Pasar al contenido principal
x

Fachada oeste de Sant Martí de Pau

Identificador
17128_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.315868, 3.116582
Idioma
Autor
Carmen Ropero Mochales
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Martí de Pau

Localidad
Pau
Municipio
Pau
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Martí de Pau

Descripción

PAU

 

El térmiono municipal de Pau se extiende por las laderas suroccidentales de la sierra de Rodes. Confronta con los municipios de Palau-Saverdera, Castelló d'Empúries, Peralada y Pedret i Marzà. La carretera local GI-610 o comarcal C-861, que va de Roses a Vilajuïga y enlaza con la N-260, atraviesa el término de Este a Oeste y pasa cerca del pueblo de Pau, cabeza de municipio; de allí sale un ramal que lleva al pueblo vecino de Pedret.

 

La primera mención a la villa de Pau la encontramos en un precepto del rey Lotario del 982 confirmando al monasterio de Sant Pere de Rodes la posesión de varias villas próximas a Pau, con estanques y derechos de pesca (in villa Palatio, in Turricella, in villa Acuti, in Petratello et Stagneolo, cum stagnis, piscationibus, et omnibus villarunculis adjacentiis in villa Pau). En una bula del papa Juan XV, del año 990, villa Pavo se menciona, de nuevo, entre las propiedades de la abadía de Rodes.

 

La baronía de Pau perteneció al linaje que ostentó, como apellido, el nombre del lugar, destacando sus miembros especialmente durante la baja Edad Media. Está documentado ya, en el siglo xi, un Berenguer Ramon de Pau al que sucedió su hijo Guillem I, que en 1128 aparece mencionado como Guillem de Pau o Pauo en un documento relacionado con el conde de Empúries; también aparece como testimonio en unas escrituras de 1130 y 1138 conservadas en el Liber Feudorum Maior. Con la incorporación del señorío de Penardell por el matrimonio de Guillem III de Pau con Ermessenda, en el último cuarto del siglo xiii, se inició una etapa esplendorosa para el linaje, que perduró hasta finales de siglo xv. Varios barones de Pau tuvieron un papel destacado en la política catalana de su época. Pere de Pau (1368-1424) fue gobernador de los ducados de Atenas y Neopatria en 1386. Francesc de Pau y Amorós, a finales del siglo xiv, fue oficial del palacio papal de Aviñón durante el pontificado de Benedicto XIII, el papa Luna. Francesc II de Pau fue miembro destacado en la corte de Fernando el Católico, que lo envió al servicio del virrey de Sicilia. Hubo también en la familia dos obispos de Girona: el célebre Bernat de Pau (1436-1457), cuyo sepulcro, en la catedral gerundense, es una obra maestra del tardoigótico catalán, y Berenguer de Pau (1486-1506), que acabó sirviendo al reey Catòlico en Nápoles. En 1524, el linaje enlazó por matrimonio con los Rocabertí, pasándose a denominar Rocabertí-Pau; en 1746 pasó a los Amat, marqueses de Castellbell.

 

A pesar de que hoy en día no se observan restos de lo que fue el castillo de Pau, sabemos que estaba ubicado junto a la iglesia, en el solar que actualmente ocupa Cal Marquès.

 

 

Iglesia de Sant Martí

 

La iglesia parroquial de Sant Martí se encuentra en el centro de la localidad, presidiendo la plaza Major de la villa de Pau. Ya hemos dejado constancia de los documentos que nos hablan de la villa de Pau o Pavo desde el siglo x. No obstante, debemos esperar hasta el año 1098 para encontrar una mención al templo, en el testamento de Ponç Guerau. A continuación, volverá a aparecer en 1256 con motivo del homenaje prestado por el caballero Ponç Bech al obispo Pere de Girona por la mitad del diezmo de dicha parroquia. Más adelante, se la menciona de nuevo en las Rationes decimarum de 1279 y 1280, y este mismo año, el caballero Bernat de Pau cedió una parte del diezmo parroquial, que poseía, a los clérigos Jaume Bruguer y Joan Armany. Hay referencias posteriores en numerosos documentos del siglo xiv, y en los nomenclátores de la diócesis gerundense de este mismo siglo.

 

Desde luego la iglesia estuvo muy vinculada a los barones de Pau, que la utilizaron como panteón según atestiguan las lápidas sepulcrales, bajomedievales, que se conservan. Sabemos que el castillo estaba adosado al templo, y que incluso disponía de una ventana que se abría a la nave de la iglesia para asistir a las funciones litúrgicas sin salir de la residencia; consta, asimismo, que en 1431 el barón Francesc de Pau solicitó autorización al obispo de Girona para ampliar dicha ventana, dado que la existente sólo podía albergar una persona.

 

El edificio padeció los estragos de los terremotos de los años 1427 y 1428, y fue necesaria una autorización del obispo de Girona para recaudar los fondos necesarios para su reparación. En los siglos posteriores se fue adaptando a las nuevas necesidades litúrgicas promovidas por la reforma trentina: se construyó una sacristía adosada al muro de mediodía hacia el primer cuarto del siglo xvii. En este mismo siglo, el templo fue saqueado por las tropas francesas durante la Guerra dels Segadors. Parece que las capillas laterales se edificaron en el siglo xviii. Ya en el siglo xx, concretamente en 1929, se cubrieron todos los muros interiores con una gruesa capa de encalado para ocultar los aparejos antiguos. Durante la Guerra Civil se quemaron los retablos barrocos y el mobiliario. Entre los años 1990 y 1991 se llevó a cabo una restauración del edificio que devolvió al templo el aspecto que presenta actualmente. Se eliminó un coro tardío y se retiró todo el revoque dejando el aparejo románico a la vista. Se remodelaron muros, se tapió el acceso a la sacristía desde el ábside y se abrió un acceso que comunica las dos capillas del muro sur. También se retiró un retablo moderno situado en el altar mayor.

 

Sant Martí de Pau es una iglesia románica de una sola nave cerrada al Este por un ábside semicircular. Presenta dos etapas constructivas diferenciadas. El ábside y el sector oriental de la nave son del siglo xi, mientras que el resto de la nave y la fachada de poniente corresponden al siglo xii. La diferenciación entre las dos etapas se hace visible al contemplar el aparejo, que es a base de piedras desbastadas en la parte antigua y de sillares perfectamente escuadrados en la parte que corresponde al siglo xii.

 

Un doble arco triunfal adovelado, de medio punto, separa el ábside, cubierto con bóveda de cuarto de esfera, del corto tramo inicial de la nave antigua que cubre, a su vez, con bóveda de cañón. La nave posterior, más ancha y alta que la inicial, cubre con bóveda apuntada y se inicia con un gran arco triunfal de doble hilera, formado por dovelas estrechas. Esto ha propiciado que la primitiva edificación se mantuviese intacta en la zona presbiteral, a modo de coro o espacio introductorio al ábside. La diferencia formal entre nave y presbiterio se pone de manifiesto al analizar las estructuras y los elementos que las conforman.

 

Además, debemos recordar que en los siglos xvii y xviii se modificó notablemente la estructura del edificio al añadir las capillas laterales, hecho que comportó la abertura de los muros con los consiguientes arcos formeros y la anulación de, por lo menos, una ventana en el muro sur, pues ha quedado visible el arco de medio punto que la cerraba.

 

Siguiendo con las ventanas, tras la remodelación se recuperó la del ábside que había quedado tapiada. Se trata de una ventana de derrame sencillo hacia el interior, con arco de medio punto formado por pequeñas dovelas, que en el exterior cubre con un arco de medio punto monolítico. En el muro sur, en la zona del presbiterio más antigua, podemos ver otra ventana de similares características. En cambio, el resto de ventanas del templo corresponden a la segunda etapa constructiva. Dos de ellas están ubicadas en las capillas laterales del sector norte: son ambas de doble derrame, con arco de medio punto monolítico y sillares de granito de distintos tamaños en las jambas.

 

En la fachada occidental destaca la portada, construida con cinco arquivoltas de medio punto en degradación, dintel monolítico y tímpano sin decoración. El conjunto está sostenido por dos columnas, con sendos capiteles, por banda. Justo encima de estos, una moldura en caveto divide la fachada. La situación de esta moldura sorprende si tenemos en cuenta que habitualmente este tipo de elementos forma ángulo sobre cada capitel, mientras que en este caso, va corrida.

 

A la puerta se accede después de sortear cinco escalones de piedra. Sobre ella hay una ventana de doble derrame y doble arco de medio punto, adovelada. En la parte superior, una cornisa en caveto recorre la cumbrera. Sobre este frontis levanta un robusto campanario de espadaña de cuatro arcadas, dos de cuarto de cañón y dos de medio punto; estas peretenecen a las últimas etapas constructivas, al igual que la pequeña espadaña de un arco que se añadió a la cima.

 

La fachada, y parte del muro norte de la nave, presentan un aparejo a base de grandes sillares de granito. En el sector oriental de la nave, más estrecho que el anterior, y en el ábside, el aparato es de cascotes de granito apenas desbastados y grandes sillares en las esquinas. Las capillas laterales presentan el mismo tipo de sillares de granito pues se supone que reaprovecharon los de los muros de la etapa románica, que derribaron para dar paso a su construcción. El pavimento se substituyó en la última intervención.

 

Como ya hemos mencionado, la puerta románica está formada por cinco arquivoltas de medio punto en degradación. La interior, la central y la exterior están formadas con dovelas de granito lisas, mientras que la segunda arquivolta es con dovelas en bocel y la cuarta con cavetos biselados. De las cuatro columnas graníticas que sustentan los capiteles, sólo las dos exteriores son originales, una de fuste entorchado y la de mediodía de fuste acanalado. Los elementos más destacados del conjunto son los cuatro capiteles de piedra arenisca. Cada uno de ellos tiene una decoración distinta con motivos vegetales, zoomórficos o mixtos y podemos decir que son de influencia rosellonesa, siempre muy presente en esta zona.

 

El capitel exterior izquierdo, nos muestra unas hojas lisas que terminan en una pareja de volutas. Entre las hojas, vemos columnas entorchadas de las que emergen sendos caulículos y en el centro del espacio, una flor de relieve saliente. El baquetón que lo separa del fuste de la columna, es un cordón similar al de otros capiteles de la zona (Sant Pere de Navata, Santa Maria de l’Om, o Sant Cristòfol de Beget en el Ripollès). El capitel interior que lo acompaña presenta tres grandes cabezas de monstruos devoradores en los ángulos superiores, entre las que se observan pares de caulículos que acaban en volutas, y en el vértice de cada par, una especie de escudo. Dejamos constancia de que las manos de las extremidades de los devorados se apoyan en un astrágalo liso en bocel.

 

En el lado de mediodía, el capitel interior tiene el relieve muy dañado. Se ha descrito como una lucha de leones, cuyos cuerpos ocuparían enteramente las caras del capitel mientras que las cabezas se situarían en los ángulos del mismo. Los animales estarían entrelazados, agarrándose por las patas mostrando una acción de lucha. De todo el capitel sólo se distingue una de las cabezas que ha conservado en parte su relieve, y destacamos el deterioro del resto, incluido el baquetón.

 

Sí que, en cambio, se ha conservado muy bien el capitel exterior de este lado, que consta de dos cuerpos claramente diferenciados. El registro inferior, a modo de cesta formada por hojas, algunas decoradas con medias piñas, y las demás con nervio central. En el registro superior, tres cabezas de felinos entre las cuales sobresalen unas rosetas en relieve. El astrágalo, como en el primer capitel, es a base de cordón trenzado.

 

El parecido estilístico del conjunto con los capiteles antes citados de Navata, Om y Beget, y en concreto los dos capiteles interiores, nos remiten a dos capiteles de Sant Pere de Rodes que se conservan respectivamente en una colección particular y en el Museo de Peralada. Por ello pensamos que la puerta de Sant Martí de Pau está relacionada con la expansión de los talleres roselloneses que tuvo lugar a partir del año 1168. Así mismo, dejamos constancia de la posible influencia del paso del llamado Mestre de Cabestany por el cercano monasterio de Sant Pere de Rodes.

 

Como conclusión proponemos una datación para la nave y la portada hacia la segunda mitad del siglo xii, dejando constancia de que la cabecera se podría datar en una etapa más temprana, quizás en el siglo xi. Durante los siglos xvii y xviii el templo se amplió con dos capillas a cada lado y con la sacristía adosada al ábside.

 

En el templo se conservan varios elementos tardomedievales de interés, como un osario de 1348 encastado en la pared sur y varias lápidas, tambiñén del sioglo xiv, localizadas tanto en el interior como en el exterior de los muros. En el Museu d’Art de Girona hay una de orfebrería del siglo xv, con pie del xvi, que procede también de la iglesia de Sant Martí.

 

Pila bautismal

 

En una de las capillas laterales de mediodía se conserva una pila bautismal románica. Se trata de una pieza oval y lisa, tallada en un bloque monolítico de piedra granítica. Corresponde al tipo de pila sin decoración, muy frecuente en las iglesias románicas rurales. De difícil datación, se suele proponer en una franja que va de los siglos xi al xiii. Dejamos constancia, asimismo, de otro ejemplar de pila posiblemente benditera, de parecidas características a la anterior y que se encuentra ubicada en el ángulo suroeste del templo.

 

 

Texto: Montse Jorba i Valero – Fotos: Carmen Ropero Manchón/Montse Jorba i Valero– Planos: Núria Dolors Vila Costa

 

 

Bibliografía

 

AA. VV., 1995, p. 114; Arnall i Juan, M. J., 1981-1982, p. 86; Badia i Homs, J., 1977-1981, II-B, pp. 307-313; Badia i Homs, J., 1985, p. 141; Botet i Sisó, J., s.d., pp. 519-520; Camps i Sòria, J., 1990, pp. 59-60; Castells Catalans, Els, 1967-1979 II, pp. 570-573;  Catalunya Romànica, 1984-1998, IX, pp. 598-602; Compte i Freixanet, A., 1980, pp. 249-251;  Egea i Codina, A. y Pujol i Fabrelles, D., 2009, pp. 4-6, 16-17, 24-25, 30-33; Montsalvatge i Fossas, F., 1909, p. 210; Ordeig i Mata, R., 1983, pp. 140-143; Pons i Guri, J. M., 1964-1965, pp. 17, 52, 74; Rius i Serra, J. M., 1946, pp. 81, 94.