mismo frontis correspondiente a una puerta con arco de medio punto adovelado y chambrana que cierra en las impostas, que parece que corresponde a una fase constructiva primitiva de la fábrica. En el muro que cierra el crucero por el lado occidental se abre, a un nivel elevado respecto del suelo, una puerta con arco de medio punto adovelado que por su encaje con los sillares del paramento no parece corresponder al mismo momento que se alzó el muro.

 

La continuidad de los lisos muros es sólo interrumpida por dos contrafuertes, uno en el alzado sur del transepto y otro en el oeste. Se conservan en el alzado oeste del templo los vestigios del que debió ser el inicio del muro sur de la nave del templo. Por debajo de los aleros se desarrolla un friso de de canecillos sin ningún tipo de adorno o trabajo escultórico. Los paramentos están construidos con un aparejo de sillares de piedra arenisca que en las partes bajas exteriores está enormemente erosionada, lo que reclama una urgente intervención de consolidación.

 

En algunos sillares, especialmente en los localizados en el ábside central, se observan marcas de cantero, cuya presencia cuestiona, según Joan-Albert Adell, la datación propuesta por Puig i Cadafalch, que situaba la construcción entre finales del siglo xii y principios del xiii, puesto que estas marcas no se utilizaban en Cataluña en el siglo xii, de modo que la fecha de construcción debería adelantarse hasta la primera mitad del siglo xiii, datación con la que coincide Francesc Fité. A este respecto hay también que atender a la tipología de templo y la solución de sus apoyos y cubiertas, que nos sitúan en el influjo de la obra de la Seu Vella, que debió de producirse cuando la fábrica catedralicia estaba relativamente adelantada, de modo que parece efectivamente más coherente imaginar una datación de hacia mediados del siglo xiii.

 

Para finalizar, es indispensable insistir en el pésimo estado de conservación y en la amenaza de pérdida del templo si no se realiza una intervención de urgencia. De ningún modo se puede olvidar, ante la desatención de que es objeto este monumento, que estamos ante uno de los edificios que nos ayuda a entender las fórmulas constructivas y las tipologías arquitectónicas de la arquitectura no solo de las Terres de Ponent sino del conjunto de la arquitectura románica catalana.

 

Texto y fotos: Meritxell Niña Jové - Planos: Noelia Albana Ario

 

Bibliografía

 

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