Identificador
31395_03_035
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Carlos Martínez Álava
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Eristain
Municipio
Olóriz
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
ESTE TEMPLO, que se conoce también con la advocación de San Juan Bautista, se localiza en un ámbito campestre, casi idílico, y actualmente lo admiramos totalmente exento. Su exterior, construido en sillarejo, aparece como un largo buque en el que descuella la espadaña a los pies con dos huecos adintelados en lo alto; a media altura se rasga una aspillera ensanchada en la parte superior, y debajo hay rastros de una puerta de medio punto de irregulares y grandes dovelas que hoy está tapiada. El muro norte se muestra como un lienzo corrido, sin ningún tipo de vertebración, con una puerta similar a la anterior, también cegada en la mitad occidental. En la esquina inferior de los pies se encuentra el mencionado sillar con inscripción romana. Algunos canecillos lisos se conservan bajo el alero. La cabecera, sensiblemente más baja que el resto de la fábrica, tiene forma circular y en el centro se abre una rara ventanuca bífora compuesta con piedras reutilizadas. La sacristía oculta el muro sur del ábside. A lo largo del todo el muro meridional de la iglesia se acopló en el siglo XVI un sólido pórtico de piedra, casi de la misma altura, que lo esconde. A través del mismo accedemos a la puerta del templo, que dibuja un arco de medio punto abocinado con la singularidad de que los baquetones que conforman sus cuatro arquivoltas se desarrollan sin interrupción (es decir, sin capiteles ni molduras que marquen la imposta de los arcos) desde una base a la otra. Mide 127 cm de vano y 236 de frente. Se observan restos de policromía. Este formato de portada no es raro en edificaciones tardorrománicas, y en el concreto caso de Eristain parece inspirarse en la del monasterio de La Oliva, que conecta el claustro con la iglesia. Del interior destaca la larga nave de 17,06 m de largo y 4,81 de ancho, sin ninguna articulación y con una interesante y peculiar cabecera parabólica bastante profunda, de menor altura. La nave se cubre con una armadura de madera, mientras que el ábside lo hace con bóveda de horno. Entre la nave y el presbiterio existe un corto tramo con estrecha bóveda de medio cañón apuntado, precedido de un arco asimismo apuntado que descansa en pilastras elevadas desde el pavimento sin ninguna articulación. Al fondo queda el arco de embocadura del ábside, ligeramente apuntado, que descansa en columnas de basa constituida por dos toros y escocia sobre un plinto cuadrangular de escaso desarrollo, con vestigios de bolas en las esquinas. La basa conserva restos de policromía y decoración geométrica incisa. El fuste cilíndrico está formado por tambores, cuatro en la del lado norte y tres en la meridional; creemos que pueden estar reaprovechados. Aunque los capiteles ofrecen distinta temática, participan de una misma plástica simplificadora. El capitel del lado del evangelio presenta en la cara izquierda una rostro oval, en el frente un personaje masculino con libro en las manos (¿representación de un apóstol o evangelista?) y una flor tripétala en la cara derecha, mientras que los ángulos se solucionan con sendas hojas lisas dobles terminadas en pico, que enmarcan una forma oval (se trata de una simplificación de la hoja picuda vuelta en bola, tan habitual en el tardorrománico). Por su parte el capitel opuesto contiene motivos exclusivamente vegetales: una hoja con resalte liso en la cara del presbiterio, un par de tallos avolutados en el frente, que se repite en el lado de la nave, pero en solitario. De cada uno de los ángulos penden un par de piñas. Tanto el personaje como los tallos avolutados parecen una versión tosca y popular de temas vistos en el monasterio de Tulebras y otros conjuntos tardorrománicos navarros. El ara también conserva restos de decoración labrada: una flor de ocho pétalos enmarcada en un círculo adorna el extremo septentrional de su superficie. El interior recibe la luz a través de distintas ventanas abocinadas de medio punto: una en el eje del ábside, otra en el lateral meridional, tres pequeñas abiertas en el muro sur y otra en los pies. En la reciente restauración del templo se han descubierto pinturas murales góticas, vestigios en la nave y más completas en el tramo anterior al presbiterio y en la cabecera. Estos murales ocultan el aparejo en la conexión entre la cabecera parabólica y los arcos que la preceden, lo que nos hurta informaciones de gran interés a la hora de establecer las diferentes fases de la edificación. Trazar la historia constructiva de la iglesia de Eristain resulta muy complejo, pues no responde a los tipos habituales de románico rural navarro, tanto en su estructura como en la distribución del espacio. Sin duda es difícil de clasificar, pues en ella se juntan lo primitivo y lo popular. Iñiguez y Uranga, tras un examen bastante detallado de la fábrica, dedujeron que su planta y muros perimetrales corresponden a época prerrománica, con fechas a caballo entre los siglos X y XI. Pero se reformó a comienzos del siglo XIII, como demuestra el tramo de embocadura del ábside y la puerta actual de acceso, todo ello levantado de acuerdo con el románico tardío. Desde 1992 es Bien de Interés Cultural, y en ese año tuvo lugar una importante campaña de restauración, en la que adquirió su aspecto actual. Como actuaciones más relevantes citaremos la sustitución del cielo raso por la cubierta de madera y el descubrimiento de las mencionadas pinturas.