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Vista exterior del muro sur de Santa María de la Clua de montsec

Identificador
25196_08_006
Formato
Fecha
Cobertura
42.0978392,0.7246221
Idioma
Autor
Daniel Altisent
Juan Antonio Olañeta Molina
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Maria de la Clua del Montsec

Localidad
Sant Esteve de la Sarga
Municipio
Sant Esteve de la Sarga
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa María de la Clua de Montsec

Descripción

SANT ESTEVE DE LA SARGA

Iglesia de Santa Maria de la Clua del Montsec

Situado a la izquierda del barranco de la Clua, sobre una llanura, se encuentra el poblado homónimo, un bucólico lugar en medio del Montsec. Entre sus casas, en la parte noroeste, se yergue la iglesia románica de Santa Maria, templo que fue remodelado a finales del siglo xx, pero que actualmente se mantiene en estado de abandono y cubierto gran parte por la maleza. Para encontrar el lugar, se debe partir de la Torre d’Amargós por la pista que sigue el camino y tras 2 km se llega al pueblo de la Clua. También se puede ir desde Puente de Montañana, por una carretera que, en sentido Sur y paralela al río Noguera Ribagorzana, arranca desde la C-1311.

Lamentablemente, no son muchas las referencias históricas sobre este templo, pero se sabe que fue sufragáneo de Sant Esteve de Alsamora y posteriormente perteneció al monasterio de Santa Maria de Lavaix.

El edificio ha sido objeto a lo largo de los años de una serie de reformas que han provocado la paulatina pérdida de parte de sus estructuras románicas. Así, en una de dichas intervenciones se acortó la nave para construir la fachada occidental, se añadió el cuerpo de la sacristía en el muro sur, se sobrealzó la iglesia y se sustituyó la bóveda original. Posteriormente, en una restauración, se eliminó el sobrealzado de la nave, se le dotó de una nueva techumbre de madera y se eliminó un coro que se había añadido a los pies. A día de hoy, el edificio mantiene una estructura formada por una nave rectangular y un ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera. Un arco presbiterial de medio punto en degradación facilita la transición entre ambos espacios.

En el exterior del ábside, dos lesenas determinan tres entrepaños coronados por sendos frisos de cuatro arquillos ciegos el central y tres los laterales. Una ventana de doble derrame y arco de medio punto se abre en cada uno de estos paños. Las lesenas se apoyan en un potente zócalo de seis hiladas de sillares en su parte más elevada. En el muro sur se repite este mismo tipo de ornamentación. En la parte visible de este paramento, tres entrepaños delimitados por cuatro lesenas están coronados por grupos de tres arquillos realizados en piedra toba. El entrepaño más occidental ha perdido parte de un arco como consecuencia del ya mencionado acortamiento de la nave. Toda la decoración de arquillos de este templo presenta un elemento que parece se característico de esta zona del Montsec: una especie de ménsula de piedra toba rematada en una forma cilíndrica horizontal, solución muy poco habitual que se encuentra también en los ábsides de Santa Maria de Mur y Sant Andreu de Biscarri, en los muros meridionales de Santa Maria de Llimiana y Sant Pere de Aransís, en el septentrional de Sant Llorenç d’Ares y en el campanario de Sant Esteve de Abella. A estos ejemplos, aunque situado fuera de esta área, se podría añadir el ábside de Santa Maria de Solanes, en Lladurs (El Solsonés).

De las dos ventanas que se abrían en el paramento sur, una, de doble derrame, está cegada, mientras que la otra conserva tan solo su parte inferior en los vestigios del tramo de poniente del muro. La puerta original se encuentra en el muro sur, tapiada y parcialmente enterrada, lo que indica que el nivel inferior de este paramento queda por debajo del suelo actual. Por encima de la puerta, se encuentra una hornacina, de medio punto de unos 30 cm de profundidad y unos 50 cm de altura. Recorre la parte superior del ábside y del muro meridional, por encima de los frisos de arquillos, una moldura de alargadas piezas biseladas.

Actualmente se accede al templo mediante una puerta de época posterior situada en la fachada occidental y compuesta por un arco de medio punto formado por grandes dovelas. Culmina este frontispicio un campanario de espadaña de dos ojos de medio punto y cubierta a dos aguas. En centro de la fachada se aprecia una pequeña ventana rectangular que está cegada.

En lo que concierne al aparejo utilizado, está compuesto por sillarejo irregular, mal trabajado y dispuesto en hiladas poco uniformes. En los arcos de las ventanas y los frisos superiores se utiliza la piedra toba. Mientras que el ábside presenta una techumbre de losas de piedra, la cubierta actual de la nave está realizada con teja árabe debajo de la cual hay losas de piedra, las cuales quedan al descubierto en la parte de poniente.

En el interior la decoración de estuco neoclásica se superpone a la estructura románica. Una hornacina semicircular situada en el muro del Evangelio, los restos de la bóveda de lunetos y las pilastras que sostenían los arcos fajones son todos ellos elementos incorporados en las reformas posteriores.

En su mayor parte ocultos por una capa de revestimiento azul se conservan buena parte de los frescos románicos que cubrían la bóveda y el hemiciclo absidales, los cuales no han requerido hasta la fecha la atención que merecen por parte de los especialistas. Si bien resulta imposible adivinar la decoración del cascarón absidal, en tanto en cuanto no se acometa su tan necesaria restauración, en los restos visibles de las pinturas del semicilindro se aprecia la parte inferior de, al menos, seis personajes vestidos con túnica, que podrían corresponder al apostolado que frecuentemente figura en esta zona de los programas pictóricos absidales. En el nivel inferior, separado del anterior por una banda ricamente policromada formada por motivos geométricos que simulan profundidad, se representan, como suele ser habitual, unos cortinajes. En el derrame interior de las ventanas central y septentrional del ábside se observa con claridad la ornamentación pictórica formada por sinuosos motivos vegetales de color rojo sobre fondo blanco, enmarcados  por bandas de color amarillo y verde.

También han pasado desapercibidos hasta la fecha los interesantes, aunque escasos, restos de pintura mural que a duras penas se conservan en ciertas partes del muro exterior sur, en concreto en algunos arquillos y en la ventana más oriental. En el derrame de ésta, en el lado oeste, parece vislumbrarse lo que es un rostro humano, posiblemente masculino, pues tiene trazos de lo que podría ser una barba. Por su parte, en los arquillos, se observan fragmentos de color rojo y amarillo.

Alertadas ya las autoridades de patrimonio catalanas de la importancia de este conjunto de pintura interior y exterior, y del mal estado de conservación del mismo y del edificio en general, se realizó en 2014 una primera intervención de urgencia por parte del Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya para consolidar las partes más dañadas a la espera de que pueda acometerse la intervención definitiva, la cual, muy probablemente, deparará interesantes sorpresas.

Se ha datado el edificio en el siglo xi, sin embargo, el detalle de la ménsula de los arquillos, y su presencia resulta muy relevante para concretar algo más esta cronología. Si consideramos que la cabecera de Santa Maria de Mur pudo ser realizada durante los años inmediatamente anteriores a su consagración en 1069, parece razonable pensar que Santa Maria de la Clua del Montsec pudo construirse en fechas próximas, posiblemente en el tercer cuarto del siglo xi. Respecto a las pinturas murales, y aunque resulta prematuro, hasta que nos sean descubiertas en su totalidad, el concretar una fecha, es posible que pudieran situarse en el primer tercio del siglo xii, coincidiendo con la datación de otros conjuntos pictóricos de la zona, como Santa Maria de Mur y Moror.

                                                                        

Texto: Juan Antonio Olañeta Molina/Daniel Altisent ­- Fotos: Juan Antonio Olañeta Molina

 

Bibliografía

Bellmunt i Figueres, J., 1997-2000, II, pp. 27-28; Catalunya Romànica, 1984-1998, XV, pp. 451-452; Olañeta Molina, J. A., 2015b; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1994, pp. 368-372.