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Vano del ábside

Identificador
50186_03_014n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 30' 46.59'' , -1º 8' 45.70''
Idioma
Autor
Jorge Arruga Sahún
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Localidad
Navardún
Municipio
Navardún
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
Se trata, junto al cercano castillo, del edificio de mayor importancia del conjunto urbano y, como éste, queda emplazada en la parte superior del pueblo y en uno de los extremos del mismo. Conserva sólo parcialmente su fisonomía románica original, puesto que los muros fueron recrecidos en el siglo XVI para dotar de mayor elevación a la nave y, ya en el interior, se sustituyeron por completo las antiguas bóvedas de medio cañón por las actuales de crucería estrellada a partir del año 1573. Asimismo, en 1585 se inició la ejecución de una sacristía junto a la zona absidal en el lado de la epístola y una torre en el mismo lateral pero ya en la zona de los pies del templo. Estos dos espacios se conservaron hasta fechas muy recientes, ya que su eliminación se produjo como consecuencia de la obra de restauración del año 1964 promovida por Ramón Gudiol Ricart, en aras de una conservación en estilo que pretendió devolver el templo a su estado románico primigenio. A este momento corresponde también la ejecución de la espadaña ubicada en el muro de los pies. La construcción está realizada en piedra de sillería bien trabajada y dibuja una planta rectangular con una única nave que remata con un breve anteábside y un ábside levemente más estrecho semicircular. Se aprecian ligeras variaciones en lo relativo a la altura de hilada de los sillares, oscilando éstos entre los 27-28 cm hasta los 35-36 cm. La longitud total de la planta desde los pies hasta el extremo del vano emplazado en el eje absidal es de 17,3 m, mientras que la anchura de la nave única es de 6,42 m. El alzado exterior es especialmente potente y cumple con los preceptos básicos de la arquitectura románica, alzándose los muros sin interrupción en cuanto al aparejo y desnudos de sistemas de enlucido. El templo posee dos cotas muy diferenciadas, estando la meridional unos tres metros por debajo de la del muro norte. De este modo, la iluminación de la iglesia se produce únicamente por el lienzo meridional, dos ventanales con un breve arquillo de medio punto y la portada de acceso en el lado de la epístola, así como el vano ubicado en el eje en la zona del ábside y otro más ya en el muro recto de los pies. Todos ellos siguen idéntica tipología, a base de una abertura muy estrecha, casi a modo de aspillera, con un rehundido en el grueso del muro y ligero derrame interior. El vano principal, que ilumina la zona del presbiterio, es el único de los cuatro que posee decoración por medio de una moldura que subraya el extradós del arco a base de una sucesión de rosetas rodeadas de estilizados lazos que conforman una suerte de roleos, si bien la mala calidad de la piedra empleada en su talla ha supuesto la casi total desaparición de los relieves en el conjunto del perfil, quedando en varios tramos únicamente suaves ondulaciones. Su fisonomía recuerda poderosamente las formas de otros vanos en iglesias próximas, como la de San Nicolás de Ceñito. Aparecen, asimismo, en todo el aparejo exterior numerosas marcas de cantería, siendo la más repetida una gran B, en ocasiones combinada con una H o T perpendicular. La factura externa de los lienzos cambia a partir de la zona del ábside, quedando patente el recrecimiento en altura del siglo XVI con el fin de dotar a la nave de mayor esbeltez, ya que surge una moldura corrida de clara inspiración clasicista sosteniendo la cubierta a doble vertiente. La volumetría externa se completa con la presencia de seis contrafuertes, tres en cada muro, dos más de refuerzo en las esquinas del muro de cierre a los pies del templo e incluso con dos pilastras que apenas si rompen la uniformidad del lienzo en la zona del ábside. Muy probablemente en origen estos robustos tramos de refuerzo tuvieran correspondencia interior con pilastras adosadas empleadas como asiento de los arcos fajones, si bien el cambio de cubiertas las convirtió en obsoletas y hoy en día no se conservan. Estos dos últimos elementos apilastrados que se han citado de la zona absidal probablemente tuvieran sólo función ornamental y no estructural, ya que incluso a mitad de su recorrido aparecen unas franjas de ajedrezado de tres hileras de billetes, y en la zona superior el capitel que sostiene la moldura corrida, también decorada con el citado ajedrezado, no supone mayor sustentación que los canecillos que jalonan todo el recorrido de la misma. Éstos son precisamente el único elemento decorativo de la iglesia, junto con la portada de acceso en el muro meridional. Dicha portada se halla emplazada en el muro sur, más próxima a la zona de los pies que a la cabecera, se encuentra cobijada bajo un alero de madera sustentado por ménsulas y encajada entre dos de los contrafuertes descritos. Por debajo del alero de madera surge una cornisa que sobresale unos treinta centímetros del muro, decorada de nuevo a base de un ajedrezado de tres hileras de billetes con siete bolas, uno por cada pieza. Apea sobre idéntico número de canecillos decorados con cabezas humanas, bolas y rollos, tal y como ocurre en la cornisa absidal (que incluye también figuras humanas completas y cabezas de animales), si bien en este caso la protección del alero ha salvaguardado las piezas, las cuales se hallan mucho mejor conservadas. Entre los canes del tejaroz se aprecian, muy deterioradas, metopas decoradas con rosetas, entrelazos y motivos geométricos. La portada se abre al exterior por medio de un arco de medio punto doblado por arquivoltas y alcanzando una anchura de 1,6 m en la zona interna frente a los 3,3 m de anchura total en los apoyos exteriores. El conjunto se halla enmarcado por una chambrana de ajedrezado de tres hileras de billetes reforzado por un ángulo en el exterior. Los tres arcos se ornamentan a base de hileras de relieves de rosetas y palmetas que recorren todo su perímetro. Las arquivoltas cargan directamente sobre cimacios trapezoidales en los cuales aparecen los mismos motivos vegetales de rosetas enmarcados por lazos entrelazados, acompañados de bolas en las esquinas, que a su vez descansan sobre capiteles vegetales (a cada lado hojas grandes lisas volumétricas terminadas en pico, bajo volutas, con o sin bolas de manera alternativa) que dan paso ya a sencillos fustes adosados. Es de destacar la ornamentación de las arquivoltas, ya que en su frente presentan una sucesión de palmetas inscritas, una por dovela, o de rosetas dentro de tallos entrelazados, dos por dovelas, constituyendo por su ubicación un exorno atípico en las portadas de la época. En el interior el espacio se distribuye en tres tramos diferenciados por los arcos de arranque de las bóvedas de crucería estrellada, reforzadas por terceletes, que mueren directamente a media altura en el muro de piedra, apoyando sobre ménsulas desornamentadas. Solamente la zona absidal conserva el aspecto románico original al perdurar la bóveda de horno y la moldura que debió de recorrer toda la zona superior del templo y que hoy día ha quedado reducida a este tramo. Vuelven a aparecer los ya citados elementos de rosetas y palmetas enmarcados por roleos y lazos vegetales entrelazados, si bien en las esquinas del ábside se representan una serie de cabezas de animales y figuraciones humanas. El resto de la decoración románica del templo se reduce a una moldura conformada por cuatro piezas que enmarca el arco de medio punto del vano de la zona del altar, de nuevo ornamentada con una sucesión de catorce rosetas unidas por arcos entrelazados y rematada por dos cabezas en cada uno de los extremos inferiores. Tiene como elemento a destacar una pila bautismal en los pies de la nave tallada de manera monolítica en un gran bloque pétreo con una decoración de escamas u hojas estilizadas en el exterior y un hueco cuadrifolio en el interior que podría ser fechada a comienzos del siglo XIII. Su adscripción al período del pleno románico queda ratificada por las características arquitectónicas y, sobre todo, por el repertorio ornamental. Se puede incluir en el grupo de iglesias del pleno románico cincovillés de una segunda fase, en la que no quedan vestigios de las fórmulas de tradición lombarda. Se aprecia una clara influencia de Jaca y Santa Cruz de la Serós, pero ninguno de estos modelos explica la inclusión de tanta ornamentación en los frentes de las arquivoltas. Habría que pensar en todo caso en una evoloución de prácticas locales como la desarrollada en la portada occidental de Santiago de Ruesta. Puede plantearse otra hipótesis a partir del hecho de que Navardún fue priorato de Leire, puesto que uno de los rasgos distintivos de la portada legerense radica en la abundante decoración de sus arquivoltas. De ser así, en vez de la fecha que sugiere su dependencia de Jaca y La Serós (entre 1095 y 1110-1120), habría que pensar en una datación un poco más tardía, hacia 1130. Aunque guarda cierta familiaridad con la parroquial de Undués-Pintano, Navardún es anterior, por su finura de labra más cercana a los prototipos de la Jacetania. Ya ha quedado indicado que su fisonomía ha sufrido cambios muy importantes, especialmente en lo que se refiere a la transformación del siglo XVI.