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Vista general de la ermita

Identificador
09143_04_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de La Inmaculada Concepción

Localidad
Tablada del Rudrón
Municipio
Tubilla del Agua
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EN UN BREVE ALTOZANO a la entrada del pueblo desde Tubilla del Agua se sitúa la ermita de La Concepción, modesto edificio de mampostería del que se conserva la breve nave muy -si no absolutamente- reconstruida, cerrada abruptamente al este en moderna sillería y carente de la primitiva cabecera. En el centro de la actual nave quedan vestigios del basamento circular sobre el que apoyaba la pila bautismal, que quizá corresponda a la actualmente conservada en la parroquial. Reutiliza el edificio la primitiva cornisa con perfil de nacela, que corona los muros laterales y el tejaroz de la portada, sustentada por una serie de canecillos románicos, lisos y de nacela simple o doble en el muro norte. Los de la fachada principal, en cambio, se decoran con dos rollos enmarcando la nacela, prótomos de animales -entre los que reconocemos un cerdo y un lobo rugiente- un cuadrúpedo en reposo, un reptil y un busto humano, mientras que los que rematan la portada, muy deteriorados, muestran un ave, dos prótomos de animales, una tosca cabeza masculina de aspecto grotesco y decoración geométrica. En el interior de la ermita, sustentando las vigas del coro que ocupa el fondo de la nave, se reutilizaron otros tres canecillos con perfil de nacela y decoración geométrica, salvo uno, con un barrilillo. En el hastial occidental de la ermita se dispone, en torno a una estrecha saetera, una remontada ventana de arco de medio punto doblado, en la que sólo los capiteles y el arco interior, moldurado con un fino baquetón en la arista, pertenecen a la obra románica. Apea el arco, sin interposición de cimacios, en una pareja de capiteles que coronaban columnillas acodilladas, cuyos fustes y basas se han perdido. En la cesta del lado izquierdo se disponen tres personajes formando una enigmática escena, con dos de ellos de pie, el izquierdo tocado con una especie de bonete y ataviado con corta saya y manto, uno de cuyos pliegues recoge con su diestra, mientras parece dirigir su otro brazo, fracturado, hacia la cabeza de la figura central. Ésta, lamentablemente descabezada, viste ropas talares, porta un manípulo en su muñeca izquierda y alza ante su compañero un muy perdido objeto cilíndrico, quizá un cirio; tras él, y en una forzada y grotesca contorsión, se dispone un tercer personajillo, aparentemente desnudo. Con todas las reservas posibles, quizá nos encontremos ante una escena de exorcismo. En el capitel derecho se recurrió al tema del personaje dominando leones, en este caso afrontados y compartiendo cabeza en el ángulo de la cesta. Otro pequeño relieve, arbitrariamente incrustado en el paramento del hastial, al norte de esta ventana, muestra un personajillo barbilampiño y con cabellera partida en actitud frontal, ataviado con sayón y capa. La talla en reserva, las desproporciones, los arbitrarios plegados “en uve” y la escasa definición, nos ponen de manifiesto los menguados recursos técnicos del escultor. Sin duda es la portada meridional, abierta en un antecuerpo de sillería, el elemento más destacado del conjunto. Se compone de arco de medio punto cerrado, sin embargo, con un tímpano levemente apuntado, de cuya interesante iconografía nos ocuparemos más adelante, y tres arquivoltas, rodeadas por chambrana con cruces inscritas en clípeos separadas por vástagos anudados de puntas avolutadas que imitan labores de forja, motivo que encontramos con similar tratamiento en una ventana del ábside de Castrillo de Riopisuerga, en un cimacio del arco triunfal de Fuenteúrbel y en un fragmento de Boada de Villadiego. El arco decora su rosca con una serie de flores de cuidada factura -idénticas a otras del ábside de Castrillo de Riopisuerga-, la primera arquivolta se orna con un grueso baquetón entre dos filas de peltas similares a las de una desmontada ventana de Boada de Villadiego, la segunda recibe un bocel acanalado y con gruesas perlas, y la exterior muestra un triple haz de boceles. Los arcos apean en jambas escalonadas rematadas por imposta de listel y chaflán, que se continúa por el antecuerpo con nacela, y en sus codillos externos se dispone una pareja de columnas de fustes monolíticos, basas de perfil ático muy perdidas y deteriorados capiteles. El del lado izquierdo del espectador, cuyo cimacio se individualiza con palmetas en clípeos, recibe el conocido esquema de los dos rodetes helicoidales de acantos que surgen de un tallo vomitado por mascarón central, en este caso muy perdido y dispuesto en la base del ángulo de la cesta; el modelo, aquí rudamente ejecutado y quizá derivado de los talleres que trabajan en el entorno de Aguilar de Campoo, lo rastreamos en numerosos edificios del sur de Cantabria, norte de Palencia y zona noroccidental de Palencia: Santa María de Piasca, Vallespinoso de Aguilar, Villanueva de Riopisuerga, Barrio de Santa María de Becerril del Carpio, Coculina, Boada de Villadiego, ventana absidal de la cercana iglesia de Bañuelos del Rudrón, etc. En el machón izquierdo de la portada, el sillar inmediato al capitel se labró con un motivo reticulado de triángulos incisos, mientras que en el rasurado capitel derecho apenas si acertamos a reconocer la figura de un destrozado cuadrúpedo. Mayor interés manifiesta el tímpano que preside la portada, no tanto por su calidad plástica, que sigue los mismos patrones de rudeza que el resto, como por el tema escogido. Enmarcado por una fina cenefa de tallo ondulante en cuyos meandros se alojan hojitas lobuladas -la inferior, de tallos trenzados y perlas con puntos de trépano quedó inacabada-, aparece una representación de las Armas Christi o Cristo triunfante mostrando las llagas y acompañado por dos parejas de ángeles con los instrumentos de la Pasión. El tema fue originariamente plasmado en un excepcional capitel del arco triunfal de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, dando lugar a una serie compuesta por otro expatriado capitel de la abadía de Lebanza, un desgastado tímpano hoy empotrado en la base de la torre de San Miguel de Aguilar y otro, descontextualizado, conservado en la renacentista iglesia de San Sebastián de Báscones de Valdivia, cuya más seca talla le aproxima a nuestro ejemplo. En todas las representaciones citadas se repite -con leves variantes- el esquema de Cristo centrando la composición, mostrando las llagas con los brazos alzados y la túnica descubriendo el lado derecho del costado, flanqueado por dos ángeles a su derecha que portan con sus manos veladas la cruz y otros dos a su izquierda mostrando la lanza y la corona de espinas, esta última difícilmente reconocible en nuestro caso debido a la erosión del relieve. Las conexiones citadas nos llevan a datar esta obra, como ya sugiriera Pérez Carmona, en los últimos años del siglo XII o primeras décadas del XIII.