Pasar al contenido principal
x

Interior

Identificador
19282_04_018n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 54' 42.56'' , -2º 31' 39.61''
Idioma
Autor
Víctor Manuel Ricote Ridruejo
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Sebastián

Localidad
Renales
Municipio
Torremocha del Campo
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL DE RENALES se levanta sobre una pequeña ladera que domina el cercano valle y flanquea el camino de entrada a la localidad. El edificio, emplazado en pleno casco urbano, en el muro meridional, orienta su portada de acceso a una de sus calles principales que, partiendo en paralelo desde las inmediaciones de la cercana plaza principal, se prolonga hasta los límites del pueblo. El exterior del muro septentrional de su nave aparece recercado por un extenso y elevado perímetro murado, a modo de zócalo, que lo envuelve y que alberga en su interior un amplio recinto que debió de constituir su antiguo camposanto. La estructura actual del edificio nos ofrece la visión de una iglesia notoriamente transformada por sucesivas intervenciones que han desvirtuado en gran medida su original traza románica, hasta hacerla prácticamente testimonial y reducida a elementos tan concretos como significativos de sus, por otra parte, inequívocos orígenes. La práctica totalidad de su planta ha sido modificada, así como gran parte de sus paramentos, que debieron de ejecutarse durante las postreras reformas. Nos hallaríamos, por tanto, ante una primitiva fábrica de la iglesia, desarrollada durante el período románico de transición, a comienzos del siglo XIII, que sigue la morfología característica de las iglesias de repoblación, con numerosos ejemplos en la comarca, de la cual tan solo perduran, por una parte, el trazado de su única y longitudinal nave, la singular portada principal y su esbelta espadaña, retocada también y dispuesta a sus pies. Fundamento románico tiene igualmente la interesante galería porticada que jalona la práctica totalidad del muro meridional de la nave, bajo el cual se ubica su portada. Aunque al igual que el resto del edificio fue sometido a importantes reformas, que se afrontaron en dos fases a lo largo de los siglos XV y XVI, la primera, y la postrera, más ambiciosa y significativa del siglo XVII. El principal aparejo utilizado para el levantamiento de sus muros es la mampostería, con notables inserciones de irregulares bloques de piedra. La galería porticada meridional, el último cuerpo de su espadaña y los esquinales que cierran sus paramentos se configuran con regulares sillares de piedra. Durante el desarrollo de las reseñadas transformaciones, la planta original, compuesta por una sola nave longitudinal, con la espadaña en su base y prolongándose hacia una cabecera mixta (que en principio debió de estar compuesta por un recto presbiterio y hemiciclo), se muestra ahora convertida en un trazado de cruz latina, rematado por la previsible cabecera rectangular, mediante el añadido renacentista de otras dos dependencias laterales a su cabecera, que rompen el recto presbiterio para conformar un falso crucero. Esta cabecera rectangular abre a levante, sobre muros de mampostería y sillarejo, alzados durante los siglos XVI y XVII, y cerrados en su parte superior por una cóncava y ondulada moldura corrida. Cornisa sobre la cual descansa la cubierta a dos aguas, que, respetando la altura a que se elevó durante la postrera intervención, parte desde la cabecera y jalona su nave principal, abarcando a todo el conjunto hasta su conclusión en la espadaña. Los muros que componen el mencionado trazado rectangular con que se corona la única nave, constituidos por el propio ábside modificado y las dependencias anexas, aparecen horadados, tanto en sus laterales como en el eje de muro oriental de su ábside, por amplios vanos cuadrangulares que dotaban al interior de la necesaria luminosidad. En el muro sur se ubica la primera de las dependencias anexas a la cabecera descrita. Se trata de un recinto de moderada anchura, alzado sobre paramentos de mampostería que concluyen en esquinales de sillería. En la parte superior se cierra, al igual que el resto de la iglesia, con la mencionada cornisa. En su parte central se abre una ventana cuadrangular de notables dimensiones. Desde el muro occidental de esta estancia se prolonga hasta la espadaña una original galería porticada. Alzada sobre regular sillería de piedra, apea su tejado a una sola agua directamente sobre el muro meridional sobreelevado de la nave central, que oculta parcialmente. Esta galería está compuesta por dos elementos de paramento exterior en sillería corrida, pero internamente diferenciados por un muro que los separa: en primer lugar, un estrecho atrio cerrado, que abre al exterior mediante una sobria portada compuesta por una arco de medio punto, jalonado por una serie de leves molduras superpuestas, a modo de someras franjas cinceladas en paralelo a lo largo de sus dovelas, que componen su única decoración. El arco apea directamente sobre los sillares pétreos en los que se asienta, que respetan en su cara externa el mismo ornato. La galería contigua permaneció largo tiempo tapiada, ocultos sus dos arcos tras un pobre revestimiento de yeso, pese a lo cual permitía la visión nítida del cerco externo del trazado de sus arcos de medio punto, y vislumbrar la indefinida configuración de sus degradados capiteles. Esta engañosa apreciación de sus elementos constitutivos, desvirtuada por la mencionada capa de yeso, llevó a algunos investigadores a plantear la errónea hipótesis de que se tratara de una galería románica original, “presentando dos arcos de medio punto, teniendo uno arquivoltas y cruceta de tradición románica”, según Azcárate. Una vez liberada de los restos de mortero que impedían la adecuada apreciación de sus elementos, merced a la concienzuda labor de limpieza llevada a cabo durante una reciente restauración, salió a la luz la visión de su estructura primigenia, en la cual se suceden dos arcos rebajados, dotados de una decoración semejante a la del arco de entrada al atrio, que descansa sobre sendas columnas. Dichos soportes están conformados por anchos y estriados fustes, sobre los que se asientan grandes e historiados capiteles cuyas aristas se adornan con notables volutas, fruto de los añadidos incorporados durante las reformas de los siglos XVI y XVII. El muro de sillería se prolonga hasta los límites que define la contigua espadaña, elemento constructivo que, reproduciendo la clásica disposición de la primitiva traza románica orientada a poniente, cierra la base de su única nave y se ubica a los pies. Su estructura se alza sobre aparejo de mampostería, dispuesto entre los límites definidos por los sillares de piedra ubicados en los esquinales. Consta de tres cuerpos superpuestos, de los cuales el intermedio es el de mayor amplitud, en el cual, además, se abre el único vano que lo comunica con el interior. La parte superior de su menudo último cuerpo se corona con un remate triangular, elaborado también en sillería, en el que se sitúan sendos arcos de medio punto, bajo cuyo cerco se ubican las campanas. La disparidad entre ellos es su principal característica: por una parte, el más grande guarda perfectamente el centro que el eje de la estructura le marca; por otra, el más reducido, adosado al principal, carece de equilibrio alguno con respecto al mencionado eje, debido a su postrera realización. En la parte superior jalona su reducido tejadillo una pequeña moldura ornamental incorporada durante la reforma renacentista. La espadaña y la sobresaliente portada que protege en su interior el atrio cerrado constituyen los dos elementos arquitectónicos más representativos de su origen medieval y las más evidentes señas de identidad románicas de que goza la iglesia parroquial de este lugar. La portada principal de acceso al templo está compuesta por un arco semicircular, cerrado en medio punto. En el mismo apreciamos la superposición de dos secciones sobre la misma arquivolta de ancha rosca, que en degradación abre al exterior desde el cerco de entrada. La sección inferior, más estrecha, viene marcada por la alternancia de bocel en resalte que perfila una ancha hendidura en media caña, sobre la cual se extiende otra superior, completamente lisa. El sobrio vano, caracterizado por “la absoluta desnudez ornamental”, que “es su nota definitoria”, según describe Ruiz Montejo, se cierra recercado con una estrecha cenefa exterior decorada con puntas de diamante. Las dovelas así decoradas apean sobre un cimacio con doble moldura superpuesta, que reposa sobre las jambas de regular sillería que precede nuestra entrada al templo. El interior de su única nave se articula en cuatro tramos, que se prolongan desde el coro en alto ubicado a los pies. Todos ellos definidos por sucesivos arcos de medio punto sobre los que descansa la cubierta, formada por bóveda de cañón con lunetos, disposición que también remata los brazos del crucero y el presbiterio cuadrangular que conforman su cabecera. El último tramo de su nave se diferencia del inmediato espacio ocupado por el antiguo recto muro del presbiterio mediante el tradicional arco triunfal, que describe la misma composición en arco de medio punto, y sobre el que descarga el flanco oriental del crucero. Este tramo fue completamente transformado entre los siglos XVI y XVII, siendo especialmente destacable el peculiar tratamiento recibido en su cubierta, mediante el que la primitiva nave de cañón fue desmontada y en su lugar erigida la vistosa cúpula de media naranja, reforzada sobre pechinas, ornamentada con una profusa decoración de estilo rococó, en la que se manifiesta ya el ingenioso juego de volúmenes aportados por sus yeserías. La contigua sacristía dispone de una cubierta plana. En el interior de la galería porticada se asienta una pila bautismal, de copa abruptamente truncada en su base. Está decorada con gallones que aparecen rematados en su borde superior por arcos de medio punto, recercados por una fina hendidura. El motivo decorativo escogido se ajusta a un modelo previo que pudiera haber sido románico. El ejemplar que apreciamos en la actualidad tiene, por el contrario, una tipología y refinado pulido que parece pertenecer a una fábrica posterior.