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Vista general de Guimerà y su castillo

Identificador
25109_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.564537, 1.185395
Idioma
Autor
Nuria Montoya Vives
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Villa y Castillo de guimera

Localidad
Guimera
Municipio
Guimera
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Villa y castillo de Guimerà

Descripción

GUIMERÀ

La villa de Guimerà, situada en la ladera meridional de una colina, junto al cauce del río Corb, dista unos 65 km de la capital, desde la que se llega por la autovía A-2 hasta Tàrrega y, después, por la carretera C-14 en dirección Sur. Recorridos unos 9 km se ha de tomar la L-241 que llega a Guimerà. En la entrada de la localidad, tomando un desvío a la izquierda, unos indicadores marcan el camino de acceso al castillo y hacia el santuario de La Bovera. El mismo camino que sube a la fortificación llega a la iglesia parroquial de Santa Maria. La Bovera dista unos 2,5 km del núcleo poblacional.

Villa y castillo de Guimerà

La localidad de Guimerà nació, como muchos pueblos medievales, bajo la protección de  su castillo, construido en la cima de la sierra, dominando el valle del Corb. Las tempranas construcciones se situaron en la parte más alta, alrededor de la torre. Así, la torre, inicialmente aislada, se fue convirtiendo en un castillo, que en lugar de tener una pequeña capilla, disponía de una iglesia separada, la cual se amplió en el siglo xiv. Bajo el amparo del castillo, la villa fue creciendo rápidamente, y las nuevas edificaciones ocuparon niveles inferiores de la ladera sur, hasta llegar a la zona de cauce.

 

El topónimo Guimerà tiene un origen germánico, pues derivaría de Wigmar o Wigmarane que significa “famoso guerrero”. Probablemente, su nombre latinizado Vimaranus acabaría transformándose en Guimerà. La tradición oral relaciona la existencia de este caballero germánico con el primer señor del castillo, aunque no se conserva documentación al respecto que permita confirmar o desmentir este aspecto. La población de Guimerà se originó alrededor de 1038, cuando los nobles vasallos del conde de Barcelona ocuparon estas tierras, que se encontraban bajo el dominio islámico. Al encontrarse en una zona fronteriza, ya desde el inicio se construyó una torre de vigilancia situada en el punto más elevado, para controlar el paso del río. Los primeros documentos que hacen referencia a Guimerà se remontan a la primera mitad del siglo xi, entre 1025 y 1050, y en ellos consta la existencia de una parroquia perteneciente al obispado de Vic. Según la bula papal de Anastasio IV, expedida en 1154, Guimerà fue una de las parroquias que pasaron del obispado de Vic a formar parte del de Tarragona. La repoblación se realizó a un ritmo lento hasta que la toma de las ciudades musulmanas de Balaguer (1106), Tortosa y Lleida (1148-1149) favoreció el clima de estabilidad necesario para el crecimiento de la ciudad.

 

Los primeros señores de Guimerà pertenecieron a la familia Cervelló. Hug de Cervelló, arzobispo de Tarragona, en su testamento de 1171 dejaba a su hermano Guillem de Camarasa el territorio de Guimerà. A su vez, un año después, Guillem lo cedía a su esposa e hijo, Berenguera y Ramon de Ódena, hasta que su hermano Guerau Alemany de Cervelló no hubiese saldado una deuda de ciento diez maravedíes. Durante estos años, el dominio de Guimerà fue heredado por distintos miembros de la misma familia Cervelló hasta que en 1220, Guillem lo vendió a Guerau Alemany por seiscientos maravedíes. Los Alemany fueron los grandes promotores de Guimerà durante los siglos xiii y xiv. Durante su dominio se amplió la fortaleza, se fundó una capellanía en la capilla del castillo y se empezó la construcción del templo parroquial en el otro extremo de la cima. El florecimiento económico del municipio se vio propiciado por el establecimiento de un mercado semanal, otorgado por el rey Jaime II por petición del señor Ramon Alemany, en 1294. El siglo xiv fue muy importante para la vida del municipio, ya que los señores se emparentaron con la monarquía. La unión de Francesca Alemany, heredera del castillo, con Felip de Castre, bisnieto del rey Jaime I el Conquistador, establecía el inicio de una nueva dinastía, los Castre. Por aquellas fechas se construyó una nueva iglesia y el campanario, y se reforzó la muralla, de la cual actualmente se conserva un muro que une castillo e iglesia. A finales del siglo xiv, los señores de Guimerà pasaron a ser de la familia Pinós, por medio del matrimonio de Bernat Galceran de Pinós con Aldonça de Castre y de Alemany.

 

La población de Guimerà conserva todas las características de una pequeña villa medieval. Sigue el modelo de ciudad nuclear, es decir, su urbanización se realizó alrededor de un núcleo situado en un punto dominante, en este caso el castillo, la antigua torre vigía. La propia orografía condicionó el crecimiento de la trama urbana. Desde ese el castillo, las nuevas edificaciones ocuparon distintas terrazas descendiendo en altura. Por este motivo las calles principales siguen las curvas de nivel, mientras que callejuelas, mucho más estrechas y con una gran pendiente, permiten salvar el desnivel. Las casas pueden tienen salida a una calle por la entrada principal y a otra de nivel superior por las buhardillas. Otra característica de Guimerà son los tramos de calle que quedan cubiertos por las propias casas. Esta morfología de escaleras de piedra, pasos estrechos, calles empinadas, arcos y cobertizos son las propias de la estructura urbanística medieval.

 

Se han establecido cuatro etapas constructivas diferenciadas, la primera de las cuales abarcaría los siglos xi y xii. Durante esta temprana etapa se construiría el castillo a partir del primer edificio defensivo del siglo anterior, que, junto a la iglesia primitiva, formarían el núcleo primigenio del pueblo. En el siglo xii surgió la primera callejuela alrededor de la torre, la calle Montserè, el primitivo camino de ronda. En una segunda fase, iniciada en 1326, se sustituyó la iglesia por la actual. A principios del siglo xiv se amplió la zona amurallada, y, a finales del esa misma centuria, se rehizo la muralla y se unieron el castillo y la iglesia con una torre de base cuadrada que vigilaba el recinto, y se abrieron las puertas de levante y poniente. Las casas se fueron construyendo apoyadas en la muralla. Un elemento clave en el desarrollo del municipio fue la instauración del mercado a finales del siglo xiii, el cual se celebraba en la plaza mayor, el lugar donde confluyen las entradas del pueblo, las calles Major y de la Font. En esta misma plaza estaba la casa de la villa, el matadero, las carnicerías y a poca distancia la capilla dedicada a san Esteban y el llamado hospital de los Pobres. Con la consolidación del mercado semanal y el aumento del comercio, se propició la creación de una feria anual a instancias de Bernat Galceran de Pinós en 1417.

 

La torre de vigía conservada es el elemento más característico de lo que fue la fortaleza de Guimerà. Probablemente, se alzó sobre los restos de época iberorromana cuando se aprovechó la situación estratégica del lugar. Esta fortificación formaba parte de una red de torres de vigilancia que servían para controlar las principales vías de comunicación. En el extremo meridional del municipio se han localizado los vestigios de la torre de Muntdessó o Ravinagre, que controlaba el camino que enlazaba Guimerà con la Pobla de Ferran y Passanant y que podía comunicar con el camino real.

 

La torre de Guimerà ha sido consolidada y rehabilitada en los últimos tiempos. En 2001 se añadió toda una estructura interior para facilitar el acceso al punto más alto. Estas obras han modificado sustancialmente la morfología de la torre que estaba marcada por los infortunios de las guerras y del paso del tiempo, y por desgracia han cubierto la estructura de la torre visible hasta el momento de la restauración. Se sabe que en 1835 se mantenía en pie, ya que durante la primera guerra carlista la torre albergó a medio millar de soldados en su interior. Fue entonces cuando se derrumbaron parte de las paredes y de la muralla. A finales de esa centuria se conservaba el muro meridional con cuatro contrafuertes, dos ventanales y una torre oriental que unía el castillo con la iglesia. Debido a las grietas y a la lluvia, en 1905 se partió la torre.

 

La actual torre de Guimerà es de planta circular, mide unos 20 m de alto y 6-8 m de diámetro, y se asienta sobre la roca madre. La puerta de entrada, una abertura con un arco de medio punto, se sitúa a poniente, a 6,30 m del nivel del suelo. En ese punto, los muros tienen un grosor de 2,40 m, mientras que en el resto varían entre 1,5 m y 2,5 m. Los muros están formados por dos paramentos, interior y exterior, realizados con un aparejo compuesto por sillares bien trabajados y de dimensiones bastante homogéneas, dispuestos en hiladas uniformes. En medio de ambos se utilizó, como era habitual, relleno de argamasa con fragmentos líticos, mortero de cal y arena. Varias hileras de mechinales se distribuyen por el liso paramento exterior de la torre. La estructura se dividía en distintos niveles: un sótano o bodega, la planta de acceso, la superior, un techado intermedio y un terrado. El sótano funcionaba de almacén para almacenar comida y otras provisiones. Situado en el subsuelo, presenta una forma cónica y es de un tamaño considerable, unos 2,20 m de diámetro por 3,75 m de altura. La comunicación entre estos espacios a distintas alturas se realizaba mediante escaleras de madera. En cambio, para acceder a la torre desde el exterior se hacía por medio de escala de cuerda.

 

La torre de vigilancia es la estructura que mejor se ha conservado, y contrasta con el estado ruinoso del resto de las estancias del castillo que se encuentran a su alrededor. En la zona oriental del conjunto se distinguen dos almacenes de forma circular que conservan en su interior baldosas barnizadas que se usaban para almacenar líquidos, y un complejo de recintos rectangulares que debían de ser estancias de la fortaleza. En algunos puntos se conserva el pavimento original. En la zona septentrional, se observan los cimientos y restos de los contrafuertes y muros del edificio medieval. En la zona occidental, se hallan más estancias que se extienden por el terraplén hasta llegar a la plaza de la iglesia.

 

La tradición popular asimilaba el castillo de Guimerà con la representación pictórica del retablo gótico de la Bovera, del pintor Francesc Solives, en el que aparece como fondo en tres de sus nueve escenas, concretamente: en la Crucifixión, el hallazgo de la Virgen de la Bovera y la Resurrección. En las tres se incluye en el paisaje un majestuoso castillo formado por once torres principales y una zona completamente amurallada. Sin embargo, la idea de que la fortaleza de Guimerà (o también de la vecina Ciutadilla) hubiese sido el modelo de inspiración para este pintor parece poco probable. De acuerto con los inventarios notariales de protocolo custodiados en la parroquia, en 1402, el castillo presentaría la siguiente distribución interna: después de la puerta de entrada había una patio descubierto o patio de armas donde estaba la cisterna y el lavadero, contaba con numerosos almacenes y espacios para guardar alimentos, entre ellos una bodega compuesta por dos depósitos, dos recintos para custodiar cereales y fruta, un aljibe para el aceite y un establo para los animales. En el entresuelo estaba el amasadero. En el piso principal había ocho habitaciones, el comedor, la cocina, la despensa y el salón. Las ropas se guardaban en el desván. Las ventanas de la torre eran geminadas, con capiteles esculpidos con decoración floral o geométrica.

 

Las últimas excavaciones arqueológicas han permitido conocer la fisonomía del castillo durante los siglos xviii y xix, en los cuales pasó de desempeñar una función defensiva a una residencial, para terminar como infraestructura agropecuaria. Esto se hace evidente con la presencia de puertas y arcos tapiados, aberturas de nuevas puertas distintas a las originales, muros reparados y nuevas construcciones.

 

Elementos descontextualizados del castillo

 

En el Museu de Guimerà, también conocido como la Cort del Batlle, que se encuentra situado en la plaza Major, se custodian ciertas piezas descontextualizadas procedentes de diversos edificios de la población, como el castillo, la iglesia de Santa Maria, el santuario de la Bovera y el conjunto cisterciense de Vallsanta. Los hallazgos proceden en su mayoría de las excavaciones que se realizaron durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo xx cuando un grupo de escolares del municipio recuperaron parte del patrimonio arquitectónico de los principales edificios históricos de la villa.

 

Procedentes del castillo de Guimerà se encuentran unos fragmentos de molduras con decoración de puntas de diamante, así como un capitel que conserva parte del fuste de su columna. Sus cuatro caras están decoradas con motivos geométricos y vegetales. En dos de ellas aparecen sendas flores hexapétalas inscritas dentro de un arco, y en las otras dos, otras dos de cuatro pétalos lanceolados.

 

Texto y fotos: Nuria Montoya Vives

 

Bibliografía

 

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