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Vista desde el suroeste

Identificador
09513_03_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Augustín Gómez Gómez,José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Cristóbal

Localidad
Villarías
Municipio
Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SAN CRISTÓBAL, que Madoz llama de Santiago Apóstol y Pérez Carmona de Santa Marina, es un pequeño edificio levantado a base de sillería arenisca bien escuadrada y de mampostería del mismo material, donde se aprecia la típica estructura original románica de ábside semicircular, presbiterio recto -ambos de sillería- y sencilla nave, a todo lo cual se adosó en épocas posteriores otra nueva nave meridional y una espadaña. Recientemente el conjunto ha sido desprendido de otra serie de estructuras como el pórtico, el acceso a la espadaña y una dependencia septentrional. En el exterior el antiguo edificio románico presenta el muro del hemiciclo articulado en tres paños, a través de dos columnas entregas que se interrumpen casi en el alero y se rematan bruscamente, sin capiteles o impostas. Estas columnas se elevan sobre alto podio, con basas formadas por plinto y escocia entre doble toro, rematado el primero con lengüetas o bolas desgastadas. En el paño central se abre una ventana formada por estrecha saetera enmarcada en arco de medio punto con dos arquivoltas y chambrana, decorándose la rosca interior con sogueado, la exterior con rombos que alojan cuadrifolias, y el guardapolvo con ajed rezado. Tales arquivoltas apoyan en una larga imposta que hace además función de cimacio de las dos columnillas acodilladas, de basas áticas con lengüetas, sobre plinto, fustes monolíticos y capiteles vegetales de hojas planas rematadas en caulículos de los que penden bolas o trifolias. Su estructura y especialmente la decoración de los arcos están muy próximas a las de otros notables ventanales de la comarca, como son el de El Almiñé y el de Tartalés de los Montes. El alero está formado por una cornisa con un perfil biselado, soportada por canecillos lisos y simples, de cuarto de bocel, de inequívoca cronología gótica y sin duda producto de una reforma. Dos altas pilastras con imposta central dan paso al cortísimo presbiterio, que sólo se puede apreciar en la fachada norte, puesto que en la meridional queda cubierto por la espadaña. Con la misma anchura y altura que el ábside, su paramento es sencillo y ciego, rematado en un alero que no es sino una prolongación del absidal. De la nave original románica quizá sólo sobreviva su muro septentrional, donde ya se aprecia un cambio de fábrica, desapareciendo la sillería, que es sustituida por una menuda mampostería, sin que tampoco se conserve rastro del alero. La fachada sur sin embargo ha desaparecido, puesto que en época posmedieval se añadió ahí otra nave, a cuya nueva fachada se desplazó la portada antigua, cuya explícita estructura destaca sobre la línea de paramento. Es un sencillo arco doblado, de medio punto, con las dovelas exteriores decoradas con sutil sogueado y las interiores lisas, apoyando el conjunto en pilastras dobles rematadas con impostas achaflanadas, las occidentales portando además medias bolas. Como testero de esta nave gótica se encuentra la espadaña, de sillería, siguiendo el típico esquema de origen románico de cuerpo inferior macizo, campanario de doble tronera y remate a piñón con otra tronera de menor tamaño. Sin embargo en este caso su fábrica es claramente posmedieval, quizá barroca. En el interior del templo, destaca la limpia factura de la cabecera románica, que muestra sus desnudos muros de sillería libres de revocos, tan sólo alterados por el moderno ventanal que se abrió en el flanco sur. El hemiciclo presenta una imposta achaflanada que recorre el tercio inferior del muro, aunque sin duda en origen quedaba a bastante mayor altura, lo que da a entender sin ningún género de dudas que la cota del suelo original queda muy por debajo de la actual. Sobre esa moldura se dispone el ventanal románico, con la saetera abocinada que repite en todo punto la estructura y decoración vista en el exterior, tanto en las dovelas como en el único capitel conservado, puesto que el meridional ha sido sustituido por un sólido capaz. Sobre ella, el muro se corona con otra imposta, ahora de nacela, de la que arranca la bóveda de horno, cuyas hiladas superiores son de toba. El paso del ábside al presbiterio se hace mediante un arco fajón de medio punto, de rosca única, apoyada en semicolumnas de capiteles decorados. El del lado sur muestra similar composición vegetal que los de la ventana del testero, esto es, anchas hojas lisas con grandes bolas colgantes ocupando los ángulos, tras las que se elevan otras cuyos extremos rematan en caulículos, flanqueado todo por delgados y alargados tallos en algún caso parcialmente helicoidales. El septentrional, muy tosco, con hojas colgando de los ángulos superiores, representa a dos aves, que quieren ser águilas, flanqueando a una liebre, por lo que cabe suponer que estarían en actitud de ataque, aunque los pobres recursos del escultor dejaron totalmente inerte un episodio que debiera mostrar gran movimiento. Los cimacios son de nacela, coincidiendo en altura con la imposta que da paso a las bóvedas, como por otro lado es norma común. El presbiterio, coronado por bóveda de cañón, igualmente con las hiladas superiores en toba, muestra en su muro meridional otra ventanita como la del testero, aunque en esta ocasión se han perdido por completo las dos columnillas, que recientemente han sido sustituidas por simples volúmenes. Su funcionalidad desapareció cuando posteriormente se adosaron las nuevas estancias en la fachada sur. El arco triunfal, de medio punto y doblado, apoya en semicolumnas adosadas a pilastras, con capiteles que repiten la misma decoración y disposición que los situados entre ábside y presbiterio, es decir, cesta vegetal al sur y águilas atacando a una liebre o conejo en el norte. En cuanto a la nave, como sucedía en el exterior, no conserva restos románicos evidentes, por lo que es difícil saber si realmente la caja corresponde a época románica o fue sustituida en época posterior. En principio el cambio de fábrica, de sillería a mampostería, no debe decir nada puesto que es muy común que templos románicos que presentan la capilla mayor de sillares tengan una nave mucho más pobre. Más significativo es el hecho de que en la fachada de poniente haya una continuidad de fábrica entre la nave norte, que es la románica, y la sur, renovada después, con lo que debiera verse bien la línea de unión entre ambas. Estamos pues ante un edificio que se levanta como pequeña iglesia rural en época románica, seguramente hacia las postrimerías del siglo XII, según se desprende por los citados paralelos con El Almiñé o Tartalés de los Montes. Una importante renovación se lleva a cabo seguramente en el siglo XVI, momento al que corresponderían al menos el alero de la cabecera y la nueva nave sur con su correspondiente ábside cuadrado, con las dudas respecto a la nave norte arriba manifestadas. Algunos de los rasgos de esta obra son renacentistas, como ocurre con los arcos que separan las naves, pero otros, como los canes que se incorporan en la cabecera románica, o el nuevo ábside, siguen aún en la tradición gótica. Finalmente se añadiría la espadaña, aunque lo más probable es que el campanario actual sustituya a otro anterior, contemporáneo de la nave sur.