Identificador
34407_08_008
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 36' 12.93'' , -4º 21' 33.65''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Zorita del Páramo
Municipio
Páramo de Boedo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
EL GRUESO DE LA IGLESIA DE SAN LORENZO se alza en buena sillería arenisca con piezas de tamaño regular. En sus fases posmedievales el tono de la piedra adquiere una tonalidad más oscura que lo diferencia claramente de la dorada arenisca románica. Esta última presenta una deficiente conservación, más evidente en la zona superior del ábside, donde ha adquirido una textura pudingosa, de tono rojizo, aunque combinada con sillares de arenisca gris de mejor compactación. En la portada occidental se utilizó la característica arenisca local procedente de canteras cercanas (Santibáñez de Ecla, Becerril del Carpio y Villaescusa de Ecla), de la misma composición que la utilizada como materia prima por los canteros de San Andrés de Arroyo. La torre-campanario, la zona occidental del pórtico y la caja extradosada del baptisterio se levantaron con mampostería y sillares angulares de refuerzo. El templo tiene planta de cruz latina con cimborrio sobre el crucero y transepto no sobresaliente en altura. Sus brazos se rematan a piñón. La nave longitudinal es de cuatro tramos y cuenta con un presbiterio rectangular. La portada principal se abre en el lado meridional. Los empujes verticales se solucionan con pilares de semicolumnas adosadas en el crucero, correspondiéndose con contrafuertes exteriores perfectamente visibles en el lado norte. Las bóvedas estrelladas del pórtico apean sobre pilares de perfil tardogótico. El ábside se cubre con bóveda de horno y el tramo presbiterial con cañón apuntado, utilizado también en la nave, reforzada mediante arcos perpiaños. El arco triunfal es apuntado y doblado. El crucero se cierra con una cúpula semiesférica sobre trompas angulares, modalidad que se utilizó en San Martín de Frómista y con posterioridad se hizo en Santa Eufemia de Cozuelos y Nogales de Pisuerga. Con estos mismos edificios podemos fijar los parámetros de comparación más certeros, tanto a nivel estructural como en los proporcionados volúmenes externos. La cúpula no constituye un cuadrángulo regular sino un rectángulo cuyos lados cortos apoyan en una cornisa sostenida por canes. El ábside románico es semicircular, presenta tres vanos de medio punto y se encuentra dividido horizontalmente en dos niveles mediante imposta. El tambor arranca de un basamento inferior constituido por una hilada doble de sillares sobresalientes. La torre de planta cuadrangular occidental y el coronamiento meridional del gran arco de medio punto abierto al pórtico, corresponden ya al siglo XVII (Navarro proporciona la data de 1642). Durante las obras de restauración llevadas a cabo recientemente se desmontó la sacristía ubicada bajo el coro lo que permitió descubrir el acceso a la primitiva torre o espadaña a través de una escalera de caracol románica. Entre el brazo meridional del crucero y el tramo de acceso a la portada se alzó una capilla cubierta con crucería cuya datación se corresponde con la propia portada, hacia inicios del XVI. A fin de cuentas, estas reformas no modificaron en nada substancial el primitivo templo románico, que iniciado en torno a las dos décadas finales del siglo XII, no debió terminarse hasta bien entrado el siglo XIII, como demuestra su portada occidental y la factura de su desmantelado Apostolado. La constatación de la cabecera y crucero descentrados en relación a la nave ratifica la existencia de dos fases constructivas bien diferenciadas durante la época medieval. El acceso se efectúa desde la portada meridional. Es de cronología plateresca y se decora con temas de candelieri, grutescos y tondi que encierran retratos de perfil, en el tímpano se representa la escena de la Deposición de Cristo. Toda la portada fue groseramente repintada en 1833. A la derecha de esta portada aparecen dos plafones cuadrangulares divididos en otros cuatro cuadrángulos con toscos motivos florales. En las claves de la bóveda que cubre el atrio se tallaron las parrillas, atributo de san Lorenzo y las llaves del apóstol Pedro. Esta portada sustituyó a una primitiva tardorrománica rematada por un friso con Apostolado, del mismo tipo que los conservados en Santiago de Carrión y Moarves de Ojeda. Todavía se mantiene en buen estado de conservación la totalidad del Apostolado, reaprovechado en las hornacinas renacentistas. Los enmarcamientos, sus peanas y doseletes en forma de venera y los coronamientos son platerescos, si bien no se despreciaron los fustes románicos que separaban a los apóstoles y que se superpusieron a pilastrillas modernas. El estilo de las esculturas románicas dista mucho de la brillantez carrionesa, recordando a los dos apóstoles conservados en el Museo Marès procedentes de Espinosa de Villagonzalo. La otra portada, abierta a poniente, refiere evidentes tipologías andresinas que permiten datarla en torno a las primeras décadas del siglo XIII. Es de una calidad muy considerable y está formada por guardapolvo y siete arquivoltas que combinan baquetones, escocias y una moldura interior zigzagueante. Las arquivoltas apoyan sobre impostas de ovas, capiteles vegetales y jambas acodilladas, dos en el lado derecho presentan arpías con capirotes y grifos afrontados perfectamente emparentables con la portada de Revilla de Santullán. Es interesante constatar cómo todas sus dovelas presentan marcas de colocación, puntualización técnica que evoca las habilidades de las cuadrillas de canteros activos en la iglesia de San Andrés de Arroyo. Como en las portadas de Santa Eufemia de Cozuelos o Revilla de Santullán, ilustra un estilo donde el bestiario tardorrománico se funde con las geométricas arquivoltas de dientes de sierra y los delicados capiteles de crochets, contradiciendo el supuesto aniconismo de los escultores al servicio de la comunidad de San Andrés. Estaba protegida por un pequeño pórtico del que aún se aprecian varios canecillos lisos y algunos mechinales para acoplar la techumbre. En las cestas de la ventana absidal central se aprecia la huella de los acantos helicoidales tan comunes a los del monasterio de Aguilar de Campoo, su guardapolvos aparece decorado con sogueado, de esquema idéntico al del exterior de la ventana del lado del evangelio. Posee doble arquivolta con baquetones y escocias y un recortado tímpano interior que respeta el abocinamiento, decorado con motivos vegetales de gran tosquedad. Por su parte, la ventana del lado de la epístola posee moldura de bolas en los cimacios y capiteles más sencillos que los de los vanos contiguos con chambrana dentada. El capitel del triunfal del lado de la epístola se decora con carnosas hojas de acanto de ángulos vueltos sobre sí mismos, el del evangelio con doble nivel de acantos y bolas angulares. Las basas de sus semicolumnas son de toros muy abombados y frutos esféricos angulares. Los capiteles de los torales del interior portan rústicas series de acantos, el habitual tema de Daniel en el pozo de los leones y un combate entre un guerrero y un grifo, el jinete a caballo va armado con escudo de montar reforzado, casco, cota de mallas y lanza. Recuerdan similares motivos de la galería porticada de Rebolledo de la Torre (Burgos) y en Vallespinoso de Aguilar, Villavega de Aguilar y Gama. Pero uno de los elementos escultóricos más interesantes de la iglesia de San Lorenzo se aprecia en la arquería ciega que ocupa los lienzos norte y sur del tramo presbiterial y que está formada por dos arcos trilobulados en cada paramento. La arquería se alza sobre un zócalo que la sirve de basamento. Por encima de las arcadas corre una moldura de cuatripétalas inscritas en el interior de círculos que se prolonga por todo el hemiciclo absidal. Una chambrana con decoración de entrelazo perfila los arcos, en las enjutas aparecen máscaras. Sus capiteles vegetales, dos dobles en el centro de los paños y cuatro angulares, se ornan con motivos de acantos trepanados, acantos helicoidales, bayas angulares, entrelazos y cintas serpenteantes perladas, así como leones alados afrontados por sus pechos que ostentan rostros caninos y quedan enredados por un cordón. Esta disposición mantiene clara relación con las arquerías ciegas trilobuladas de Vallespinoso de Aguilar, La Asunción de Perazancas, Villabermudo, Villanueva del Río y Santa María de Piasca (Cantabria). Sobre un dosel con coronamiento almenado que se instaló en el muro oriental del brazo norte del crucero y a una altura considerable, aparece una escultura en bulto redondo con la Virgen sedente y el Niño -portador de un libro- sobre su rodilla izquierda. Se trata de una pieza labrada en piedra policromada de inicios del siglo XIII. Los pliegues del manto permiten aproximar la pieza al Apostolado del exterior, por otra parte el dosel, bajo el que se aprecian tres gajos, nos sitúa sobre la pista del taller que talló la excelente figura de San Andrés conservado en el monasterio de San Andrés de Arroyo. En las trompas del cimborrio se aprecian bajorrelieves policromados con los símbolos de los evangelistas. En los ángulos del octógono interior de la linterna distinguimos una hoja lisa con una piña, dos máscaras con leones, un prótomo con cáprido, dos máscaras humanas con tocados y rasgos grotescos y un personajillo con el capirote propio de las arpías. Una ventana cegada de medio punto se aprecia en el interior del lado norte (segundo tramo de la nave), es de traza polilobulada, acoge motivos vegetales entre cada arquillo, y aparece enmarcada por una chambrana abilletada. Sus capiteles (Sansón desquijarando al león y doble nivel de acantos con acanaladuras) sugieren la intervención de un taller local conocedor del estilo de los escultores de Rebolledo de la Torre. Modernas capas de cal perjudican la contemplación de sus cestas. Otra interesante ventana de medio punto se abre en el lado meridional, ésta queda protegida por el atrio renaciente y se corresponde con un abocinamiento interior provisto de chambrana con hojarasca (similar a la del interior de la ventana absidal central). Está formada por guardapolvos de entrelazo y arquivolta con hojas de acanto, sus capiteles presentan un centauro luchando contra un basilisco y aves afrontadas picoteando bayas, los molinillos en espiral se aprecian en el cimacio derecho. Rebolledo de la Torre vuelve a ser el referente directo de la talla. La serie de canecillos del exterior ponen en evidencia algunas de las corrientes escultóricas más destacadas de fines del siglo XII. Se aprecian dieciséis piezas en el hemiciclo absidal, entre los más interesantes destacan algunos canecillos figurados con sodomitas y un guerrero con escudo circular calado luchando contra un descabezado dragón. En los lados meridional y septentrional apreciamos quince canes de nacela (cuatro de ellos sin función estructural debido a que las obras en la torre alteraron las cornisas primitivas). En el muro septentrional aparecen otras veintidós piezas más combinando asuntos figurados y motivos vegetales (de acantos esquemáticos y recortados entrelazos), la cornisa tiene en este sector dos pequeñas cabezas como en una arquivolta de Arenillas de San Pelayo. Algunos canes demuestran la participación de los escultores que trabajaron en el claustro de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (cfr. la inconfundible anatomía de la arpía y del grifo), por otro lado, alguna pieza con crochets y con entrelazos refleja la intervención de otro taller que dejó su impronta en Santa Eufemia de Cozuelos y en Vallespinoso de Aguilar. El resto de los canes son mucho más toscos, entre ellos distinguimos un personaje tañendo un instrumento de viento, una liebre, un acróbata, un bóvido, un monstruo engullendo unas extremidades inferiores y un personaje sedente. En el exterior, engastado en el ángulo suroeste, entre el crucero y el presbiterio, aparece un fragmento de epitafio de 20 x 23 cm. Se sitúa a unos 225 cm del nivel del suelo y presenta la inscripción “OBIT ERA MC...” encerrada en una cartela delimitada por una orla de entrelazo vegetal. Se trata del único epitafio románico con ornamentación escultórica conservado en la provincia. La pila bautismal, instalada en una capilla cuadrangular del lado septentrional que se cubre con una bovedilla rebajada, es tardorrománica, de 130 cm de diámetro x 92 cm de altura. Tiene forma semiesférica invertida y posee un refinado registro superior con delicados entrelazos entre vástagos serpenteantes de sabor islamizante. En la estancia adosada al sudoeste del atrio aparecen algunos restos escultóricos modernos pertenecientes a una balaustrada del siglo XVII y de una pila aguabenditera avenerada del siglo XVI. También se aprecian fragmentos de canecillos de nacela y una moldura con decoración de entrelazos similar a la cornisa existente en el brazo septentrional del crucero. El cascarón del ábside se decora con unas pinturas murales cuya datación se puede fijar a fines del siglo XV. Están realizadas al temple y representan al Pantocrátor rodeado del Tetramorfos. La práctica totalidad de los muros aparecen revestidos de recientes capas pictóricas que ocultan otras más antiguas, también de finales del siglo XV, descubiertas parcialmente en 1995 cuando se llevaban a cabo labores de restauración en el edificio. En la cúpula son perceptibles las figuras de dragones entre largas filacterias con inscripciones en letra gótica caligráfica. Torres Balbás y Navarro señalaron la existencia de una tabla pintada con el martirio de san Sebastián quizá perteneciente al desaparecido retablo de cronología incierta. Recientemente Pilar Silva ha sugerido la hipótesis de que perteneciera al documentado retablo encargado al pintor Bernaldino, instalado en Santa Gadea del Cid (Burgos) hacia 1487.