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Vista general de Santa María de Viu de Llevata

Identificador
25173_19-001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.3695, 0.8124
Idioma
Autor
Nuria Otero Herráiz
Juan Antonio Olañeta Molina
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa María de Viu de Llevata

Localidad
Viu de Llevata
Municipio
El Pont de Suert
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa María de Viu de Llevata

Descripción

EL PONT DE SUERT

Iglesia de Santa Maria de Viu de Llevata

El núcleo de Viu de Llevata, que se encuentra en el valle de Viu, aunque tuvo antaño su propio término municipal, actualmente pertenece a El Pont de Suert, localidad desde la que se llega tras recorrer 11,2 km por la carretera N-260 en dirección a La Pobla de Segur.

 

La primera mención de una iglesia en el término de kastro Vivitano se remonta a 946, momento en que Ató, obispo de Pallars, consagró una dedicada a san Juan, que era un pequeño priorato benedictino dependiente del monasterio de Santa Maria de Lavaix. Tradicionalmente, se había asociado este templo de Sant Joan de Viu con una construcción desaparecida hoy en día, anterior a Santa Maria, que habría ocupado su mismo solar. Actualmente, dicha hipótesis ha sido prácticamente desestimada, pues se considera que las ruinas de Sant Joan se encontrarían fuera del núcleo urbano. Se desconoce, sin embargo, si hubo alguna construcción que ocupara el solar de la iglesia parroquial de Santa Maria, puesto que no se han realizado intervenciones arqueológicas que permitan determinar la secuencia de ocupación del enclave. El castillo y el lugar de Viu fueron objeto de disputa entre los dos condados de Pallars. En 1064 los condes de Pallars Sobirà, Artau I y Llúcia, vendieron el castillo de Viu a su primo Ramon V de Pallars Jussà y su esposa Valença. El hijo de estos, el conde Bernat Ramon I de Pallars Jussà, lo infeudó a los barones de Erill. En 1167, Ramon III Pere de Erill contrajo matrimonio con Agnès, hermana del conde de Pallars Artau IV, quien aportó como dote el castillo y el lugar de Viu. La dinastía asentada en la localidad de Erillcastell, mantuvo su jurisdicción sobre Viu hasta 1831.

 

Se consideraba que la iglesia de Santa Maria de Viu de Llevata fue consagrada el 28 de noviembre de 1108, es decir, a cuatro días de las calendas de diciembre, por Ramón, obispo de Roda y Barbastro, quien dedicó la iglesia a santa Maria y colocó en su altar reliquias de san Albino. El acta de consagración fue hallada en 1972 en una lipsanoteca que se encontraba en el interior del altar, sin embargo la historiografía dio por cierta una trascripción errónea del documento original. En 2008, J. Bellmunt detectó en la documentación histórica dos fechas de consagración distintas, hecho que motivó la revisión del pergamino. Dicho análisis permitió establecer que la consagración de la iglesia tuvo lugar cuatro días antes del idus de diciembre, es decir el 10 de diciembre de 1108.

 

En los años sesenta del siglo xx, el sacerdote Joan Mora, junto a una serie de entusiastas vecinos, promovieron diversas iniciativas para la recuperación del templo, cuya bóveda por aquel entonces amenazaba ruina. Gracias a ello se pudieron efectuar obras de restauración y mantenimiento. En 1992, se acometió una segunda fase restauradora que concluyó en 2004, cuyos trabajos, consistieron, principalmente, en la consolidación de la bóveda, la eliminación del sobrealzado del ábside, la reconstrucción de las cubiertas con teja árabe, la supresión del encalado que recubría las paredes y la supresión  de una capilla adosada al muro sur de la iglesia.

 

El edificio presenta una planta compuesta por un ábside semicircular, precedido por un corto espacio presbiterial, y una sola nave rectangular, a la que, en su lado noreste se le adosó una torre campanario cuadrada. En el centro del liso paramento exterior del ábside se abre una alargada ventana de arco doblado de medio punto y derrame simple hacia el interior. Este lienzo está coronado por un friso de dieciséis arquillos ciegos, bastante profundos, apoyados en ménsulas en caveto, los cuales enmarcan unas piezas semicirculares monolíticas. Sobre este friso discurre una moldura biselada. Mientras que el muro septentrional es totalmente liso y carece de cualquier elemento ornamental, el meridional ofrece una estructura bastante más compleja. En sus extremos presenta sendos machones, los cuales, junto con el cuerpo saliente donde se abre la portada, delimitan dos tramos lisos que están coronados con sendos frisos de once arquillos ciegos el oriental y diez el occidental, de similares características que los del ábside. Mientras que el tramo del lado este –en el que se encontraba adosada la capilla eliminada– se halla una alargada ventana de arco doblado de medio punto monolítico –fracturado en dos partes– y derrame simple hacia el interior, el del lado oeste cuenta con una puerta de arco de medio punto, elevada respecto al nivel actual del suelo.

 

La portada se encuentra, como ya se ha comentado, en un cuerpo saliente en el centro de la fachada sur. Está formada por un arco de medio punto enmarcado por cuatro arquivoltas que, del interior al exterior, son: una de grueso bocel, la siguiente escuadrada con la arista abocelaba, la tercera con decoración de taqueado y la última totalmente lisa. Mientras que la segunda y la cuarta, al igual que el arco interior, se apoyan en jambas, la primera y la tercera lo hacen sobre columnas de fuste liso rematadas en capiteles de cuerpo troncopiramidal invertido, astrágalo y ábaco liso, con decoración esculpida. Los dos exteriores presentan motivos vegetales a base de palmetas que, en el del lado este, con un tratamiento más esquemático, están acompañadas por sendas parejas de caulículos cruzados terminados en espiral. Por el contrario, los dos interiores incluyen motivos figurativos. En el del lado oeste, sendos cuadrúpedos, posiblemente leones –uno de ellos parece llevar melena–, situados simétricamente ocupando cada una de las caras de la cesta, elevan una de sus patas delanteras y giran bruscamente sus alargados cuellos para dirigir sus fauces hacia el centro de la composición, donde se halla una deteriorada forma con dos agujeros que podría haber sido una cabeza humana, a la cual parecen estar lamiendo. Se ha relacionado esta pieza, sobre todo por su composición, con la escultura rosellonesa y la de la catedral de La Seu d’Urgell y Santa Maria de Gerri de la Sal. Si bien, efectivamente, en las portadas de estos dos últimos edificios se encuentran sendos capiteles en los que un personaje, representado de cuerpo entero –un simio en la seo urgelitana–, es flanqueado por dos leones que adoptan una posición y gestualidad muy similares a las de Viu de Llevata, las presuntas reminiscencias rosellonesas parecen más cuestionables. También se pueden incluir en la relación de paralelismos próximos un capitel de la portada de la Nativitat de la Mare de Déu de Durro, en el que los leones, en idéntica postura, no acompañan a ningún personaje, y otro de la de Santa Maria de Cóll, en el cual, al igual que sucede en Gerri de la Sal, probablemente, se represente a Daniel en el foso de los leones. Dado que en la cesta de Viu de Llevata el presunto personaje aparece tan sólo representado con la cabeza, puede desestimarse que ésta sea su interpretación, por lo que la vinculación entre estas obras se daría tan sólo en el terreno de lo compositivo. En Viu de Llevata podría estar representándose a un individuo amenazado por los diabólicos leones que, según los Salmos, amenazan con devorar el alma de los fieles. En el cuarto capitel, el interior del lado oriental, una esquemática figura humana, representada de busto, sobresale en la arista de la cesta de entre unos roleos y una carnosa hoja que ocupan las caras de la pieza. El individuo, que apoya sus manos en el astrágalo, cubre su cabeza con una capucha o un gorro frigio.

 

En la restauración de 1992-2004 se eliminó un óculo moderno que estaba situado justo encima de la portada, y se colocó en su lugar el crismón que, de una forma bastante inestable, ocupaba parte del orificio que había sobre dicho vano. El monograma del nombre de Cristo es circular, y, además de las habituales x, p, alfa y omega, estas dos últimas colgadas de los brazos superiores de la x, incluye una s, casi borrada, que es la característica principal de los crismones pirenaicos. Atraviesa horizontalmente el centro de la figura un trazo que, junto al brazo vertical de la p, forma una cruz. En una fotografía de Santa Maria de Corroncui, realizada por C. Rocafort en 1903, así como en un dibujo publicado en el Butlletí del Centre Excursionista de Catalunya, se observa que sobre la portada había un crismón, hoy en día desaparecido. M. Macià, teniendo en cuenta que en fotografías antiguas de la portada de Viu de Llevata no aparecía el crismón que hemos descrito, ha planteado la posibilidad de que dicha pieza procediera de Corroncui. Esta misma propuesta fue planteada un poco antes, aunque en una obra inédita, por F. Matarredona.

 

La fachada occidental, cuyo hastial triangular sobresale sobre la cubierta a dos aguas de la nave, es completamente lisa, y en ella se abre una alargada y estrecha ventana con derrame simple hacia el interior, donde está formada por un de arco de medio punto. Adosado al muro norte se halla una torre campanario de planta cuadrangular en su parte baja, que pasa a ser octogonal en su mitad superior. Este segundo cuerpo fue añadido en las reformas acometidas en época moderna, momento en el que también se aumentó el grosor de los muros del nivel inferior, para dotar de una mayor estabilidad a la estructura. El acceso al campanario se realiza por una puerta situada junto al presbiterio, en el muro norte, que conduce a una escalera de caracol. En las caras este y oeste del cuerpo inferior se abren sendas ventanas rectangulares que, en la mencionada reforma, reaprovecharon los vanos anteriores.

 

El aparejo utilizado en el lienzo absidal está compuesto por grandes sillares, bien trabajados, escuadrados y pulidos, dispuestos en uniformes hiladas horizontales, que se alternan con otras de sillares de menores dimensiones, también bien labrados, de forma alargada en su mayor parte. El tamaño de los sillares se reduce en la mitad superior del paramento, en la que son más homogéneos. En el muro sur también se utilizan sillares bien labrados, que en la parte inferior son de mayor tamaño, si bien, en este caso, no se aprecia la alternancia de hiladas que se da en la parte inferior del ábside. En algunas partes del muro se encuentran unos mechinales, especialmente en su tramo occidental, en donde están dispuestos en tres series horizontales. En este mismo lienzo meridional se observa como el aparejo de las hiladas inferiores, por debajo de la base de las dos puertas, es bastante más tosco, lo que es indicio de que, posiblemente, el nivel del suelo estaría más elevado y, por ejemplo, no serían necesarias las escaleras que actualmente hay que subir para acceder al interior por la portada principal.

 

En el interior, el ábside se cubre con la habitual bóveda de cuarto de esfera y la nave con una de cañón reforzada por dos arcos fajones, apoyados en semicolumnas, los cuales determinan tres tramos. El espacio presbiterial que facilita la transición entre el ábside y la nave, ésta de mayor anchura, está cubierto por una corta bóveda de cañón. Por la base de las bóvedas, incluida la cuenca absidal, discurre una imposta biselada. Parte del muro norte se apoya directamente sobre el saliente rocoso, que queda a la vista, y otra parte, en el tramo central, cuenta con un doble zócalo. En el espacio que se forma entre el arco presbiterial y la bóveda de la nave, se abre un pequeño óculo.

 

Las dos semicolumnas sobre las que se apoya el arco fajón occidental están rematadas por unos capiteles con una tosca decoración esculpida. En el del lado norte aparece un individuo erguido, con grandes pies, que eleva los brazos, posiblemente en actitud de orante, flanqueado por dos cuadrúpedos que le dan la espalda, quizás rampantes, con el cuerpo curvado. Podría estar mostrándose la condena de Daniel al foso de los leones, en la cual el profeta adopta una posición orante, la cual, a diferencia de la tradición iconográfica anterior, no es la habitual en la figuración románica. Aunque se han planteado paralelismos compositivos con un capitel del interior de Santa Maria de Gerri de la Sal, los mismos no pasan de ser los habituales en las representaciones de personajes entre leones. Sin embargo, existe una pieza, que también se caracteriza por su tosca talla, en la tanto el personaje central, como los leones que le flanquean, adoptan posturas idénticas a las de Viu de Llevata. Se trata de una basa del interior de la iglesia del monasterio de Santa Maria de L’Estany (Bages). El capitel situado en el lado opuesto está decorado con motivos geométricos muy esquemáticos, de difícil interpretación. El centro de la cesta está ocupado por una forma con tres lados curvos y el superior recto, mientras que de las esquinas cuelgan unos volúmenes en forma de pera. En tres de las basas de las semicolumnas se observa también decoración escultórica, dos con motivos geométricos y una, la del lado sur del arco fajón oriental, con una tercera figura humana con los brazos elevados y vestida con túnica larga, de cuyos costados arrancan una forma circular y otra alargada. ¿Podría ser una mujer cuyos pechos están siendo mordidos por un sapo y una serpiente? De ser así, se insertaría en la temática de carácter moral que parece apreciarse en la ornamentación figurativa del templo, tanto en la interior, como la de la portada, y presentaría un contraste entre el ejemplo moral que representa Daniel, que por sus virtudes y fe salió vencedor de los leones, frente a la mujer, que es castigada por haber caído en el pecado, posiblemente la lujuria. El aspecto arcaizante de esta decoración del interior del templo ha llevado a plantear la posibilidad de que las basas y los capiteles hubieran sido reaprovechados de un edificio anterior, para el que, incluso, se ha propuesto un posible candidato, el desaparecido priorato de Sant Joan de Viu, hecho que no ha podido ser contrastado arqueológicamente.

 

A los pies del templo, se construyó en época moderna un coro elevado que fue eliminado en la restauración de 1992-2004, y del que han quedado como vestigios los orificios de la pared donde se apoyaban sus vigas.

 

Algunas características del edificio apuntan a una fecha de construcción coherente con la consagración documentada en 1108, a comienzos del siglo xii, si bien, la portada, podría haber sido añadida en la segunda mitad de dicha centuria. Por lo que respecta a la escultura de las basas y capiteles del interior, además de su arcaizante estilo, el hecho de utilizar modelos iconográficos ya superados en época románica, como el Daniel orante, apuntan a que su datación podría ser anterior, y situarse, incluso, en el siglo x.

 

Lipsanoteca

 

En 1972, en el transcurso de unas obras de mantenimiento, apareció en el interior del altar una lipsanoteca tallada en madera, de corte rectangular y con tapa deslizante, que contenía reliquias de san Albino y el pergamino original del acta de consagración de la iglesia. Ambos objetos fueron salvaguardados en la rectoría de El Pont de Suert para ingresar finalmente, después de su autentificación, en el fondo del Museu Diocesà i Comarcal de Lleida, donde actualmente se encuentran expuestos recreando su posición original en un altar románico y siendo su número de inventario el 3454.

 

 

 

Texto y fotos: Juan Antonio Olañeta Molina/Nuria Otero Herráiz - Planos: Xavier Gil Piqué

 

Bibliografía

 

AA. VV., 2010, pp. 536, 566 y 900; Bellmunt i Figueras, J., 1990, pp. 317-318; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVI, pp. 176-181; Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI, 2, pp. 403-406; Matarredona Sala, F., 1994, pp. 56 y 217; Olañeta Molina, J. A., 2017, III, ND-142; Ordeig i Mata, R., 1993-2004, III, pp. 50-51; Puig i Cadafalch, J., Falguera, A. de y Goday, J., 1909-1918, III, pp. 129-130; Puig i Ferreté, I. M., 1984. pp. 66-67 y 75; Rocafort i Sansó, C., s. d., pp. 872-876; Rocafort i Sansó, C., 1991, pp. 110-114; Sánchez i Vilanova, L., 2008b, pp. 71-73.