PRESIDIENDO UNA PEQUEÑA plaza a la que da nombre, y en la que se levanta un modesto monolito en memoria del poeta conquense Federico Muelas, se alza la iglesia de Carboneras de Guadazaón. Un templo con muchos siglos de historia y numerosas reconstrucciones a sus espaldas. Pese a toda esa serie de reformas introducidas en distintas épocas, la edificación actual conserva todavía restos de su origen románico. La iglesia románica se levantó durante el siglo XIII dentro de los cánones de esa época, con nave única y ábside semicircular. En la actualidad nos encontramos ante una iglesia de tres naves. La central mantiene parte del ábside semicircular original. La puerta de acceso se abre en el muro sur, rodeada de todo un recinto murado. En el último tramo del muro meridional de la nave se alza la espadaña con sus dos campanas instaladas en los años sesenta del pasado siglo. De la obra original únicamente se conserva el ábside semicircular y parte de la planta de la nave central. En la fachada meridional todavía se conservan la esquina resaltada y el arranque recto del presbiterio, originales de la primitiva iglesia. Remodelaciones posteriores tuvieron como principal objetivo el añadido de dos naves laterales, y la sobreelevación de todo el conjunto. Además la espadaña se reconstruyó también en época reciente. En el ábside, construido a base de mampostería, el cambio de fábrica marca y demuestra la sobreelevación que sufrió. Queda flanqueado por los cuerpos añadidos de las naves laterales, de época posterior a la románica y rematado en dos roscas de teja vuelta. La espadaña, de traza herreriana, está situada a los pies del sentido longitudinal de la nave y es de época posterior a la románica. Se estructura en dos cuerpos separados por una amplia cornisa: el superior, de sillar, presenta dos huecos de medio punto para campanas, rematándose el conjunto con frontón triangular moldurado. En el interior del templo llama la atención las pinturas murales que decoran el ábside y parte de las naves laterales. De muy reciente creación, sustituirían a las pinturas románicas que aparecieron en una de las reformas llevadas a cabo, aunque nada tienen que ver con las originales. Cubre todo el templo un artesonado de madera. El presbiterio está cubierto con techo de madera en forma de artesa. Las naves se separan por arcos de medio punto sobre finas columnas. El paso de la nave central al presbiterio se resuelve a través de un gran arco triunfal. En esta iglesia, en una capilla lateral abierta en el lado de la epístola, se guarda el bien más preciado de Carboneras: la Santa Hijuela.