LA ERMITA SE UBICA A LAS afueras del casco urbano, unos 200 m al oeste, sobre una suave ladera, en una zona de eriales, junto a la carretera de Losacino. Es un modesto edificio de cabecera cuadrangular y nave única, con una portada al norte y otra al sur -saliendo ésta al cementerio anejo-, con espadaña a los pies, el único elemento levantado en sillería granítica, ya que el resto son pobres muros de mampostería de pizarra. Pudiera ser que toda la nave fuera románica, pero al carecer de un elemento tan significativo como el alero no podemos asegurarlo. Sólo la portada norte muestra una tipología evidente, aunque por su perfecta integración en el muro podía hacerse extensiva al mismo esa cronología, si bien cabe igualmente la posibilidad de que todo ello sea producto de una reconstrucción muy posterior, con una reutilización de la portada. Se halla esta entrada a ras de paramento y consta de tres arquivoltas de medio punto, además de chambrana, todo ello en tosca sillería de granito. Las dos arcuaciones interiores son de dovelaje cuadrangular y la tercera se decora con toscas puntas de clavo, mientras que la chambrana es de listel y nacela. Los apoyos están conformados por tres pilastras a cada lado, rematadas en impostas de sección cuadrangular ornamentadas con aquellas puntas de clavo. Estamos ante una interpretación verdaderamente popular de lo que fue la estética románica, cuya cronología es muy difícil de precisar, aunque sin duda es muy tardía. No sabríamos decir incluso si esta portada románica perteneció siempre a este edificio o pudo ser trasladada de otro, aunque ciertamente la ermita tiene mucha tradición popular pues hasta hace unas décadas en su entorno se celebraba una feria de ganado que reunía a miles de comarcanos. Hoy se festeja aquí la Cruz de Mayo, momento en el que se renuevan los grandes árboles pintados de cal -dos junto a la portada y otro en el testero-, que simbolizan, según el propio sacerdote, el Árbol de la Vida.